«Goma es un espacio de experimentación que huye del orden jerárquico del sistema actual. Es un lugar de coworking, pero al mismo tiempo es una incubadora de proyectos y productos, donde empresas de diferentes áreas consiguen intercambiar experiencias y unirse para la creación. Es un modelo de colaboración muy maduro que no tiene iguales en Brasil». Quien habla es Tomás de Lara, ideólogo de Goma, una asociación de empresas y personas que trabajan para la innovación y la economía colaborativa.
Goma acaba de cumplir un año de vida con 70 asociados que representan a 25 empresas. Y esto es solo el comienzo de un nuevo Río de Janeiro que está emergiendo con fuerza de las ruinas de la zona portuaria, abandonada durante varias décadas y hoy en plena ebullición gracias a un programa de intervención urbana llamado Porto Maravilha.
Es un proyecto muy ambicioso que, en vísperas de los Juegos Olímpicos de 2016, pretende reestructurar la bahía carioca y revitalizar una área llena de galpones, que recuerdan a los lofts de Nueva York invadidos por los artistas en la década de los 80. Inspirado en la Barcelona olímpica y en el Puerto Madero de Buenos Aires, el Porto Maravilha es, sin duda, la niña de los ojos del alcalde de Río de Janeiro, Eduardo Paes.
Criticado por los cariocas por su megalomanía, ha tenido el valor de desmantelar la Perimetral, un scalextric de proporciones gigantescas y de fealdad proporcional, construido en los años 70 para conectar el aeropuerto internacional de Río de Janeiro con el centro de la ciudad. Es la historia de Gallardón y el soterramiento de la M-30, versión Río de Janeiro. «Los cariocas no van a sentir la menor saudade de la Perimetral. Impide la conjunción de la ciudad con el mar. Los ciudadanos deben prepararse para unos días de tráfico complicado, pero para que haya un rescate histórico es necesario pasar por una etapa de trastornos», dijo el alcalde de Río a principios del año.
Sin duda, es una historia que se remonta a la fundación de la ciudad y a la trata de los esclavos, porque aquí llegaban desde África los navíos repletos de mercancía humana que posteriormente era vendida en todo el país. En este barrio, llamado Gamboa, corrían ríos de dinero a costa de la población negra, que era expuesta en la Pedra do Sal como ganado. Hoy la Pedra do Sal es sede de una de las ruedas de samba más representativas de la ciudad. De hecho, fue aquí donde nació la samba.
El Instituto Pretos Novos, una galería de arte fundada a partir del descubrimiento casual de un cementerio de esclavos, una enorme fosa común sobre la que está construida la gran casa colonial que es sede hoy de una galería, pretende recuperar la memoria histórica de esta época oscura de la historia brasileña. Dicen que el barrio de Gamboa entero está construido sobre estratificaciones de huesos, los cuerpos de esclavos muertos. La galería organiza visitas guiadas por el barrio para conocer la historia de la esclavitud.
Aquí en Gamboa, en marzo del año pasado, fue inaugurado el Museo de Arte de Río (MAR), premiado por su arquitectura innovadora. Además de ofrecer unas vistas privilegiadas a la bahía de Guanabara, el MAR ofrece exposiciones ligadas a la historia y la actualidad de la Cidade Maravilhosa en sus 15.000 metros cuadrados y con una colección permanente de 3.000 obras. Hoy es uno de los referentes culturales de Río de Janeiro.
Pero hay mucho más. El Pier Mauá, con sus 3.500 metros cuadrados de naves restauradas, es sede de eventos culturales significativos, como las ferias Fashion Río y Art Río. El Pier Mauá también es el punto de llegada de los cruceros de lujo, como el yate gigantesco en el que se hospedó el actor Leonardo Di Caprio durante su paso por la ciudad, en los Mundiales de fútbol.
Y, cómo no, el arquitecto español Santiago Calatrava va a construir en este barrio un macromuseo dedicado a la Ciencia, que permitirá al visitante vislumbrar cómo será su vida y la del planeta en los próximos 50 años. Se llamará Museu do Amanhã y tratará temas como el cambio climático, crecimiento y longevidad de la población. Inspirado en la flor de las bromelias, está siendo construido sobre uno de los antiguos muelles del puerto con la intención de que parezca que flota sobre la bahía de Guanabara.
El edificio tendrá 15 mil metros cuadrados, 20 metros de altura y su arquitectura será totalmente sostenible, aprovechando recursos como el agua de la bahía de Guanabara y la luz solar, a través de una estructura metálica móvil que se moverá como alas y servirá de base para las placas de captación de energía solar. Ubicado en un área de 30.000 mil metros cuadrados, la parte externa del Museo do Amanhã estará compuesta por jardines, espejos de agua, carril bici y área de ocio. Su cimentación está bajo el agua, tiene 2.500 pilares, 55.000 toneladas de cemento y 3.800 toneladas de estructura metálica para la cobertura.
Calatrava ha proyectado el museo de una manera que ninguna de las curvas del lado derecho es igual a la misma parte del edificio en el lado izquierdo. Con el 70% de las obras realizadas, está previsto que sea inaugurado en marzo de 2015, durante la celebración del 450º aniversario de Río de Janeiro. El objetivo es que se convierta en otro icono de la Cidade Maravilhosa y que reciba una media de 400.000 visitantes cada año. Y, como siempre, las polémicas envuelven la construcción del museo, cuyo coste se ha disparado pasando de un presupuesto inicial de 130 millones de reales (43,5 millones de euros) a uno (casi) definitivo de 215 millones de reales (70 millones de euros).
La implantación de un tren ligero que facilite la movilidad por el barrio y de un polo comercial de lujo pensado para los turistas de los cruceros son la culminación de este proyecto monumental, que hace entrever una ciudad diferente, moderna, emprendedora.
En este escenario, el equipo fundador de Goma ya se ha puesto manos a la obra para contribuir activamente a la revitalización de un barrio que aspira a convertirse en el centro de innovación, creación y diseño de Rio de Janeiro.
Goma trae a la cabeza el concepto de cola, de algo que junta personas, pero también inspira una idea flexibilidad. El nombre de este grupo no es baladí. Como todo en este lugar, fue fruto de una negociación entre iguales. Porque en Goma todo se decide de forma horizontal y asamblearia.
Nacido hace un año, este espacio de coworking ocupa hoy tres naves industriales restauradas en el barrio de Gamboa. La historia de su fundación es muy interesante. Inicialmente una única empresa tenía su sede aquí: Materia Brasil, una ebanistería que trabaja con materiales sustentables y que produce paneles de bambú, skate y gafas de madera.
Al poco tiempo, se dieron cuenta de que el espacio estaba subutilizado. Casualmente Gitec, una empresa de consultoría alemana que opera en más de 80 países y colabora con el Banco Mundial y el BID, estaba buscando una sede en Río de Janeiro. Entró en contacto con el equipo de Materia Brasil y surgió la idea de compartir espacio y gastos. Era 2012 y en aquella época solo había seis personas en el equipo.
Enseguida se enteraron de que el propietario de las naves contiguas quería alquilar sus locales y de allí surgió la idea de crear un espacio de coworking para empresas pequeñas, innovadoras y colaborativas. «Desde el comienzo vimos que el espacio tenía un potencial mucho mayor. De ahí que surgió la idea de crear una red con proyectos y líneas de trabajo comunes», cuenta Christoph Trusen, originario de Würzburg, Alemania, representante de GITEC Consult y cofundador del proyecto.
De hecho, de Goma ya han surgido productos y proyectos fruto de la colaboración de empresas diferentes. Por ejemplo, el flyer tridimensional con el estadio Maracaná que la FIFA distribuyó durante los Mundiales. Otro ejemplo de las sinergias que surgen en Goma es Terravixta, una empresa que produce miniaturas del Pão de Açúcar, del Cristo Redentor y de los Arcos de Lapa en resina, vendidas en museos y librerías de la ciudad. Las miniaturas fueron realizadas en colaboración con Materia Brasil, que se encargó de indicar el mejor material, y Zebu, que realizó la impresión de las cajas con tinta de cacao. El mismo concepto, para las gafas de madera de la empresa Zereses.
Hoy en Goma existe una consultoría, una agencia de publicidad y una empresa de crowdfunding. El grupo tiene varias líneas estratégicas de trabajo: la sustentabilidad, a través del estudio de arquitectura, de la empresa Gitec y de Materia Brasil; la economía colaborativa e iniciativa empresarial con fondo social; y la innovación de productos y proyectos. Otra característica es la juventud de sus miembros, que rondan los 30 años. «Fue una creación de jóvenes para jóvenes en busca de una propuesta empresarial y económica alternativa», cuenta Christoph, que a sus 54 años es el veterano de Goma.
El espacio fue reformado por ellos mismos. Negociaron con los dueños 18 meses libres de alquiler a cambio de la obra y solicitaron una financiación al Ayuntamiento de Río, que terminó concediendo una ayuda de 300.000 reales (100.000 euros) para recuperar el edificio, que está protegido y considerado patrimonio histórico. Paralelamente, el grupo fundador comenzó un proceso de búsqueda y selección de los socios.
Hubo también un proceso de crowdfunding para costear la obra, gracias al cual consiguieron 200.000 reales (casi 70.000 euros). También pidieron a socios y amigos un crédito blando, que ya están consiguiendo devolver incluso con intereses del 1%. Los arquitectos de Goma se encargaron de toda la reforma.
«Fue un proceso muy complejo, porque aquí tenemos reglas internas y absolutamente todo se vota de forma democrática. Hubo asambleas, grupos de trabajo que planificaron la parte financiera y la obra propiamente dicha», revela Christoph.«La gobernabilidad colaborativa basada en el consenso es muy importante para aprender a tomar decisiones de forma horizontal, más democrática», asegura Tomás de Lara.
Goma es un proyecto moderno, cosmopolita y transnacional que se inspira en otras experiencias parecidas. El modelo por excelencia es el Impact Hub, un centro de coworking que nació en Holanda y que hoy opera en 54 ciudades de varios países del mundo. Otra referencia de economía colaborativa es Art of Hosting.
«Ellos desarrollan tecnología social para el diálogo democrático», señala Tomás de Lara. También cita el Agora Collective de Berlín, donde hay sala de yoga, un restaurante con chefs internacionales, una sala de silencio, un software avanzado para el coworking «y una agenda cultural muy guay». Sin olvidar la Mutinerie, en París, «uno de los mejores espacios de coworking de Europa, bonito, conocido y muy desarrollado».
La elección de la localización no ha sido casual. Al margen del proyecto oficial del Porto Maravilha, Gamboa ya atrae a artistas y creativos en busca de un espacio urbano apto para la experimentación: desde el grupo de artistas reunidos en la Fábrica Behring, instalados en la zona de Santo Cristo, hasta el Distrito Criativo, una iniciativa ligada a las empresas involucradas en el proyecto Porto Maravilha.
Aún así, Christoph espera que el Porto Maravilha termine siendo diferente del Porto Madera de Buenos Aires. «Aquí hay una historia y una realidad sociológica muy diferente. En esta zona llegaban navíos cargados de esclavos, debajo de estas calles hay enormes fosas comunes repletas esclavos africanos. Tenemos la Pedra do Sal, donde era vendidos lo esclavos y donde se dice que nació la samba… Eso no puede simplemente convertirse en una zona comercial de lujo. Es preciso tener una interacción con el tejido social del barrio», asegura.
«Queremos proponernos como actores responsables de la revitalización de la zona, creando nuevos empleos pero sin olvidar las peculiaridades de Gamboa», concluye.
De mercado de esclavos a diseño futurista: el barrio portuario de Río se reinventa
