Cien Pies: un proyecto para recuperar el hábito de ir al colegio andando

29 de febrero de 2012
29 de febrero de 2012
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En el momento en que las agujas marcan las 9.00 de la mañana y las 5.00 de la tarde se produce el horror. Los coches estrangulan las salidas de los colegios de Godella (Valencia). Los niños salen y cada uno monta en un vehículo que lo llevará a casa. La ciudad queda atrapada en un nudo de atascos. El aire se ensucia. Los niños pasan de la silla de clase al asiento del automóvil. No caminan. Sedentarismo… Obesidad…

No, no, no. El uso ha llevado al abuso y el coche ha acabado deteriorando el aire, la salud de los niños, la movilidad ciudadana y el aprendizaje de la convivencia cívica de los menores.

Pero a partir de mañana, 1 de marzo, en Godella muchos de estos niños van a abandonar el coche y van a ir al colegio andando. Tomarán una de las rutas que Cien Pies ha diseñado para ir desde un lugar cercano a sus hogares hasta su centro de estudios. Los acompañará un monitor y varios voluntarios que se harán cargo de que los niños realicen la ruta con total seguridad.

Y por el camino irán descubriendo la ciudad. Verán lugares históricos, espacios culturales y comercios. Aprenderán a convivir con el resto de ciudadanos y con los vehículos que encuentren a su paso por la vía pública.

No es solo un proyecto para que los niños caminen y los coches dejen de contaminar. Es “una actividad educativa”. Así lo explica Ramón Marrades, uno de los fundadores de Cien Pies. “La idea surgió del club deportivo del colegio Sagrado Corazón. Queríamos hacer algo para evitar los atascos en la ciudad a la hora de entrada y salida de los colegios. Pretendíamos que los niños hicieran más ejercicio y, además, pensamos que era una oportunidad muy buena para que los niños aprendieran a relacionarse con su entorno y adquirieran conocimientos sobre su ciudad”.

La idea de recuperar esta forma de ir al colegio no es nueva. Ya hay proyectos de Caminos Escolares en ciudades como Londres, París, Oslo, Berlín…

El economista urbano lo describe como “un autobús de línea pero andando”. También tiene paradas donde los padres dejan a los niños y desde ahí irán caminando con un monitor, algunos voluntarios y otros alumnos de su colegio, de edades comprendidas entre 5 y 12 años. “Es una buena oportunidad para que se relacionen con niños de otros cursos. En su clase y en un coche privado no tienen esta posibilidad”, enfatiza Marrades.

La compañía plantea este servicio, que cuesta 16€ al mes (si son varios hijos de una misma familia, el precio se reduce), como un modelo mixto. “En Valencia, Barcelona y otras ciudades se hicieron proyectos de caminos escolares solo con voluntarios pero no tenían continuidad en el tiempo”, indica el economista urbano.

En esta modalidad el monitor que lleva a los niños es un profesional de la docencia que recibe un salario, pero, además, va acompañado de dos o tres voluntarios que muestran a los niños lugares interesantes de la localidad y garantizan su seguridad en el trayecto.

“Hemos hablado con la Asociación de Jubilados de Godella y están encantados de formar parte del voluntariado”, indica el valenciano. “Ellos les contarán historias de los lugares por donde pasen y le mostrarán espacios que luego podrán visitar con sus padres”.

Los comerciantes también apoyan la iniciativa. “Los comercios de proximidad están perdiendo fuelle. Nosotros hemos creado la figura del Punto Amigo. Los establecimientos que se asocien entrarán en las rutas y eso hará que los niños puedan conocer a sus dueños y que sepan qué venden. Los niños podrán parar ahí, además, para ir al baño, por ejemplo”.

La policía y el Ayuntamiento también colaboran con Cien Pies en este proyecto. “El tema que más preocupa a los padres es la seguridad”, dice Marrades. “Por eso cada monitor está conectado por la Policía a través de su smarthphone y también lleva un control de la recogida de niños haciendo el check-in en su móvil”.

“La policía está contenta con Cien Pies porque alivia el tráfico y les informamos de cómo está la movilidad en las calles”, especifica. Los niños irán observando, con el monitor, cómo se circula por las vías públicas y aprenderán normas básicas de civismo. Es más, jugarán a ser policías y tendrán la capacidad de poner multas (también de juguete).

“Estas actividades tienen que conseguir que los niños se diviertan”, comenta Marrades. “Si un coche está mal aparcado, por ejemplo, y 30 niños tienen que bajar de la acera para poder pasar, les dará autoridad para poner una multa simbólica”.

El trazado de las rutas se ha diseñado junto al Ayuntamiento y siempre se da prioridad a las calles peatonales y de una sola dirección.

Los grupos serán de 30 niños como máximo. Mañana empieza el piloto con los colegios Sagrado Corazón, Domus y San Bartolomé, y en septiembre se lanzará el servicio para todos los centros educativos de la localidad. Estos tres colegios también formarán parte del proyecto para promover el hábito de caminar para llegar al colegio. “En clase de matemáticas, por ejemplo, se incorporarán ejercicios para que los niños calculen la cantidad de CO2 que los vehículos dejan de emitir si van andando”.

“Queremos aprovechar este proyecto para la humanización de las calles y la mejora de las relaciones sociales”, comenta el economista urbano. “Nuestra intención es empezar por aquí pero que se extienda a otros municipios. Queremos aprovechar todo el conocimiento que hemos recabado de esta experiencia para aplicarlo a otras poblaciones”.

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