André Aciman: «La atracción del arrepentimiento es mucho más fuerte que el amor que vivimos o el amor que imaginamos»

8 de septiembre de 2020
8 de septiembre de 2020
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Veinte años han pasado desde que Elio y Oliver se dijeran adiós en la novela de André Aciman Llámame por tu nombre (Alfaguara, 2008). La historia de amor de estos dos jóvenes sorprendió y encandiló a miles de personas gracias a su versión cinematográfica, dirigida por Luca Guadagnino en 2017. Algo más de diez años después de su publicación, llega su esperada segunda parte, Encuéntrame (Alfaguara, 2020), que también será llevada a la pantalla grande con el mismo reparto de la primera.

Encuentrame de André Aciman

Mientras que en Llámame por tu nombre la acción transcurría en verano, todo invitaba a explorar nuevas sensaciones y el ambiente estaba cargado de una cálida sensualidad, en Encuéntrame, la acción se desarrolla en otoño, la metáfora de la madurez, la estación de la melancolía y la serenidad que da la edad para entender qué vivimos, qué sentimos, qué deseamos aún. Los personajes han madurado. Los espectadores y lectores que se enamoraron con ellos (y de ellos) entonces, también.

[pullquote]Así arranca la historia de Encuéntrame, con un encuentro. Y es a través de eso, de los encuentros, como Aciman construye esta novela[/pullquote]

Elio se ha convertido en un pianista reconocido que vive en Italia. Oliver sigue siendo aquel amor de verano que no ha olvidado y que vive en Estados Unidos, casado, con hijos y profesor universitario. Pero en esta segunda parte, Aciman da un mayor protagonismo a Samuel, el padre de Elio, y comienza con él la historia. Durante el viaje en tren que este personaje realiza para dar una conferencia y visitar a su hijo en Roma, conoce a una persona muy especial que le cambia la vida. Así arranca la historia de Encuéntrame, con un encuentro. Y es a través de eso, de los encuentros, como Aciman construye esta novela.

«Empecé el libro de esta manera primero porque así es como todo él vino a mí, con la historia de un hombre que se dirigía a Roma en tren para dar una conferencia y visitar a su hijo», explica el autor. «No me llevó mucho tiempo darme cuenta de que el hijo tenía que ser Elio, y, por lo tanto, el padre Sami. Pero una vez que ya tenía esto claro, quería saber quién era este hombre capaz de dar a su hijo un consejo tan sabio y empático. Por último, quería darle al hijo un pequeño protagonismo cuando da a su propio padre un consejo similar al que este le había dado a él diez años antes».

André Aciman. Foto: Sigrid Estrada

¿Por qué empezar la continuación de la historia de amor de Elio y Oliver dando protagonismo a un personaje que fue secundario en la primera entrega? «Después de que se publicara Llámame por tu nombre, estaba ansioso por retomar la historia donde la había dejado y seguir escribiendo sobre Elio y Oliver», aclara André Aciman. «De lo que no me di cuenta fue de que la mayor parte de la tensión de esa novela residía en la incapacidad de ambos hombres para hablar de sus sentimientos. Una vez que hablaron en aquella plaza, y quedó claro que los dos querían algo más que una amistad, no había realmente nada más que añadir que no fuera permitirles disfrutar de los frutos de la tensión que se estaba construyendo en los dos primeros capítulos».

Aciman ya sabía entonces que escribiría una segunda novela en la que se iban a encontrar, o tratarían de hacerlo, al menos. Es decir, una historia de amor desarrollada a larga distancia. La verdadera esencia de su historia ya había sido contada en la primera parte, así que, para qué repetirse. No sería interesante, pensó.

«Todavía me gustaban los dos, pero estaba igualmente interesado en el padre y en cómo Elio y Oliver seguían pensando el uno en el otro mientras estaban con otras parejas», continúa explicando el autor de Encuéntrame. «Mi decisión fue dejar que ambos entraran en la historia de forma oblicua, casi al final del primer capítulo y, en el caso de Oliver, al final del libro. Han estado rondando en las alas de la vida del otro durante dos décadas».

EL AMOR EN LA MADUREZ

Que la acción de Encuéntrame transcurra en otoño no es casual. La luz de esa estación, la melancolía que despierta en los personajes, casa a la perfección con la edad de Sami y Michel, una de las parejas de Elio. Ambos viven el amor con la clarividencia y la experiencia que dan los años, y eso, también despierta en ellos ciertos complejos a la hora de enfrentarse y aceptar ese amor que les ha llegado cuando ya no lo esperaban.

[pullquote]Tenemos menos que ofrecer cada vez que amamos a alguien, y llega un momento en que nadie quiere mirarnos o tocarnos[/pullquote]

«Todos nosotros, jóvenes o viejos, somos conscientes cuando queremos algo de otra persona. Queremos que acepten nuestro amor, pero lo más importante es que queremos el suyo», comenta Aciman. «La edad tiene dos desventajas suplementarias, de las que es muy consciente: una pareja que envejece sabe que no puede ofrecer toda una vida de amor, porque el tiempo ya está en su contra; en segundo lugar, una persona que envejece ya está más o menos resignada a no buscar, y mucho menos a creer que tiene mucho que ofrecer. Como Sami da a entender en su conversación con su hijo en Llámame, tenemos menos que ofrecer cada vez que amamos a alguien, y llega un momento en que nadie quiere mirarnos o tocarnos, etc.».

EL AMOR QUE SUEÑAS FRENTE AL AMOR QUE VIVES

Separados por todo un océano, Elio y Oliver no tienen más remedio que continuar con sus vidas, pese a que no pueden dejar de recordarse. Han dejado, así, que el tiempo transcurriera refugiándose en la idealización de un amor que no muere pero tampoco se atreve a hacerse real. Como fondo, subyace en ambos, al igual que en Samuel y Michel, el paso del tiempo y lo mucho que pesa en el ánimo de todos ellos, las promesas incumplidas que les asaltan desde el pasado y el deseo de revivir, de dar una segunda oportunidad a sus vidas. El amor soñado frente al amor que viven.

André Aciman, sin embargo, cree que hay otro tipo de amor que pesa más en la novela. «Como sabes, también está el amor que fue o pudo haber sido, y se perdió o se desperdició, o nunca se permitió que floreciera. Se llama arrepentimiento, y creo que su atracción es, en última instancia, mucho más fuerte que el amor que vivimos o el amor que imaginamos. El podría haber sido –el estado de ánimo condicional– es mi estado de ánimo favorito de todos, porque a cierta edad es el que más nos golpea».

Es un sentimiento universal, da igual la condición sexual de quien la sienta, aunque el escritor nacido en Alejandría no tiene clara la respuesta. «Me gustaría pensar que son iguales, porque el amor es amor, así como el deseo es deseo».

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