El precio de convertirse en superhéroe

Si dispone de unos ahorrillos y tiene ganas de notoriedad, la tecnología pone ahora a su disposición casi todos los poderes de que hacen gala los superhéroes de los viejos tebeos que nos fascinaban cuando éramos niños. Brazos biónicos, visión nocturna, rayos mortíferos, vuelo autónomo, blindaje corporal, atributos sexuales ilimitados… Prepare la VISA o la MasterCard.
No olvidemos que casi todos los grandes avances de la ciencia y la tecnología se deben a la industria del armamento. El radar, Internet, el horno microondas, el Whopper ® o la bomba de neutrones, sin ir más lejos. El gigante Lockheed Martin ha lanzado al mercado su HULC (Human Universal Load Carrier), que permite a un militar cargar con 100 kg de peso y correr a 15 km por hora durante largas distancias.
Desde un punto de vista genético, la manipulación de soldados para obtener guerreros infalibles se explora en la divertida Soldado Universal (Roland Emmerich, 1992) cuyo estupendo eslogan rezaba: “Casi humano. Casi perfecto. Casi bajo control”.  Y la frase promocional de Robocop  (Paul Verhoeven, 1987) decía: “Mitad hombre, mitad máquina… todo policía”. ¡Ah, qué tiempos aquellos!
Batman es quizá el único superhéroe de los cómics que admite de una manera sincera y honesta su dependencia de la tecnología. No predice el futuro, no procede de un planeta con kriptonita, no le ha picado una araña radioactiva… simplemente es multimillonario, está loco y frecuenta el gimnasio. En Gotham eso es suficiente para llevarse el gato al agua. En este caso a Cat Woman.
Las Google Glases podrían aparecer en cualquier tira pulp de los años 50 o 60 del pasado siglo, y ahí las tenemos, de momento por el módico precio de 1.400 dólares, pero en un par de años nos las regalarán con la prensa del domingo. Mientras, la revista WIRED ya analiza las implicaciones de los llamados “Transhumanos”, y se hace eco de los implantes de retina con visión nocturna, lo que conferirá a sus propietarios una ventaja indiscutible sobre el resto de mortales.
Con una cartera fluida y generosa uno puede convertirse en lo que desee. Los caballeros ya pueden impresionar a sus chicas (o chicos) mostrando increíbles prótesis sexuales que conviertan la palabra Viagra en un recuerdo medieval ¿quién quiere una píldora cuando por 900 dólares se puede tener… esto?
La conexión inalámbrica con dispositivos wireless controlados directamente desde la mente ya es posible  practicando un orificio en el cráneo en el lugar preciso, e implantando los electrodos correspondientes. Ray Kurzwell es una de las mentes más brillantes y predictivas de nuestra época, y afirma que en 2040 podremos por fin descargar o transferir los contenidos de nuestra mente a un ordenador.
La compañía japonesa Cyberdyne ha desarrollado un exoesqueleto bautizado como HAL (Hybrid Assisted Limb).  Servirá para mover equipos muy pesados en zonas de desastre… o para pegarse un fiestón en la noche de Tokio.
El traje de más de 100.000 euros llamado Ekso pesa 23kg, está fabricado en titanio, y de momento sirve para que algunos afortunados pacientes parapléjicos puedan moverse de nuevo, lo que no es poco. Y si lo fuera, con esta máquina, el Martin JetPack, podemos emular a James Bond y volar hacia nuestro club favorito
Pero hay una línea muy clara, la que separa al paciente o enfermo del vividor. Los primeros necesitan la tecnología para volver a ser humanos. El bon vivant la utiliza para divertirse.
Las mujeres no parecen en principio muy interesadas en estas mejoras, más allá de su febril adopción de la cirugía estética en todas sus formas y colores. Pero es solo eso: estética. Las superheroínas The Bionic Woman, Superwoman, Raven, Wonder Woman, Power Girl… son anotaciones al margen en un cuaderno lleno de hombres musculados que visten ridículos leggins de lycra. Sin embargo, en la novela fundacional del cyberpunk Neuromante (Minotauro), William Gibson nos describe a la protagonista como una superchica mejorada biónicamente, llamada Molly Millions.
Lo que parece evidente es que la saga de Iron Man cada vez será menos exótica. Y usted y yo, si no espabilamos, cada vez seremos más frágiles.

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