El día en que las madres cogieron la puerta

Sonaba a la típica amenaza de madre, de esas que sabes que nunca llegará a cumplir. Como cuando, de pequeño, cruzabas la calle sin mirar y ella reaccionaba con un sonoro «¡Como te pille un coche, te mato!»… Pero resultó que aquella vez que esas madres dijeron eso de «Un día de estos cojo la puerta y me voy (#cojolapuertaymevoy)» iba en serio. Además, de forma literal.

Una… Otra… Y otra más… Un día, decenas (o quizá centenas…) de madres salieron a la calle. Su única compañía, la puerta que, en lugar de cerrar tras sus espaldas, decidieron coger. Con ella, esperaron el autobús, tomaron un taxi o simplemente caminaron y caminaron con el único propósito de alejarse de su casa, de aquel lugar donde su paciencia se había exprimido hasta la última gota.
Al darse cuenta de que en un abrir y cerrar de ojos se habían quedado sin madre (y sin puerta de entrada en sus casas), hijos e hijas salieron en su busca para tratar de convencerlas de que regresaran al hogar.
Pero la decisión estaba tomada. Las madres no estaban dispuestas a volver. Ni ellas ni la puerta… Llevaban años advirtiendo de que su hartazgo podía tener un límite y nadie de la familia las había tomado en serio.
Solo una razón de peso podría hacer que cambiaran de opinión. Por suerte, aquellos hijos la encontraron en uno de los 711 establecimientos que perfumerías Equivalenza tiene por todo el mundo. Las madres no podían resistirse a un detalle así… Ellas y sus respectivas puertas volvían a casa.
No obstante, para evitar posibles espantadas maternas, y ya que el Día de la Madre está a la vuelta de la esquina, no está de más acercarse a alguna de sus tiendas por si acaso…

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#142 Primavera / spring in the city

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Yorokobu es una publicación hecha por personas de esas con sus brazos y piernas —por suerte para todos—, que se alimentan casi a diario.
Patrick Thomas

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