รrase una frรญa tarde de viernes en la que a Yorokobu le dio por preguntar a sus bellos, apolรญneos y extremadamente inteligentes lectores una cuestiรณn. ยฟDebemos bajar el listรณn de la calidad de soportes y plataformas para poder tener acceso universal y ubicuo a los contenidos culturales? ยฟHasta dรณnde?
La cuestiรณn la volviรณ a sacar a debate Neil Young (que, por suerte, no estรกs en los cielos) durante la conferencia D:Dive Into Media. ยซSteve Jobs era un pionero digital, pero cuando llegaba a casa escuchaba vinilosยป. Con ello, el adusto rockero canadiense querรญa significar la baja calidad de audio que atesoran los mp3 que disfrutamos todos.
El desarrollo de este formato ha hecho que exista la mayor oferta de contenidos de la historia al precio mรกs bajo que ha habido nunca. Esto, necesariamente implica una elevaciรณn en el nivel de conocimiento de los ciudadanos, un mayor nivel cultural y, por lo tanto, una mejora para todo el mundo. Sin embargo, eso supone tambiรฉn un sacrificio de la calidad de ese sonido.
Esta circunstancia no se da sรณlo con la mรบsica. En el caso de las publicaciones impresas, la calidad del papel o de la impresiรณn tambiรฉn influye determinantemente en la satisfacciรณn que estas revistas aportan al lector, pero, estarรญamos dispuestos a sacrificar la calidad del soporte por una mayor cantidad de contenidos?
Es evidente que la reducciรณn de costes ofrece a los ciudadanos con menos posibilidades econรณmicas la posibilidad de acceder con mayor facilidad a la oferta cultural. ยฟCaerรญamos en un defecto moral de โclasismo culturalโ exigiendo mayor calidad y, por lo tanto mayor precio?
Y la รบltima pregunta. Si tuviรฉsemos en un plato de una ficticia balanza la cantidad de contenidos y en el otro la calidad del soporte, ยฟdรณnde pondrรญamos el punto de equilibro? ยกDejad vuestras posturas y halagos a Neil Young por su trayectoria en los comentarios!