Rubén Martín de Lucas tiene una teoría: si un día nos visitase un alienígena, daría por hecho que el césped es la especie dominante en la Tierra. Solo tendría que mirar los millones de esclavos que trabajan para él, capaces de despejar zonas vírgenes solo para facilitarle más espacio y sembrar sus semillas para que no tenga que preocuparse ni de reproducirse. «Si yo viniera de otro planeta tendría claro quién trabaja para quién y cuál de las dos especies es aquí la inteligente».
La del césped no es la única paradoja que se deriva de nuestra peculiar manera de relacionarnos con nuestro entorno. La manía del ser humano de controlar todo lo que ocurre a su alrededor nos ha llevado a domesticar y doblegar todo lo domesticable y doblegable, en opinión de Martín de Lucas.
«Hemos domesticado y doblegado todo lo que se dejaba domesticar y doblegar y hemos arrinconado o exterminado todo aquello que se obstinaba en permanecer salvaje. El presente viene con una dolorosa verdad: al 99,9% de las especies les iría mejor sin nosotros. Es urgente revisar nuestra manera totalitaria y despótica de relacionarnos con nuestro entorno; es hora de erradicar esa visión de una humanidad en la cúspide, donde todo está a nuestros pies, para vernos como un simple nodo en una red donde todo nodo y toda relación tienen un profundo valor».
En Domare et dominari, la exposición para la Galería Bea Villamarín Martín, De Lucas reflexiona sobre la tóxica relación que mantenemos con el resto de seres con los que compartimos planeta.
«A algunos animales
les consideramos buenos
como a los pollos
los perros
las ovejas
otros claramente son alimañas
bichos salvajes
animales dañinos
que se comen nuestro ganado
el criterio es sencillo
si nos interesan son buenos
si no nos interesan son malos
mirad las malas hierbas
las llamamos “malas”
porque se empeñan en crecer
donde nosotros no queremos
a veces intento pensar
como si fuera un animal
o una de esas malas hierbas
entonces surgen preguntas interesantes
– ¿cómo se referirán ellas a nosotros? –
– ¿cómo nos ven? –
quizás nos llamen
plaga
peste
epidemia
al fin y al cabo crecemos en todos lados
ocupamos todo el territorio
sustituimos la biodiversidad por monocultivos
me pregunto si las plantas y los animales
nos rociarían también con glifosato».
Además de pinturas, la muestra acoge una instalación de audio y un mueble «que esconde tesoros», perteneciente a la serie Días transgénicos, un proyecto que habla sobre el distanciamiento creciente de la humanidad respecto a la naturaleza.
«Libretas manuscritas, textos mecanografiados, varas, libros, bocetos originales, un cajón con tierra para meter los pies, un mp3 con cascos y una atmósfera sonora pensada para la escucha son algunos de los elementos que conforman un artefacto que permite al espectador viajar al universo del artista sin moverse del sitio», se explica desde el catálogo de la muestra que permanecerá abierta hasta el próximo 16 de noviembre.