Para los medios solo existe Madrid

Domingo electoral. Un grupo de amigos se reúne en Vigo para una tradición: cocer pulpo con cachelos y ver los resultados electorales en directo. Mientras se recuentan los votos, su atención está dividida en tres focos principales. Por un lado la propia Galicia, con especial dedicación a su ciudad y el triunfo de Abel Caballero. Luego, Madrid, donde Manuela Carmena iba comiéndose poco a poco a Esperanza Aguirre; y, finalmente, Barcelona. Esa noche, todos estaban con Ada Colau, pero desconocían que a quien tenía que desbancar era a Xavier Trías. Una muestra del centralismo informativo que se vive en España.
Incluso Valencia, donde se puede ver una narrativa similar a la de Madrid en el sentido de corrupción rampante, —una ‘supervillana’ equivalente a Aguirre como Rita Barbera frente a una fuerza de la regeneración como Mónica Oltra, en vez de Carmena, y un resultado similar— ha pasado desapercibida en comparación. Qué decir de las apartadas A Coruña o Santiago, donde el PP no es que haya perdido la mayoría absoluta, sino que ha pasado directamente a segunda fuerza política arrasada por la Marea Atlántica y Compostela Aberta. Pero claro, no son Madrid ni Barcelona.
«Yo iría un poco más lejos», comienza Juan Luis Manfredi, periodista y profesor de Estructura Gobal de los Medios y Comunicación Institucional y Corporativa en la universidad de Castilla La Mancha. «Barcelona está bien, con un ecosistema mediático bastante potente, con La Vanguardia y muchos medios catalanes pagados por dinero público, pero el polo es Madrid». Nacido en Sevilla, residente en Madrid y docente en Cuenca, asegura que cuando habla con amigos y conocidos de fuera de la capital, a estos no les podría importar menos el gran culebrón político «que ocupa portadas y titulares todos los días»: si Cifuentes va a ser presidenta de la Comunidad de Madrid.
Esperanza Aguirre es otro ejemplo, con una «sobreexposición mediática que es completamente inmerecedida». Está de acuerdo en que como candidata del PP a la alcaldía de Madrid es relevante, pero existen en España otras grandes ciudades que han sido infrarrepresentadas en las últimas elecciones. En la edición previa a los comicios municipales del 24 de mayo de La Sexta Noche, el presentador vasco y domador de fieras Iñaki López, ante la insistencia de sus contertulios en hablar sobre la lideresa, tuvo que recordarles que el programa era de ámbito nacional. Fue un intento infructuoso.
Para Manfredi esto tiene que ver tanto con la concentración natural de poder económico, político y mediático en la capital, algo que ocurre en cualquier país, como de que España es heredera del modelo francés de centralismo, donde fuera de París solo existen las provincias, la nada. El fallecido crítico de televisión Josep Maria Baget Herms, en su texto El legado de la televisión franquista, explica que este centralismo se demuestra de hecho en que «hasta 1975 solo se emitían tres horas mensuales de programación de TVE para Cataluña», tildando «la inauguración de los centros regionales en el resto de España, producida sobre todo en las postrimerías de la etapa Fraga», como «más simbólica que efectiva ya que se trataba de meras corresponsalías de los informativos y no gozaban de la menor autonomía ni de la posibilidad de elaborar programas propios».
Escrito en 1999, asegura que este «centralismo informativo […] se ha mantenido en buena medida y ha sido necesaria la aparición de las cadenas autonómicas para generar una política de descentralización e incluso una cierta competencia que obligó a TVE a potenciar sus emisiones para las comunidades autónomas». Pese a esto, el tiempo dedicado no parece ser representativo.
En el libro La imagen de Andalucía en los informativos de televisión en España, escrito por Fernando C. Ruiz Morales en 2007, se analizan los minutos dedicados en los informativos de TVE, Tele 5 y Antena 3 a la comunidad autónoma más poblada de España. Dividido en siete categorías informativas como política, sucesos o deporte y calificado el tiempo de emisión en la mayor parte de los casos como deficiente, el autor destaca que Andalucía es recreada como un contexto para la tragedia y la fiesta, la superstición y los instintos, así como la picaresca y el conflicto negativo, reforzado por efectos cómicos como el presidente del Betis equivocándose al hablar, obviando protagonismo de los personajes e iniciativas políticas.
«El centralismo informativo es bastante inevitable en la medida en que la información, lo queramos o no, está muy centralizada, en el sentido de que pasa por unos filtros, caminos y puertas muy concretas», razona el doctor en Psicología por la Universidad de Barcelona y Coordinador d’Estudis de la Titulació de Periodisme, Pepe Rodríguez.
Explica la estructura como círculos concéntricos, con un nucleo duro que concentra las fuentes de distribución, los medios de referencia y los centros de producción, cuya importancia va descendenciendo a medida que se alejan de ese centro. Además cree que existe un defecto de ombliguismo, ya que «los medios de comunicación dependen de un ombligo concreto y para ellos ese ombligo es lo más importante del mundo y los otros lo son menos».
Que esto pasa en la mayor parte de los países es evidente. Mariano Álvarez, en su post Periodismo irresponsable y centralista, cuenta un caso compartido por Argentina y Chile. En la Provincia de San Juan, tras 10 años de negociaciones, se logró la licitación de un túnel internacional que comunicaría esta zona con la región de Coquimbo, en Chile. Este sería el primer paso de un corredor desde Brasil y el Atlántico hasta el Pacífico. La noticia que no fue tan siquiera reseñada por los grandes medios argentinos y chilenos.
Uno de los pocos lugares donde esta estructura puede estar alterada es Alemania. Con sus particularidades históricas de tener el país y Berlín divididos, dispone de periódicos importantes y de ámbito nacional en varias ciudades. En su centro económico, Francfort, se edita el importantísimo Frankfurter Allgemeine Zeitung. En Hamburgo, un puerto de inmensa relevancia, están Der Spiegel y Die Ziet, además de fundarse Die Welt, que luego fue trasladado a la capital. Una región tan peculiar como Baviera tiene en Munich su Süddeutsche Zeitung.
Volviendo a España, hay ejemplos para todos los gustos. Uno tontorrón puede ser cuando este año el Sevilla logró coronarse campeón de la Europe League por cuarta vez. En plena celebración, un periodista a pie de campo aborda a Emery, el entrenador. En vez de preguntarle por sus sensaciones o pedir una valoración del partido, el reportero le cuestiona por su posible futuro en el Real Madrid. O en los tertulianos y expertos que acuden a los programas de televisión.
Es cierto que puede jugar un papel la cercanía geográfica, pero Manfredi reta a encontrar a alguno en TV o radio que no sea de un medio de Madrid o de La Vanguardia. «¿Quién va del Faro de Vigo o de El Correo Español? Eso empobrece muchísimo el discurso, que todo el rato es Cifuentes, Aguirre, Carmena, Colau… Nosotros mismos, los ciudadanos, les damos más importancia que a Mónica Oltra o los resultados en Cádiz; que tumbar a Teofila también es espectacular».
Tanto para Rodríguez como para él, esta concentración produce una deformación de la realidad. Inevitable para el primero, debido a que el poder no está distribuido y las empresas de comunicación importantes tienen intereses en ese núcleo central; triste para el segundo, que ve que la naturalización de este eje, con Madrid a la cabeza y Barcelona de segunda, merma la diversidad y la capacidad de dialogo. «Yo soy de Sevilla y trabajo en Cuenca», concluye Manfredi, «quien sea alcaldesa de Barcelona me es muy poco relevante».

Foto portada: Partido Popular

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