Comimierdas adorables

La vida es una amalgama de actos y sensaciones que está muy lejos de ser algo sencillo y plano. Cada decisión contribuye a construir una identidad, un trayecto vital que ofrece un millón de aristas diferentes.
A consecuencia de eso, de la misma definición de lo que es la vida, un ser humano es capaz de disfrutar tanto de la majestuosidad de Sed de mal como de la épica adolescente de Karate Kid; de la extraordinaria complejidad de God Only Knows de Beach Boys o del constante sota, caballo y rey de Pignoise. Es decir, lo normal es que las personas sean versátiles y adaptables y lo verdaderamente extraño radica en comportamientos como el de la chica que solo comía ramen a causa de un Trastorno de Alimentación Selectiva. Por suerte.

Somos capaces de experimentar sensaciones indescriptibles a través del paladar en templos como Mugaritz o Diverxo; también de producir una buen puñado de endorfinas a través de las comimierdas. ¿Lo cualo? Las comimierdas son esos alimentos que pasan cualquier control de sanidad en esta nuestra Unión Europea, pero ningún listón del buen gusto a una altura medianamente complicada. Y, aun así, producen en muchos seres humanos una sensación de placer que ríase usted de la tortilla de patatas de su madre. Es decir, son comidas de sospechosa excelencia culinaria que, a pesar de eso, son adorables. ¿Ejemplos?

Pasta a la Chernobyl

La receta es sencilla y se enseña los domingos de resaca en cualquier piso de estudiantes universitarios. Pon la pasta a cocer. Es muy importante que la pasta sea la más barata del supermercado para conseguir ese efecto tan español de pasta pasada y reblandecida. Una vez cocida y escurrida, echa un poco de aceite en la cazuela y vuelca, junto con la pasta, ajo en polvo como para acabar con una horda de vampiros, medio bote de pimienta negra molida, una lata de fuagrás La Piara que haga las veces de carne picada y un cartón del tomate frito más aguado que conozcas.
Una vez perpetrada la mezcla, añade dos o tres huevos y remueve sin parar hasta que la masa gane en consistencia. La suficiente como para que unas arenas movedizas parezcan un spa en La Manga del Mar Menor.
Esta receta, que se ha de maridar con ibuprofeno, causa mutaciones a causa de la radiación, al igual que la ciudad que le da nombre.

Las albóndigas de Ikea

Un clásico de la globalización. Ikea no solo se propuso que una salita de estar en Ulan Bator tuviera los mismos muebles que una en Villaverde Bajo. También quiso que los caballos, tan característicos de las llanuras mongolas, estuvieran presentes en los estómagos de los habitantes del popular barrio madrileño y de muchos otros lugares de Europa. Por ello, puso involuntariamente la fibrosa carne de tan esbelto animal como ingrediente en las míticas albóndigas con banderita sueca.
Por fortuna, ese puntual error producto de la escasez de control de trazabilidad de la carne no se ha vuelto a repetir. Que sepamos. Y aunque lo hubiera hecho, la carne de caballo seguro que está buena y las albóndigas siguen enganchando igual.

El codillo a las hierbas de congelados La Sirena

Fanáticos como somos del codillo también de Ikea, conseguimos encontrar su versión mejorada en sabor e incluso en precio. Ocurrió una mañana de sábado de 2014. El último cubito de hielo del after hour casero se terminó y una misión de jóvenes intrépidos salió a la búsqueda de un nuevo cargamento. Junto al arcón de las bolsas de hielo picado se encontraban las blancas cajas de codillo a las hierbas.
Igual que se idealiza a las chicas con las que uno yace tras un after, se idealizan las comimierdas que se ingieren en esos momentos. Por eso, el codillo de La Sirena pasó a engrosar la lista de alimentos que deben estar en cualquier menú del indigente culinario.
Tal ha sido su éxito que, al igual que la crema antiarrugas de Lidl, cuesta encontrarlo en la mayoría de visitas realizadas a estos decadentes templos de la alimentación noventera. No nos extraña. 486 calorías a un precio irresistible.

Arroz a la Cubana poscastrista (o precastrista)

La receta cubana española cutre por excelencia es el arroz a la cubana: el recurso de los cobardes que no se atreven a hacer el arroz de color amarillo. Los componentes de este plato combinados son de sobra conocidos: arroz, salsa de tomate, huevo frito y plátano frito. Bien cocinado es un plato completo y disfrutable. Ejecutado con premeditación y alevosía, como es nuestra intención, es un conglomerado de pesada digestión tremendamente disfrutable.
¿Qué queda en su sitio tras más de medio siglo de castrismo? Casi nada. Es cierto que, antes, lo que había eran casinos y fulanas, que es peor que nada, así que así es como quedará nuestro plato tras un ritual tan mágico como indigesto.
Es muy importante que al arroz, que ha de estar pasado y pastoso, se le añada una vez más ese tomate frito infame que viene en tetrabriks. Esa es la base sobre la que se construyen los sueños. Sustituimos el rico plátano frito por salchichas frankfurt de 36 céntimos el paquete y añadimos el huevo frito.
Ojo, porque aquí viene la clave que hace de este plato una receta maestra. Debemos trocear todos los ingredientes y mezclarlos como si los metiésemos en una hormigonera. El resultado es un plato capaz de alimentar por completo a un país del tamaño de Lesoto. Y todo por menos de 50 céntimos de euro.

Otros universos

La curiosidad me ha llevado a preguntar a otras compañeras de Yorokobu. Las respuestas son interesantes porque abren una dimensión mucho más filosófica del debate. Isabel Garzo explica las trifulcas que se montan en los torneos de voleyplaya en los que compite. «Cuando nos dan los bocatas en los torneos (extrapoladlo a cualquier otro evento en el que den bocatas gratis), todo el mundo se abalanza sobre ellos salivando, cuando normalmente se componen de: panazo de pistola del más barato y seco de la panadería, una loncha transparente de salami y PUNTO. Algo que jamás te prepararías en tu casa, pero que en esa situación parece un manjar», explica.
Elevamos entonces la siguiente pregunta. ¿Molan doblemente las comimierdas cuando son gratis? ¿Es todo lo gratis intrínsecamente bueno solo por el hecho de ser gratis? Nosotros decimos sí voz en grito con la vena del cuello como un rotulador Edding 300.
Sigamos. M.Ángeles García aporta la ensalada americana. Casi cualquier marca tiene una variedad pero todas ellas confluyen en la inclusión de dos ingredientes tan fundamentales como abominables: mayonesa aguada y sucedáneo de cangrejo. Todo lo demás son ardores de estómago, muerte y destrucción. Desde aquí te hacemos un llamamiento, M. Ángeles. En la escala de comimierdismo, la ensalada americana está incluso por debajo de las bases congeladas de pizza del DIA. De todo se sale, así que si necesitas ayuda, no dudes en pedirla.
Finalmente, nuestro compañero Marcus Hurst aporta el ingrediente secreto gracias al cual pudo terminar su carrera en Londres con diligencia y convertirse en un ser humano eficiente: ¡El ramen de sobre Maruchan! Esta sugerencia abre la caja de Pandora en la que se encierran todos los males del mundo así como la comida oriental deshidratada. Todo eso da no para un post, sino para un Tumblr. Por eso, de momento, lo dejamos todo aquí, que se ha hecho la hora de comer y tengo una moussaka congelada calentándose en el microondas.
Feliz sobredosis de grasas trans.

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