Si hay tres formas de conocer a alguien sería algo así como preguntar por lo que hace, por lo que es y por lo que dicen de él. Aplicado a un político podría ser la ideología, la profesión de la que viene y cómo lo dibujan los medios. Sin embargo el retrato-robot ideal tiene fallos: atendiendo a esos criterios los últimos presidentes de EE UU serían pacifistas, de izquierdas y ampliamente apoyados. Y no.
Vayamos por partes.
¿Cómo se puede definir la ideología de un político? Hay ejes en los que solemos manejarnos, pero en realidad no son correctos. Por ejemplo, izquierda-derecha. ¿Es el PP derecha y es el PSOE izquierda? Difícil responder: el PP dirá que el PSOE es izquierda y ellos centro; el PSOE dirá que ellos son centro o izquierda (según convenga) y sus rivales, derecha.
La gran verdad es que a la izquierda del PSOE ha habido mucho espacio para que florezcan formaciones de izquierda, mientras que a la derecha del PP no. Eso no tiene que ver sólo con el hecho de que el PP esté más a la derecha de lo que el PSOE está a la izquierda (que también), sino con la herencia sociológica de un país que sufrió una dictadura de derechas, que ha empujado a la sociedad a ser algo más de izquierdas (basta ver las encuestas de autoadscripción ideológica del CIS para confirmarlo).
Si esto fuera exactamente así y todos tuvieran un poco de razón, ambos estarían más hacia el centro… y sin embargo ahí también han florecido formaciones con más (Ciudadanos) o menos (UPyD) éxito.
Si el eje izquierda-derecha ya no es correcto, tampoco lo es el progresista-conservador: hay destacados dirigentes progresistas que ven un atentado contra las costumbres el prohibir los festejos con animales, mientras que hay destacados líderes conservadores que consideran una injerencia inadmisible que el Estado legisle sobre el matrimonio homosexual. Este sería el eje liberalismo-moralidad, que abriría una brecha especialmente en el ámbito conservador (entre los tradicionales más cercanos a la tradición religiosa y quienes defienden que el Estado no debe meterse en nada).
Son algunos ejes, pero hay más: nacionalista-no nacionalista o monárquico-republicano, por ejemplo. Se puede ser de derechas, nacionalista, liberal y republicano. O se puede ser de izquierdas, soberanista, defensor de la protección del Estado y monárquico.
En fin, la política es más complicada que las siglas.
Sirva un ejemplo como muestra: ¿qué es Obama? Como buen político estadounidense es conservador, capitalista, nacionalista, republicano… En Europa se comete el error de verle como alguien de izquierdas, pero lo que pasa es que en EE UU lo de ‘de izquierdas’ no cuadra. El Partido Demócrata al que pertenece Obama sería poco menos que el equivalente a la democracia cristiana de aquí (por lo moderadamente conservador, no por lo religioso). Claro que hay diferencias culturales: el culto a lo militar, a la patria y a la bandera son inasumibles en postulados europeos de izquierdas.
Sin embargo, ¿cómo dice el ‘saber popular’ que es Obama? De centro-izquierda. Y, por comparar, ¿cómo dice el ‘saber popular’ que es Rajoy? De derechas. No de centro-derecha, no: de derechas. Ese ‘saber popular’ es tan vago y difuso como es la Wikipedia, pero sirve como ejemplo de la autopercepción y la adscripción política de cada cual
Si así es como la gente ve a sus líderes, ¿cómo se les pinta? Para responder a esa pregunta hay que mirar a los medios de comunicación, que son quienes crean las representaciones de los líderes ante los ciudadanos: les ilustran de una u otra forma, creando imágenes y percepciones.
A ese respecto en EE UU hay una curiosa costumbre: los grandes medios piden activamente el voto para uno de los candidatos presidenciales en función de diversas razones. Claro que, como cada medio tiene su ideología, suele ser más frecuente que pidan el voto para los de su cuerda que para los otros (imagina el mal agüero que supone que no sea así, por aquello que ni siquiera ‘los tuyos’ te apoyan).
La industria de la prensa (y la radio, pero esa es otra historia) no funciona en EE UU como en España: allí no hay grandes compañías nacionales, sino más bien potentes cabeceras estatales, que suelen ser más potentes cuando más influyente es el Estado. No es que se conviertan en medios nacionales, pero digamos que alcanzan una consideración distinta. Y si hay dos periódicos impresos influyentes en EE UU esos son los que pertenecen a las dos ciudades más importantes del país, The New York Times y The Washington Post.
¿Y a qué candidatos suelen apoyar? Mayoritariamente a demócratas. De hecho, The Washington Post ha recomendado a nueve candidatos y los nueve han sido demócratas (en cuatro han perdido, en cinco han ganado). Por su parte, la tradición ‘recomendadora’ en The New York Times viene de más lejos: ha recomendado votar a 39 candidatos a lo largo de la historia (del total de 44 presidentes), y en sólo doce de ellas (menos de un tercio) optó por el candidato republicano (y eso que, de esos recomendados, tres cuartos llegaron a presidentes). El ratio de éxito de los candidatos demócratas recomendados es algo menor (de los 27 demócratas recomendados, sólo la mitad más uno han ganado).
Dicho todo esto de otra forma: hay que remontarse a Dwight Eissenhower para que alguno de los dos grandes periódicos del país pidiera el voto para un republicano… lo que debería hacer pensar que los demócratas son mejores (al menos en las últimas décadas), ¿no?
Si la ideología no es un buen parámetro, y tampoco las recomendaciones de los medios son fiables, ¿cómo tomar el pulso a los candidatos? Difícil hacerlo. Sin embargo sí resulta ilustrativo fijarse en las profesiones de quienes han ocupado la presidencia de EE UU para tomar conciencia del cambio de época vivido. En España la equivalencia sería hablar de la legión de abogados del Estado que pueblan las instituciones actuales y su comparación con los profesores universitarios que quieren tomar el poder, pero eso lo dejamos para otro día. Volvemos a EE UU.
Los primeros presidentes de EE UU eran mayoritariamente abogados y militares, con algunas ocupaciones diferentes (ocasionalmente el campo o la educación, más comúnmente otras ligadas al mundo de la empresa). Así fue, al menos, hasta Lincoln. Desde ahí hasta Roosevelt lo militar dominó sobremanera, con un par de honrosas excepciones centradas en los medios, y unos cuantos casos más de abogados: fueron los tiempos de las grandes guerras y la Guerra Fría.
Con Ford la cosa empezó a cambiar. De hecho, antes que él, Lyndon B. Johnson fue el último presidente militar, y el resto han provenido mayoritariamente del mundo del derecho o de la empresa. Si lo piensas, es todo un síntoma de los tiempos: tras la guerra triunfan los tecnócratas que controlan el sistema o quienes hacen dinero con él.
Así las cosas, los presidentes de EE UU son de centro-izquierda, muy queridos socialmente (a juzgar por el apoyo mediático) y eminentemente pacifistas (porque hace mucho ya que no triunfan los militares). Pero no, la cosa no va así.
¿Y tú, cómo definirías a tus políticos?
¿Cómo se puede definir la ideología de un político?
