España: La isla de las elecciones

En 24 horas, la política española se ha convertido en un 'reality' guionizado por Paolo Vasile. Traiciones e infidelidades en la hoguera de las vanidades
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«Me he enganchado a La isla de las tentaciones. Me sirve para poner el encefalograma plano», declaraba a ABC el 28 de febrero Ignacio Aguado, por entonces feliz vicepresidente de la Comunidad de Madrid.

Eran otros tiempos. El líder autonómico de Ciudadanos vivía feliz esperando su ración semanal de tangas, fardahuevos, tatuajes, prótesis mamarias, músculos y hormonas descarriadas. Poco imaginaba que su vida, y la de los políticos de la CAM, se iba a convertir en carne de un reality que amenaza con convertir el tórrido producto de la factoría Paolo Vasile en una entrega de Heidi. Dos escenarios, Villa Playa del Mar Menor y Villa Meseta, tuvieron la culpa.

Todo empieza en Villa Playa del Mar Menor. ¿Qué tiene esa piscina? Se preguntan en Villa Meseta. Lo podían haber imaginado. La huerta murciana es tierra de grandes berenjenales. Décadas de vertidos incontrolados han acabado produciendo extrañas reacciones químicas. Nocturnidad, alevosía y unos resultados desastrosos en Cataluña hacen el resto.

[bctt tweet=»«Me he enganchado a @islatentaciones. Me sirve para poner el encefalograma plano», decía Ignacio Aguado. No veas el lío.» username=»Yorokobumag»]

Inés Arrimadas le está poniendo ojitos a Pedro Sánchez. Inés es un poco como Lola, aunque no tenga esencia leonesa y sí jerezana: capaz de prometer amor eterno a Diego para, acto seguido, entregarse al edredoning sin desenfreno con Pedro.

Al sonriente Sánchez, claro está, su fama de seductor le precede. Es un poco Carlos el Parqueta y un poco Manué, y se le ve venir a la legua: sedujo a las bases del PSOE en unas primarias, se cameló a Colau en el Ajuntament de Barcelona e, insaciable, está en un tris de no dejar ni las miguitas errejonistas de las magdalenas de la abuela Carmena.

¡Hay más mociones para ti, Pablo Casado! // Crédito editorial: Diego Radames / Shutterstock.com

Así que empieza el roneo en Villa Playa del Mar Menor y suena la Alarma de la Tentación a todo volumen en la Real Casa de Correos, la sede la Comunidad de Madrid. La alarma es la voz de Federico Jiménez Losantos, que amanece el miércoles 10 de marzo dando la turra sin parar. Y luego se suma Carlos Herrera.

Hay fiesta de las gordas, de esas que organizaban DJ Pulpo y Soraya Sáenz de Santamaría en los días de gloria del PP, en Villa Playa del Mar Menor. Las radios del Ala Derecha de Villa Meseta están, como diría Manué, «más calientes que el queso de un San Jacobo», y reclaman venganza y apelan a la virilidad de los antiguos maricomplejines peperos.

[bctt tweet=»Antes de que Aguado le haga edredoning con el PSOE, Isabel Díaz Ayuso decide hacérselo con VOX» username=»Yorokobumag»]

Allá que va Isabel Díaz Ayuso, sobrada de testosterona, una empoderada autoproclamada heredera de la estirpe de Manuela Malasaña: antes de que Aguado le haga edredoning con el PSOE, decide hacérselo ella con VOX. IDA es nuestra Marina particular, y se relame pensando en retozar con el Lobo Abascal, un maestro del arte de la caza, que le come la oreja desde que empezó el reality: «No me seas derechita cobarde, tontorrona, cae en la tentación y ven con Santi, que te va a enseñar lo que vale un pin parental». A fin de cuentas, lo de IDA con los cánidos viene de lejos: recordemos que su ascenso se debe a convertirse en la voz de Pecas, el perro de Esperanza Aguirre, el chucho más famoso de España hasta la llegada a nuestras vidas de Horus.

– Mira, ¿ves allí, en mayo? ¡Son OTRAS elecciones en pandemia!

Es entonces cuando Iñigo Errejón, tentador filósofo Mr Wonderful a la manera de Rubén, recurrente en las diversas entregas, que salta de villa en villa y de cama en cama con una habilidad que ni Nadia Comaneci, exige una Hoguera de Confrontación en forma de Moción de Censura. IDA responde lo mismo que la volcánica Lucía: que «la manita relajá», que ya se ha adelantado ella y nos vamos a elecciones.

«Hay más mociones para ti», le dicen a Pablo Casado, en dura pugna con Aguado por ser nuestro Jesús particular y llevarse el primer premio de Gran Cornudo de esta edición. Pero las nuevas infidelidades son como los tonteos canarios de Raúl y Claudia: sosos y sin sustancia. No parecen prosperar. Ni en Castilla y León ni en Andalucía. Así que la realización del programa vuelve a Villa Meseta, con Isa la Condenada Serra y Ángel el Metafísico Gabilondo en el papel de Lara y Hugo.

Nadie sabe muy bien para qué están allí y si son concursantes del reality madrileño o parte del mobiliario. Menos delito tiene La Condenada, claro, que para eso pillaron a su jefe, el Otro Pablo, fuera de juego: tanto Netflix, tanto Juego de tronos y tanta Paca la Piraña y no se dio cuenta de que las claves de la política española se las daba La isla de las tentaciones.

[bctt tweet=»Tanto @NetflixES, tanto Juego de Tronos y tanta Paca la Piraña y @PabloIglesias no se dio cuenta de que las claves de la política española se las daba @islatentaciones» username=»Yorokobumag»]

Desfilan unos y otros ante la americana negra de Ferreras (¡Más periodismo! ¡Más mocionismo!), siempre con su paternalismo de Pepito Grillo, en el papel impostado de faro moral de este sainete, soltándoles la reprimenda a los concursantes lo mismo que Sandra Barneda a Manué: «¿Tu madre te va a reconocer?». Todos podrían parafrasear la respuesta del gaditano: «Los electores y las electoras saben de qué pie cojeo». Y así lo demostrarán, casi con toda seguridad, el 4 de mayo.

A Aguado le gustaba La isla de las tentaciones. Desde ayer ha descubierto que ver un reality no es lo mismo que vivirlo. Tal y como están las cosas en Villa Meseta, los jueves, en vez de poner la mente en blanco, la va a tener como una bola de discoteca: en naranja, azul, morado, rojo y verde. A nosotros, mientras, que no nos quiten la diversión. In Paolo Vasile (y sus émulos políticos) we trust.

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