Mad Men llega a su final con la muerte de Don Draper aleteando sobre nuestras cabezas gachas. Todas las conversaciones giran en torno a las circunstancias que obligarán al publicista de AMC a arrojarse por la ventana, personificando los célebres títulos de crédito. Error. Deberíamos hablar de su epitafio. ¿Qué mandaría escribir en su lápida nuestro copywriter favorito?
QUÉ HACES LEYENDO ESTO EN VEZ DE ESTAR FOLLANDO
Demasiado procaz para el elegante protagonista, aunque condensa en una línea una de sus grandes pasiones: zumbarse a la vecina de camino a comprarse el pan.
DE TODO MENOS IMPOTENTE
Nos vamos acercando. El bueno de Don vivió, como mínimo, dos vidas paralelas. Entre ambas fue soldado, comercial, mecánico o director creativo. Cualquier cosa menos un flojo.
ERES LO QUE QUIEREN QUE SEAS
Ese podría ser Donald pidiendo grabar en piedra que tus ilusiones son ajenas y tu existencia mediocre. Solo le estás llevando flores porque quieres que tu novia vea en ti a alguien generoso. Das pena.
ME GUSTAN LOS CAMBIOS, PERO ESTE HA SIDO DURO
Él, ante todo, ama la vida. La libertad que produce no poseer un contrato. El sol de california en la cara desnuda. Revolver el pelo con olor a azahar de una actriz novel. Don podría vivir en un cambio constante que no implicara morirse.
LA GENTE SIGUE COMPRANDO CIGARRILLOS
Un hombre de convicciones férreas y frases lapidarias, nunca mejor dicho, jamás renunciaría a recordar cuándo tuvo razón.
VUELVO EN UN RATO
No podemos descartar que llegase tarde a su propio entierro
CUANDO UN HOMBRE ENTRA EN UN FÉRETRO, TRAE TODA SU VIDA CONSIGO
No, este no. Aunque incluya una lectura existencialista (de esas que tanto le gustan), es un epitafio demasiado largo. Solo podría dictarlo al marmolista en un instante de debilidad. Habiendo renunciado a sus nociones de ideación de buenos y breves titulares. Impensable.
LA ÚLTIMA, A MI SALUD
Alcoholismo y humor negro. Dos eslabones del ADN de Don. Honrarías su memoria aderezando un Old Fashioned con pétalos de su corona fúnebre.
DEJÓ ATRÁS UNA MUJER, TRES HIJOS Y UN MONTÓN DE ZORRAS
Este lo firmaría Betty.
ABANDONÉ LA PUBLICIDAD Y ENVEJECÍ FELIZ FRENTE AL MAR
Y este, el que querríamos leer todos.