Ni todo el dinero del mundo te salvará de la ‘depre’

Mariano Rajoy vivió el día de ayer como si estuviera en una canción de Kokoshca.

«Hay mucha gente, estoy muy solo, me quiero ir a casa, cada semana.
Así que creo que esta noche tendré que cerrar el garito otra vez».

La vida es una sucesión de gestos que envían mensajes para ocultar la realidad. Y un presidente que se encierra en un bar a la hora de comer y sale con sonrisilla cerca de la hora de cierre es exactamente el líder que merecemos. No sé si es el líder que queremos, pero sí el que merecemos.

A la vez, en el Congreso de los Diputados, un bolso se acomodaba en el escaño vacío del presidente censurado. Otro gesto. Otra foto para la historia.

What you see is NOT what you get

Aunque el señor Rajoy saliese ayer sonriendo del restaurante en el que se atrincheró, es bastante probable que los sentimientos que fluían por el interior de su psique fueran mucho más turbios. No todos los días te dejan sin ver los partidos de España en el Mundial de fútbol. Y menos cuando ya lo tenías al alcance de la mano. Ni todo el dinero del mundo puede librarte de eso.

Y de eso va el Piensódromo de hoy (mientras Bob Dylan pide cita a su psicólogo): del sufrimiento que no se ve, de ‘la procesión que va por dentro’ y de que ni todo el dinero del mundo puede librarte de eso cuando te golpea.

Es posible que hayas decidido que solo te interesan las cosas propias de tu generación y no sepas quién es ElRubius.

Rubén Doblas (28 años) es el youtuber con más suscriptores de España y el tercero que más adeptos tiene en todo el planeta. Es popular, es rico y vive haciendo lo que más le gusta. Pero ha petado.

Su cabeza no puede más y ha decidido bajar el ritmo por consejo médico. «Cada vez siento más y más presión y cada vez me pongo más nervioso. Y cada vez me cuesta más respirar. Me dan como bajones. He terminado algunos directos superpronto porque notaba que me desmayaba».

La exigencia de tener que dar siempre la mejor cara, de mantener un ritmo de producción infernal y de no resetear el cerebro en años acaba con (casi) cualquiera y ese no es un asunto que dependa de la renta.

El propio ElRubius explica con temor una afección que no se acepta socialmente si el nivel de vida del enfermo es acomodado. «Suena a problema del primer mundo, lo sé. […] Hay muchos ejemplos de famosos que han perdido la cabeza y ahora entiendo por qué puede pasar. No quiero llegar a ese punto».

Si te dedicas al humor, el contraste es aún más chocante. Es posible que, cierto, Eugenio no hubiera sonreído en su vida, pero sí la dedicó a hacer reír a los demás y a cobrar por ello. Mucho. Y merecido.

Pero mientras la profesión de Eugenio se desarrollaba entre chistes, whisky con naranja y cigarritos, su vida personal se disolvía entre problemas familiares, drogas y despilfarro.

Filmin tiene en su catálogo hasta el 17 de junio el documental Eugenio, que cuenta el ascenso, éxito y autodestrucción del genio catalán que era capaz de hacer reír manteniéndose en silencio sobre el escenario.

De todos estos casos, el más dramático sin duda alguna es el del dueño del segundo Taburete más famoso de España tras el de Eugenio.

Todos sienten la tentación de hacer chistes acerca de Willy Bárcenas solo porque es el hijo de Luis Bárcenas (extesorero del Partido Popular) y su esposa, Rosalía Iglesias.

Es posible que el exsenador tenga una fortuna en Suiza y que su mujer y él sumen 48 años de cárcel en condenas por más de una decena de delitos. Pero tras eso, se oculta un drama humano que visibilizó la propia madre del cantante. Un niño que se queda desamparado, solo, sin padres. Es cierto que Willy Bárcenas tiene una profesión que, aparentemente le va muy bien; es cierto que tiene 29 años; es cierto que su red social de seguridad le mantiene lejos del riesgo de exclusión, pero eso no hace que estemos ante una situación difícil.

Rosalía Iglesias ingresó en prisión por no poder reunir la fianza de 200.000 euros que exigía el juez del caso. Pero el joven Bárcenas sí pudo reunirlos. Al fin y al cabo, quién no ha gastado alguna vez un poco más de la cuenta en la cena.

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