El pasado, a menudo, se estira más de lo que uno imagina. El origen de los emoticonos retrocede cada vez más atrás. Ya vamos por la época victoriana y nada descarta que el futuro halle uno de estos signos en un texto medieval. Pero, además, su origen no está en el lenguaje digital. Los correos electrónicos, efectivamente, los popularizaron tal y como los conocemos hoy [ 🙂 🙁 :-/ ], pero nacieron, al menos, un siglo antes.
La utilización de símbolos como sustitutos de palabras era algo común a mediados del XIX. En la década de 1850, los dígitos «97» no siempre representaban una cifra. Al final de un documento significaban, en código morse, «Love and Kisses» (Amor y besos) y las despedidas más formales, «Best Regards» (Atentamente), se escribían con un «88».
Muy poco después, y hasta que la historia muestre lo contrario, aparecieron nuevas combinaciones de signos de puntuación que no solo querían sustituir palabras. Pretendían mostrar una expresión humana. El primer guiño ; ) encontrado en las hemerotecas está en la transcripción de un discurso del presidente estadounidense Abraham Lincoln publicado en The New York Times el 7 de agosto de 1862.

Nadie sabe si fue una errata o el escritor quería dibujar una risa realmente. Los signos de puntuación que simulan el gesto cierran un paréntesis que dice «(applause and laughter ;)» (aplauso y risas 😉 Los investigadores no se ponen de acuerdo. Unos dicen que la persona que lo escribió pudo hacerlo como una broma y otros no ven una lectura más allá del mero error tipográfico, según un artículo publicado por The New York Times en 2009.
Pero tres décadas después de esa supuesta risa tipográfica ya no hay dudas. En 1881 aparecieron los primeros iconos que imitaban un rostro con una expresión. La revista satírica estadounidense Puck publicó unos iconos que imitaban un rostro con un gesto humano. En el número del 30 de marzo, en el centro de una página, una noticia titulada Arte tipográfico muestra parte de sus «estudios sobre pasiones y emociones», e ironiza al advertir que no mostrará todo su catálogo de signos para no deslumbrar al público. La nota, además, adelanta una tendencia que, un siglo después, iría de la mano del uso masivo de estos signos en los mensajes de correo electrónico y otros canales digitales: «No copyright».

Las cuatro caras diseñadas en Puck muestran alegría, melancolía, indiferencia y asombro utilizando trazos rectos, líneas curvas y puntos que simulan cejas, ojos, narices y bocas. Esta noticia satírica muestra que los emoticonos, en sus orígenes, eran verticales. En el papel se les podía mirar de frente. Fue en la era de internet cuando se tumbaron y quedaron en horizontal sobre la línea de texto.
Esta propuesta tipográfica de Puck surgió el año en que Graham Bell presentó el que se considera el primer detector de metales, arrancó el primer servicio regular de tranvía eléctrico en una ciudad (Berlín) y nació Pablo Picasso. Ese mismo año el periodista y escritor estadounidense Ambrose Bierce comenzó a publicar una columna cómica en la que proponía nuevos significados para palabras inglesas. La sección se llamaba The Devil’s Dictionary y así se tituló también el libro que publicó en 1911 como diccionario de humor.
En la obra, Bierce propone «introducir una mejora en los signos de puntuación» para representar la sonrisa, según Twittergrafía. El arte de la nueva escritura, de Mario Tascón y Mar Abad (Disclosure: la autora de este artículo es coautora del citado libro).

El escritor satírico lo representa con un paréntesis tumbado que recuerda unos labios sonrientes en su ensayo For Brevity and Clarity. «Pero este signo ‘sonrisa’, antecedente de los emoticonos, ha sido reproducido erróneamente (incluida la Wikipedia) como una combinación de tres rayas que evocan una sonrisa: \___/ , en lugar del paréntesis que se ve en las páginas del libro de Bierce (ver imagen). Y, claro, como todos copiamos de las mismas fuentes, se han repetido esas tres rayas por la Red hasta el infinito, basándose no en el original, donde el paréntesis tumbado, la sonrisa, está muy claro, sino en una nota a pie de página de un estudio online posterior sobre la obra de Bierce de un profesor que no supo cómo representarlo y lo simuló con las tres rayas, sin saber que iba a provocar una confusión universal hasta que algún wikipedista lo corrigiera», escriben los autores en Twittergrafía.
Medio siglo después un columnista estadounidense volvió a hablar de los signos de puntuación para representar gestos humanos. En 1967 Ralph Reppert relató en el Sunday Sun de Baltimore: «Mi tía Ev es la única persona que conozco que puede escribir una expresión facial». El libro Shady Characters: The Secret Life of Punctuation, Symbols, and Other Typographical Marks, de Keith Houston, recoge el párrafo donde el autor explica cómo su tía Ev representaba estos gestos.
Dos años más tarde alguien vuelve a sentir la necesidad de utilizar unos emoticonos que aún no existen. En abril de 1969 The New York Times publica una entrevista con Nabokov. El periodista le pregunta cómo se clasificaría entre todos los escritores de su época y los del pasado reciente. El autor de Lolita contesta: «A menudo pienso que debería existir un signo tipográfico especial para la sonrisa. Una especie de señal cóncava, un paréntesis circular supino que ahora me gustaría trazar para responder a esta cuestión». Aunque, según indica Keith Houston en su libro, el interés del literato por estas grafías empezaron y terminaron en esa frase. Nabokov nunca escribió sobre este tema.

Desde el arte llegó, en esa misma década, una nueva expresión para mostrar la sonrisa en todo el mundo. La dibujó Harvey Ball en 1963 y en muy poco tiempo saltó masivamente a papeles, pósters, carpetas y telas. Era el ‘smiley’, esa carita amarilla a la que se atribuye un nuevo impulso de los signos que pretenden representar una emoción.
La escritura en internet supuso la generalización de los emoticonos tal y como los conocemos hoy [ :-0 :-I 🙂 ]. El impulso definitivo se atribuye a la propuesta que hizo el informático estadounidense Scott E. Fahlman en un mail que envió al tablón de anuncios electrónico de su universidad, Carnegie Mellon University, el 19 de septiembre de 1982.
«Este correo fue recuperado en uno de los trabajos de arqueología cibernética más famosos y arduos conocidos hasta ahora, ya que el mensaje original no se pudo encontrar hasta pasados 20 años, cuando apareció en una copia de respaldo de los ordenadores por los que había circulado», relatan en Twittergrafía. Y «como bien advertía el mensaje: para ver correctamente las caras que pretenden representar hay que girar la cabeza».
«Los dos emoticonos que aparecen en el texto anterior son también los más universales de una larguísima serie que ha pasado de representar estados de ánimo a dibujar caricaturas», continúan. «Este añadido a nuestra escritura se extendió rápidamente porque les proporcionaban un toque ‘humano’ en un mundo cibernético que lo necesitaba. También han sido adoptados de forma casi universal porque aminoran la ausencia de un canal visual en la conversación y añaden riqueza a las frases al incorporarles información emocional, además de trascender las barreras idiomáticas. La mayoría representan gestos de la cara ya que es la zona del cuerpo donde más formas de expresión no verbal se concentran».
Pero el humano no es ni el principio ni el fin del mundo. Los orígenes antropomórficos de los emoticonos al instante mostraron sus limitaciones y los humanos alegres 🙂 y tristes 🙁 vieron que no podían vivir sin gatos =^.^= ni peces <«)))>< ni rosas @>– e incluso zombies 8-# y vampiros :-E
Algunos ejemplares de la revista satírica Puck de 1884.