Tras el devastador terremoto de enero de 2010 en Haití, Max Bouvier, químico de 72 años con un doctorado en la Sorbona y cabeza espiritual de los más de 4,5 millones de haitianos practicantes del voodoo, habló con el entonces presidente René Préval. Estaba preocupado por las fosas comunes donde los muertos eran enterrados sin tener “en cuenta las tradiciones” haitianas, un país donde el temor a que un familiar vuelva convertido en un zombi hace que a veces los cadáveres sean decapitados o se llenen los ataúdes de venenos y amuletos.

En Haití el zombi es un ser mirada perdida y habla balbuceante y nasal al que se le tiene compasión. El miedo se reserva para la posibilidad de ser convertido en uno, proceso que requiere ser puesto en un estado de muerte aparente por la hechicería y ser despertado carente de voluntad bajo las órdenes de un amo. Llegada la creencia con los esclavos de África Occidental e introducido en la cultura occidental tras la ocupación estadounidense de Haití entre 1915 y 1934, Hollywood popularizó el tema con I walked with a zombie (1941) para luego ser el cine de George A. Romero el encargado de transformarlo en esa epidemia apocalíptica que refleja la serie The Walking Dead.

Al etnobotánico y explorador de la National Geographic Wade Davis se le nota un cambio en la voz cuando escucha por teléfono la palabra con Z, pero se aviene a contestar algunas preguntas. Su aventura en busca del zombi en el Haití de los años 80 dominado por el dictador Baby Doc le trajo fama y unas dosis de controversia a un nivel mediático no muy común en la academia.

Davis llegó a Haití en 1982. Con referencias académicas al nivel de Harvard, Davis seguía los textos de investigadores occidentales y haitianos sobre el zombi. La teoría a la que llegó tras meses de trabajo de campo veía la zombificación como una forma de control social, posible mediante la creación y administración de ciertos venenos por los bokors- sacerdotes freelance voodoo- y solo factible en aquellas personas que realmente creen en la posibilidad de ser convertidos en uno.

Estos venenos, de los que Davis logró ocho muestras, usaban según él la toxina del pez globo, una de las más fuertes presentes en la naturaleza y que se puede encontrar en el Caribe y el mar de Japón. Los resultados toxicológicos fueron contestados por varios investigadores y estos a su vez fueron contestados por Davis. “Si a un japonés le envenenan con esta toxina, piensa que ha sido envenenado”, explica, “si le pasa a un haitiano, cree que se convertirá en zombi”. “No debe jamás dejarse fuera el poder de las creencias”, arguye.

Este poder de las creencias puede verse en el artículo 246 del Código Penal Haitiano, que pena la administración de sustancias que “sin causar la muerte, han producido un estado letárgico más o menos prolongado” y en que François Duvalier- padre y dictador anterior a Baby Doc, además de segundo presidente negro de Haití tras la dominación mulata tras la independencia de 1804- gustaba de vestirse como el Barón Samedi, señor de los cementerios en el panteón voodo, y usaba estas creencias para crear miedo entre la población. Duvalier padre había creado una milicia esotérica y ultraviolenta conocida popularmente como los Tonton Macoutes con la que oponerse al ejército.

Incluso críticos como el antropólogo del University College London Ronald Littlewood, que en su artículo Clinical findings in three cases of zombification, escrito a dúo con el médico haitiano Chavannes Douyon, refuta la teoría de la zombificación alegando inestabilidad mental en los sujetos investigados, asumen que estas creencias están presentes y que “Haití esta lleno de casos” de gente que dice haber sido zombificada.

Melanie Bodi, de la McGill de Canada y autora de un artículo en el que trata de responder a la pregunta de qué es el zombi para los haitianos practicantes de voodoo, resalta que durante los meses posteriores al brutal terremoto que desoló el país en enero de 2010 “los periodistas informaban de un aumento en los testimonios de zombificación”. “Sin importar si estos testimonios son válidos o no, el hecho es que la creencia en el zombi está muy viva en el país”, concluye. Como decía Julio Caro Baroja en en su libro Las brujas y su mundo que “en este asunto, la opinión pública es más digna de tener en cuenta que la idea que de sí misma tenga la hechicería”.

Ilustración: mDonada

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