Sainete gastronรณmico para comer en el trabajo

El safari gastronรณmico de oficina es tambiรฉn un retrato sociolรณgico de cรณmo somos y cรณmo nos relacionamos. Las fotos de Brian Finke son el retrato 'kitsch' de lo foclรณricos que somos cuando vamos a comer en el trabajo

Trabajar no es un asunto vital. Se hace, sรญ. Se conoce que incluso hay quien disfruta de ello y lo hace encantado. Pero dejar de hacerlo no detiene las constantes vitales ni es causa conocida de afecciones terminales.

Si hablamos de comer, el asunto es algo mรกs capital. Alimentarse fue siempre una cuestiรณn de supervivencia. A lo de sobrevivir, se le aรฑadiรณ lo de convivir y la manduca se hizo social. Cuando tocรณ comer en el trabajo de cada cual, la cosa adquiriรณ matices de tragicomedia.

Eso es evidentemente apreciable en las fotografรญas del estadounidense Brian Finke, que se zambullรณ en la intimidad de un buen nรบmero de currelas de oficina de Nueva York para invadir el momento en el que la tormenta de trabajo se detiene, aunque sea por un instante.

La excusa era un reportaje de The New York Times en el que, precisamente, se abordaba ยซla importancia de cocinar y comer en grupo y la mayor satisfacciรณn obtenida en el lugar de trabajo si comes con tu equipoยป.

Finke vio a gente comer. Vio a mucha gente comer con los ojos del que mira para extraer la esencia del proceso que observa, con transparente obscenidad y completo despojo de pudor. Y llegรณ a la conclusiรณn de que ยซtomarte tiempo para comer con tus compaรฑeros de trabajo y amigos es importante en una jornadaยป.

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Aunque la propuesta visual de Finke rememore el ecosistema yuppie del Manhattan de finales de los 80 y principios de los 90, la principal referencia que asumiรณ el fotรณgrafo viene de bastante mรกs atrรกs. ยซEn una gran escena de la pelรญcula El veredicto, Paul Newman, que es abogado, habla a Milo Oโ€™Shea, que hace el papel de juez. Mantienen una intensa discusiรณn mientras el personaje de Oโ€™Shea intenta comer su almuerzo en un escritorio de su despacho de juez. Esa es la atmรณsfera que yo quise capturarยป, describe.

El fotรณgrafo asistiรณ al espectรกculo de las distintas tipologรญas de comensal. Al fin y al cabo, si somos lo que comemos, somos muchas cosas diferentes. Y ademรกs, cuando tenemos testigos, damos lo mejor de nosotros mismos. ยซAlgunas personas se entregaban completamente a la experiencia. Un tipo comรญa alitas de pollo en su escritorio, se lamรญa los dedos, trabajaba alejado y estaba totalmente convencido de que yo lo estaba fotografiando. Era exagerado y genial. Me encantรณ el desorden en el escritorio con un montรณn de servilletas empapadas en salsaยป, explica Brian Finke.

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La diferencia entre lo รญntimo y lo que hacemos al pรบblico se encuentra en el porcentaje de actuaciรณn que se imprime a la escena. El estadounidense no oculta que esa es la gracia del trabajo. ยซMe sentรญ un intruso en esos descansos en los que el personal comรญa. Pero eso es lo que disfrutรฉ de verdad. Me gustaban los momentos extraรฑos e incรณmodos que iba a fotografiar allรญยป, asegura.

ยซUna vez una mujer estaba esperando para comer un poco de ensalada. Ella dijo que adelante, que tomara la foto. Yo le dije que adelante, que cogiera el bocado. El momento de ese bocado estรก en la fotoยป. La coreografรญa culinaria es el reflejo perfecto de la parte de pose que hay en lo social del jamar, el equilibrio imposible entre postureo y compostura.

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En el trabajo de Brian Finke abunda la mirada a los colectivos que pueblan lo cotidiano. Dice que muchos de sus retratados ยซson grupos de personas que vemos todos los dรญas y, a travรฉs de la fotografรญa, trato de que veamos lo familiar un poco diferente. Como la azafata que compra un cepillo de dientes en una tienda del aeropuerto. Es importante compartir estos pequeรฑos momentos que hacen que las personas se puedan relacionar. De la misma manera, creo que es importante ver a la gente comiendo su almuerzoยป.

The New York Times explicaba hace un par de aรฑos que comer en compaรฑรญa, incluso en el trabajo, aumentaba la cantidad de comida ingerida en un 44% y que cuanta mรกs gente te acompaรฑa, mรกs comes. Es decir, si comes con dos, comes mรกs que si comes solo, pero si comes con nueve, prepara un plan para superar la culpabilidad.

Sin embargo, los beneficios sociales o de construcciรณn de equipo que ofrece el tiempo compartido en la comida casi obligan a un esfuerzo de contenciรณn calรณrica. ยซEstoy muy a favor de las comidas en compaรฑรญa en el รกmbito laboral. Te acercan a tus compaรฑeros y crea un mejor ambiente de trabajo. No creo que haya que hacer ningรบn sacrificio nutricional. La cantidad del tupper que elijamos para comer ese dรญa no debe cambiar en funciรณn de nuestra compaรฑรญaยป.

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La mujer que explica esto es nutricionista. Se llama Ana Montero y se encarga de asesorar a los chefs que se ocupan de crear la oferta de Wetaca, una start-up madrileรฑa que se encarga de enviar a domicilio cada semana tuppers listos para calentar y comer.

Ana Montero explica que, aproximadamente, el 50% de nuestras comidas se ingieren en el trabajo y que no es mala idea que haya un profesional que piense en lo que te llevas al buche. ยซConseguir una dieta equilibrada y saludable requiere planificaciรณn y tiempo y muchos de nosotros disponemos de muy poco de lo segundoยป.

Para la nutricionista, existen demasiados casos de personas ยซcapaces de alimentarse de procesados de mรกquina con tal de no levantar sus ojos de la pantalla del ordenadorยป. Y es entonces cuando llegan los colesteroles, los michelines de hoja perenne y las fatigas a la hora de subir escaleras.

Montero dice que ยซla sociedad estรก bien encaminada en la mejora de su alimentaciรณnยป, es decir, hay esperanza. A pesar de que alguien decida levantar una burbuja de aislamiento cuando decide comer solo en el trabajo. A pesar de que el folclore culinario que muestra Brian Finke en sus fotos sea una llamada de atenciรณn al descuido gastronรณmico.

Fotos por

Brian Finke

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Patrick Thomas

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