En el ciclo Cibeles de Cine puede verse y comprobarse cómo el séptimo arte te hace viajar a otro mundo. Ocurre gracias a un efecto que nace de una carencia convertida en virtud.
El espacio que alberga los eventos, es la Galería de Cristal de CentroCentro, «es espectacular pero la acústica no es buena y se amortigua la carencia usando cascos inalámbricos, lo cual se ha convertido en una seña de identidad», explica Jesús Mateos, responsable de mk2 Sunset Cinema, empresa organizadora del ciclo cinematográfico más multitudinario de la capital: el año pasado se vendieron más de 33.000 entradas.
Espectacular: altísimos techos de cristal desde los que se derrama luz natural hacia los relieves de los muros blancos y las ventanas enrejadas. Las películas respetan el ritmo del día, se proyectan a partir de las 22 h, cuando la noche ofrece una penumbra propicia.
Pero en esa inmensidad, como dice Mateos, el sonido se fuga. El uso de cascos hace que quienes están frente a la pantalla, repartidos en 700 butacas, no escuchen nada que no tenga que ver con la película.
Entonces se cosecha la magia. «Las vibraciones que hay en este cine son alucinantes. Los que estamos fuera [en el recinto pero sin ver el film], nos percatamos mucho de sus emociones, es impresionante ver a la gente cómo vibra con algunas pelis: ríen, lloran, aplauden a mitad. Esto acaba convirtiéndose en una fiesta».
El efecto es más intenso que si abriéramos unos centímetros la puerta de una sala de cine y asomáramos la oreja para captar las reacciones del público mezcladas con el sonido de la proyección. En Cibeles de Cine, coinciden dos mundos simultáneos pero aislados uno de otro: el de la película que ocurre dentro de los auriculares y el de la emoción de los espectadores. Se repetirá así cada noche hasta el 12 de septiembre.
Toda esta emoción sería imposible sin una cuidada selección de cintas: «La programación es nuestro sello de identidad. Son películas principalmente en versión original. Hay un gusto cinéfilo importante. Fuimos los primeros en combinar, en un cine de verano, filmes clásicos y de culto. Ahora se ve más a menudo», asegura Mateos.
PROGRAMACIÓN DE CLÁSICOS, CINE DE CULTO Y CINTAS OSCARIZADAS
Clásicos: Con faldas y a lo loco, El apartamento, Cantando bajo la lluvia, Desayuno con diamantes, Pulp Fiction, Cinema Paradiso, «películas que no te cansas de ver y que tienen un séquito de fans enorme». Nacionales como Dolor y gloria, Todos lo saben. Internacionales: Girl, Cold War, Dogman, La caída del imperio americano, o las oscarizadas más recientes: Green Book, Ha nacido una estrella, Bohemian Rhapsody… Además esta edición rendirá un tributo al estudio hollywoodiense 20 Century Fox con Cleopatra‘, Eva al desnudo, Dos hombres y un destino, Patton, Sonrisas y lágrimas, o Alien: el octavo pasajero.
«ES MÁS UN FESTIVAL QUE UN CINE DE VERANO»
Este ciclo contempla el cine como fiesta, como vivencia en que el visionado del largometraje es solo una parte. «Buscamos una experiencia colectiva, por eso animamos a todo el mundo a venir a las 20 h aunque la proyección es a las 22 h. Intentamos que sea un punto de ocio para compartir, para crear comunidad con gente que importa», apunta Mateos.
El cine nació como esparcimiento, como un arte de inmersión: uno se dejaba la rutina en la puerta del cine y la recogía al salir.
Las innovaciones tecnológicas, poco a poco, han facilitado el acceso a películas y series. La gente consume cine en cualquier momento, incluso mientras va a trabajar en metro, con un ojo en la historia y otro en no pasarse la parada. Sin duda, es un avance, pero lo fácil engendra pereza; hemos ido dejando de lado el ritual de asistir a las salas y se nos ha olvidado lo mucho que se disfruta.
Cibeles de Cine ha reivindicado ese ritual desde hace seis años: «Que la gente sienta que viene a una celebración». Allí se va con los amigos para calentar antes de la peli: tomar cañas, bagels, baguetines, perritos calientes, pizzas, humus, tabule… «Que sea más un festival que un cine de verano». En una ciudad que no organiza grandes festivales como Sitges o San Sebastián, Cibeles de Cine es el gran acontecimiento local del séptimo arte.
DIRECTORES Y ACTORES CONTANDO ANÉCODTAS DE SUS PELÍCULAS
Organizan talleres y eventos relacionados con las cintas que se proyectan. «Hemos llegado a hacer talleres de alfarería con la película Ghost; de bailes de diferentes estilos con Dirty Dancing o Grease; talleres de guion, coloquios de cine y moda relacionados con Desayuno con diamantes; o cócteles rusos blancos, como los que toma el protagonista de El gran Levowski».
La programación incluye visitas de grandes talentos que conversarán con el público. Para Carmen y Lola, el 2 de julio, asisten la directora Arantxa Echevarría (Goya a mejor directora novel), la actriz Zaira Romero y el actor Moreno Borja. Para Quién te cantará, el 16 de julio, Eva Llorach (Goya a mejor actriz revelación). O para El Reino, el 10 de julio, Rodrigo Sorogoyen (Goya a mejor director y guion, junto a Isabel Peña).
«Primero presentamos la película, cuentan anécdotas, y luego, tras la proyección, hacemos una entrevista, desgranamos la peli y los espectadores les lanzan muchas preguntas», explica Mateos.
LOS CARTELES DE FLORE MAQUIN
La apuesta por envolver el cine de estímulos y aprendizaje es también aérea. Sobrevuelan Centro Centro los carteles pop de la ilustradora Flore Maquin, que diseñó el póster del Festival de Cannes 2018. Maquin revisita Eduardo Manostijeras, Mars Attack, Regreso al futuro, El club de la lucha…
Lo hace desde una concepción del póster de cine como primera parada del viaje del público. «Desvelan lo esencial, lo justo para que surjan las ganas de ir a verla; el cartel hará que el espectador llegue a la sala o no. Algunos se convierten en objetos de arte, cada vez más personas quieren comprarlos», explica la artista. «Los carteles deben dar pistas sobre la historia de la película y eso es un reto cuando solo se trabaja con retratos», puntualiza.
Bajo la obra de Maquin, una exposición de atrezo crea un espacio de excepción que también predispone al viaje: son piezas que aparecieron en grandes películas. Hay, por ejemplo, unas sillas de cuero y madera de Conan el Bárbaro.
Esas piezas son el recuerdo de que, sin la participación española, muchas películas emblemáticas no habrían sido como son.
Jesús Mateos, responsable de este ciclo, heredó su pasión por el cine. Pertenece a la estirpe de Atrezzos Mateos, una empresa casi centenaria que fundó su bisabuelo y que aportó mobiliario, escudos, espadas y todo tipo de instrumental para superproducciones de Hollywood como Lawrence de Arabia, Gladiator, Indiana Jones y la última cruzada…
El origen de la conexión con Hollywood arraiga en la época en que las productoras rodaban en España, la era de los westerns en el desierto de Almería. Hubo familias españolas que se prosperaron en el mundillo. Vestuarios Cornejo, por ejemplo, ha vestido a los personajes Juego de Tronos, apunta Mateos.
«El cine español es hoy lo que es porque vinieron los americanos y formaron a todo una generación de técnicos al mayor nivel, y pasó de padres a hijos. De los hijos de mi bisabuelo solo queda Julian Mateos, mi tío, que tiene 90 años y va a trabajar todos los días».
Hasta el 12 de septiembre, Cibeles de Cine será el espacio para rendir pleitesía, cerveza en mano, a todos estos talentos clásicos y actuales.