Una mujer embarazada y a punto de dar a luz, para más señas, ha encontrado una ingrata sorpresa llamada cucaracha en su cuenco de noodles en un restaurante en la localidad de Zhengzhou, situada al este de China. Así lo cuenta el South China Morning Post.
Ni corto ni perezoso, el dueño del local se ha excusado asegurando que «el sabor a cucaracha es un valor de nuestro restaurante». Y encima ha seguido ofreciéndola argumentos para intentar convencerla: «es normal encontrarse cucarachas en la comida, hace unos días encontré yo mismo una». Y para rematar la conversación la ha deleitado con un: «Lo que pasa es que eres muy exigente».
La mujer llamó a la policía y se personaron unos agentes. Fue casualmente cuando el dueño cambió su opinión y le ofreció 40 euros y un chequeo médico para comprobar que la cucaracha no había hecho mella en el estómago de su clienta.
Incomprensiblemente la mujer aceptó, pero –y aquí viene el remate–, justamente cuando se estaba sometiendo al análisis en el hospital, el propietario salió pitando. Según informan varios medios locales, el restaurante no cumple unas condiciones higiénicas mínimas. Y no debe de ser el único caso en China.
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