Barcelona es una ciudad acostumbrada a ser mirada. La ciudad atrae cada año a millones de turistas que se detienen (para perjuicio del resto de viandantes muchas veces) a admirar y fotografiar las fachadas de sus edificios más icónicos, sus parques, sus vistas… La estatua de Antoni Gaudí es una de las solicitadas.
Pero mientras que el padre de la Sagrada Familia acapara la atención de los viandantes, en la ciudad hay muchos otros Antonis (al igual que también hay Cármenes, Pedros, Amparos, Jordis, Eugenis, Matías… ) de carne y hueso en los que nadie repara. Personas que pueden pasarse días, a veces semanas, sin una visita, una llamada o un «oye, ¿cómo estás?».
Pensado en todos ellos, parte la campaña Decimos NO a la soledad no deseada que la agencia creativa ROSAPARKS ha lanzado con motivo del Día Mundial de la Soledad No Deseada (16 de diciembre), junto a Sant Joan de Déu.
A través de una acción de street marketing, la campaña interviene algunas de las estatuas más icónicas de Barcelona para lanzar una pregunta incómoda: ¿Cómo es posible que dediquemos tanto tiempo a los símbolos y tan poco a las personas que se sienten solas a pocos metros?
Al igual que Rosa Parks, en su día, cambió el rumbo de la historia con un simple no, la iniciativa propone otro no igual de urgente: el NO normalizar la soledad como parte del paisaje. Porque la soledad no deseada no es normal, aunque nos hayamos acostumbrado.
Tampoco es una cosa que afecta solo a las personas mayores, aunque este sea el colectivo más afectado. Según datos de la propia agencia, en Cataluña, 1 de cada 5 personas la sufre. En Europa, más de 30 millones. Y 1 de cada 4 jóvenes también sabe lo que es sentirse solo.
Junto a las acciones en la calle, la campaña cuenta con una web que recoge datos, contexto y, sobre todo, propone vías para pasar a la acción a través de los programas de acompañamiento de Sant Joan de Déu: voluntariado, actividades comunitarias, apoyo emocional, espacios seguros para jóvenes y redes pensadas para crear vínculos que duren más que un like.
Sumarse no requiere de capas ni poderes de superhéroe. Solo tiempo y presencia para evitar que aquellos que no quieren estar solos dejen de estarlo, al menos por un rato.
