‘Contando ovejas’, una película sobre el purgatorio del insomnio

'Contando ovejas' se estrenará el próximo miércoles 13 de abril exclusivamente en cines

El insomnio fue una poderosa herramienta para artistas famosos como Nabokov, Proust y Dalí. Ellos lo buscaron para impulsar el trabajo creativo.

Nabokov escribió en Habla, memoria:

«El sueño es la hermandad más idiota del mundo, con las obligaciones más altas y los rituales más crudos. Es una tortura mental que encuentro degradante».

Para Van Gogh el insomnio fue un don y una maldición. El insomnio durante su estancia en Arlés inspiró las obras más vanguardistas del pintor, que evocan un estado entre el sueño y la realidad. El insomnio también provocó alucinaciones acústicas y visuales que agravaron la salud mental de Van Gogh.

El insomnio como fuente de creatividad y de alucinaciones impregna cada escena de Contando ovejas (2022), ópera prima de José Corral Llorente que se estrenará el próximo miércoles 13 de abril exclusivamente en cines.

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La película transcurre entre lo real y lo onírico, la comedia negra y el drama sucio en una época indefinida —como ocurre en los sueños— en un edificio quizá señorial en otros tiempos pero que necesita reformas en el momento de la historia. Este edificio es otro protagonista más. La sordidez de los espacios creados por Chuck Palahniuk se ha instalado allí. Paredes desconchadas barnizadas por el polvo, escaleras con madera podrida y un ascensor jaula inservible.

Los pasillos sin fin con azulejos de las paredes rememoran los sanatorios mentales propios de los viejos filmes de terror ingleses. Los destartalados buzones no dejan duda: allí viven cuatro gatos.

Juan Grandinetti y Eneko Sagardoy en Contando ovejas
Juan Grandinetti y Eneko Sagardoy en ‘Contando ovejas’

Este edificio es el purgatorio para Ernesto (Eneko Sagardoy), un artista que sufre insomnio, aunque no ha cometido más pecado que vivir y grabar historias protagonizadas por muñecos. Un arte conocido como stop-motion que sí ha dado satisfacciones a Corral Llorente gracias al cortometraje de animación para adultos El desván, que consiguió numerosos premios y la nominación a los Goya 2004.

Consuelo Trujillo en Contando ovejas
Consuelo Trujillo en ‘Contando ovejas’

El insomnio no es un don para para Ernesto, sino un problema que afecta a su salud, su ánimo y su trabajo como chapuzas en el viejo edificio regentado por una anciana quisquillosa (Consuelo Trujillo) de la que recibe burlas y desprecio.

El culpable del insomnio es Leandro (Juan Grandinetti), un vecino que organiza fiestas de madrugada en el piso de arriba para vender drogas de diseño a personajes que parecen recién llegados de la grabación de un vídeo de Frankie goes to Hollywood. Fiestas que duran hasta el amanecer.

No es raro encontrar a Ernesto con su mono barato recogiendo latas y cacas de perro en la escalera mientras bajan los últimos invitados hijos del cutrelux. Fiestas que concitan el interés de personajes de revistas papel cuché como Paola (Natalia de Molina), adicta a las drogas y a Leandro, y sueño húmedo de Ernesto.

Natalia de Molina y Juan Grandinetti en Contando ovejas
Natalia de Molina y Juan Grandinetti en ‘Contando ovejas’

Cuando Ernesto protesta, con la boca pequeña, Leandro actúa como un matón de instituto acompañado por su perro de presa como arma disuasoria.

Laura (María Fernanda Valera), la asistenta peruana de la casera parece el único faro en el oscuro purgatorio. En cuanto la actriz aparece en la pantalla, tiene la rara cualidad de crear en el público una burbuja de magia y sosiego.

María Fernanda Valera en Contando ovejas
María Fernanda Valera en ‘Contando ovejas’

No cuesta imaginar que en algún momento Ernesto reaccionará contra quienes lo tratan como un trapo. Pero la solución llega de manera inesperada para el público e introduce la película en una fantasía oscura. No es posible decir más sin destripar la trama.

De alguna manera, Corral Llorente nos coloca dentro de un sueño en el que nos sentimos impotentes para alterar los hechos. El director desafía al público: quiere evitar que el público diga «Y ahora (pasa)…».

En Contando ovejas, la expresión «ahora (pasa)» no tiene cabida porque la película no está trazada siguiendo los manuales de guion. El espectador debe estar abierto a esperar lo inesperado.

Para crear en el público la sensación de estar indefensos ante las imágenes, Corral abre la película mostrando la vida miserable que soporta Ernesto en una distopía representada por el propio edificio.

En cualquier otra historia sería el comienzo del viaje del héroe, pero Ernesto no realiza ningún viaje porque desde la primera imagen se encuentra en ese punto que los manuales llaman «el vientre de la ballena»: el destartalado edificio señorial. El lugar en el que el héroe se aparta del mundo conocido. Pero Ernesto no es un héroe y solo conoce un mundo: el que provoca un perpetuo estado de insomnio.

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