Si te pregunta alguien cuál es la segunda ciudad más importante de la provincia de Salamanca posiblemente no sepas qué decir. A no ser, claro, que seas salmantino o cercano. Ser segundo es de perdedores: la gente solo conoce y recuerda al primero, aunque en el caso de las ciudades pueda ser injusto: muchas capitales de provincia carecen de entidad para serlo mientras que las ciudades ‘segundonas’, esas que pocos conocen, en muchos casos tendrían más méritos para ser capitales. Los mapas, a veces, son injustos.
De pequeños estudiamos el nombre y ubicación de medio centenar de núcleos urbanos, más las dos ciudades autónomas del país. Todos los que tienen un mínimo de cultura son capaces de ubicar Las Palmas, Zamora, Girona o Murcia sin mayores problemas. Son las capitales de provincia, las mayores urbes de cada una de esas divisiones que vertebran nuestro país.
Por la forma en la que se articula España esas ciudades tienen ciertas ventajas respecto a las demás. Tienen instituciones provinciales, delegaciones autonómicas, delegaciones estatales y órganos oficiales que comprenden desde la Justicia hasta Hacienda, pasando por campus universitarios en muchos casos. Y eso sin contar con las infraestructuras mejores y la red de transportes -ya sea aeropuerto, tren o carretera-.
Pero lo importante no es tanto esto último, sino lo de antes: ¿qué sucede cuando hay tantas instituciones? Que hay más habitantes, claro, pero también más funcionarios. Es decir, gente con sueldo asegurado, sin miedo -en principio- al despido y que, a pesar de congelaciones y recortes, suponen un buen incentivo como motor económico: tener la nómina asegurada hace que gastes de una forma más despreocupada.
Con todas esas pistas en la mano cabe pensar que ser capital de provincia es jauja, todo facilidades. Pero en realidad, y es algo que se nota especialmente en las capitales pequeñas, es una especie de ‘dopping’. Si tienes poca población y un buen número de funcionarios consumiendo, infraestructuras en buen estado e instituciones que atraen visitantes, tienes mucho de tu parte para prosperar.
Sin embargo la realidad no siempre es así, y se puede hacer una prueba del estilo de la del principio. ¿Cuál es la segunda ciudad más importante, en habitantes, de la provincia de Cádiz? ¿Y en Pontevedra? ¿Y en Toledo? Pues son Cádiz, Pontevedra y Toledo, porque las más importantes no son precisamente las capitales de provincia.
En la provincia de Pontevedra la capital económica es Vigo, con una industria importante que va desde la fabricación de coches hasta la explotación pesquera de la ría. Mientras la capital tiene 82.684 habitantes, la ciudad supuestamente segundona tiene 297.355, casi cuatro veces más.
En la provincia de Toledo la ciudad más importante es Talavera de la Reina, aunque en este caso las poblaciones están mucho más igualadas: la capital tiene 84.019 habitantes por los 88.755 de la que es la más poblada. ¿Qué decantó la balanza aquí? Posiblemente el patrimonio histórico, la capitalidad tradicional de Toledo y la ubicación geográfica de ambas, con una muy cerca de Madrid y la otra más próxima al extremo occidental de la provincia. Lo curioso es que, en este caso, Toledo es también la capital autonómica.
En el caso de Cádiz la distancia entre la capital, con 123.948 habitantes, y la ciudad más poblada, Jerez de la Frontera, es de casi el doble: en la supuesta ciudad ‘segundona’ viven 211.900 personas. Pese a la diferencia de tamaño, el centro político, también por tradición, se lo lleva en este caso la ciudad pequeña.
Ninguno de los tres casos anteriores, ni siquiera el gallego, tiene tanta competencia interna como el asturiano, donde Oviedo, sin costa y con 225.973 habitantes, es la capital mientras que Gijón, que tradicionalmente ha tenido una industria naval de primer orden y donde viven 277.733 personas, es la ciudad segundona.
Hay también casos de ciudades que, sin ser capitales, muchos pondrían como tales. Es el caso de Mérida y su importante potencial cultural, en la provincia de Badajoz, por ejemplo. O el de la bicefalia de A Coruña, capital administrativa y legal, y Santiago de Compostela, con el poder político, cultural y turístico de un enclave que lleva más de medio siglo siendo centro de peregrinación masivo.
De hecho muchas ciudades ‘segundonas’ tienen muchos más habitantes que otras capitales de provincia. El caso más extremo es el de Teruel, la capital de provincia menos poblada del país con 35.841 habitantes. En total hay hasta treinta ciudades de este tipo con más habitantes, como L’Hospitalet de Llobregat, Elche o Cartagena. Incluso hay ciudades que no son ni siquiera segundonas en su provincia con más habitantes, como Badalona, Tarrasa o Fuenlabrada.
Al final resulta que Teruel, capital de provincia, es solo la 206º más poblada de España a pesar de toda esa masa de funcionarios, infraestructuras, autovía y hasta instalaciones universitarias.
Por cierto, por si te quedaste con la duda, la segunda ciudad más importante de Salamanca es Santa Marta de Tormes, con 14.920 habitantes, por los 152.048 de la capital. De nada.
Ciudades ¿segundonas?
