La obsesión que tenemos con un videojuego puede medirse con un indicador bastante simple: lápiz y papel. No es infalible, pero generalmente cuando escribimos o dibujamos por culpa de un videojuego es porque estamos completamente metidos en él. Me refiero a tomar notas para resolver un puzle, pero también a garabatear a sus personajes o diseñar y dibujar nuevas pantallas. Esto último es lo que le sucedía a Robin Rath, a su hermano Christian y a su amigo Josh cuando eran niños: se volvían locos con juegos de Nintendo como Super Mario Bros. o Metroid, querían hacer sus propios juegos y no sabían cómo, así que dibujaban niveles en papel cuadriculado y le echaban mucha imaginación al asunto.
Este pequeño sueño de infancia de Robin se ha convertido en su negocio. Hace unos días, obtuvo más de 100.000 dólares en Kickstarter para financiar su proyecto Pixel Press, una aplicación que convierte dibujos hechos sobre papel cuadriculado en pantallas de videojuego plataformero. “Todo el mundo sabe qué son los juegos de plataformas y cómo se juegan”, explica Robin por e-mail, “y además son sencillos de diseñar. Es un buen punto de arranque tanto para nosotros como para los usuarios”.
El proyecto empezó en enero y en marzo lanzaron un vídeo mostrando cómo marchaba el proyecto. El buen recibimiento que tuvo aquel vídeo en foros y páginas especializadas les animó a acudir al crowdfunding. “Los usuarios esperan precomprar el producto en Kickstarter, así que parece que encajábamos ahí”, asegura Robin, “pero desarrollar un producto mientras llevas un Kickstarter es difícil y afecta mucho a tu forma de trabajar, porque es complicado mantener la comunicación, los correos y los tuits durante más de un mes”.
Pixel Press Walkthrough from Robin Rath on Vimeo.
Robin explica cómo funcionará la aplicación con ese vídeo de ahí encima. A través de la cámara del móvil o de la tableta, Pixel Press reconoce líneas, rayados, cuadros y cruces pintadas sobre una hoja hecha expresamente para la app (puede descargarse gratis aquí) y las transforma en bloques, obstáculos, saltos, trampas, puertas y potenciadores. Lo probamos, le damos forma, color y sonido y lo lanzamos a la red. Si tienes maña con el Photoshop y con programas de edición de sonido, puedes trabajar con tus propias texturas, con tus personajes y escogiendo la banda sonora y efectos de sonido.
Entre el dibujo sobre el papel y ‘press start’ solo hay una foto y un sencillo editor de distancia. Hay mucho desarrollo detrás, pero para mí suena a alquimia. Pero no es que Robin haya descubierto la transmutación al oro todavía. Al latón, quizá. Al cobre, como mucho. Pixel Press es capaz de generar juegos plataformeros sencillísimos, sin grandes virguerías de diseño. Su belleza está en cómo le da vida a algo que hemos dibujado más que en el resultado jugable. La diversión está antes en el proceso de creación y en la contemplación que en las partidas que echemos después. No he jugado a nada que haya sido diseñado con esta herramienta, pero esa es la sensación que me dejan los vídeos.
Por todo esto, parece importantísimo que Pixel Press siga creciendo y tenga una paleta lo más grande posible de enemigos, obstáculos, formatos, acciones y poderes. Incluso géneros: aventuras gráficas, matamarcianos, pegatiros, qué sé yo. Robin es consciente de esto y asegura que hay planes para que el programa siga creciendo después de su lanzamiento en diciembre. “Queremos expandir las posibilidades de la herramienta para que los usuarios puedan crear experiencias más complejas y contar historias”, cuenta, “Por ejemplo, queremos añadir un ‘sistema de habitaciones’ y la posibilidad de introducir texto para que el jugador pueda establecer lazos emocionales con el contenido”. ¿Y lo de tocar otros formatos? “Sí”, afirma, “nos emociona la idea de introducir más capas de aventura en el juego y géneros completamente nuevos como juegos de carreras”.
Robin no esconde que su aplicación está pensada para críos y para ‘niños grandes’. En la página del proyecto anuncian que PixelPress leerá en el futuro cuadrículas más grandes para que sea más accesible a los chavales. Al fin y al cabo, la idea se la debe a aquel Robin de 10 años que no sabía programar. Además, confía mucho en que su juego podría ser útil en las aulas. “Jugar es un incentivo muy habitual para que la gente aprenda”, dice, “PixelPress podría ayudar a los alumnos jóvenes a acceder a la informática, aprender cosas de diseño y mejorar sus habilidades motoras, su paciencia y su capacidad de trabajo en equipo”.
Todos los juegos, incluso los superventas, nacen en un trozo de papel. El ‘indie’ malagueño Locomalito ha contado en varias entrevistas que sus ideas empiezan sobre un cuaderno cuadriculado y los chicos de Deconstructeam han compartido en su Tumblr algunas de las notas con las que están diseñando el nuevo Gods Will Be Watching, por ejemplo. Incluso se comenta que los becarios de Nintendo han diseñado muchos de los niveles de los últimos ‘Super Mario’ con escuadra, cartabón, lápiz y altas dosis de estajanovismo nipón. Cuando hay una idea o una inquietud, basta con un pedazo de papel y algo con lo que pintarrajearlo para ponerse en marcha. Esos primeros trazos son la idea en su estado más bruto. Tener la técnica o el talento para llevarlo a cabo, es otro asunto. Y ahí está lo bonito de Pixel Press: coge la ocurrencia pura y la convierte en realidad. El pequeño Robin estaría llorando de emoción.