Charles Clover cuenta a quien quiera escucharle que tras pescar un “enorme salmón, de esos que ya no se ven en los ríos”, comenzó a plantearse que era lo que estaba pasando en los mares. Este periodista especializado en medioambiente escribió el libro The end of the line, que tenía el subtítulo de “Como la sobrepesca está cambiando el mundo y lo que comemos”, para convertirlo después en un documental de título homónimo que ganó un premio en el festival de Sundance.
Pero una película, por galardonada que esté, no mantiene una presión constante sobre los restaurantes, los consumidores, la industria pesquera y los políticos. Eso es lo que intenta la web Fish2fork, una guía de restaurantes cofundada por Clover tras el éxito del documental que en lugar de dar estrellas Michelin según la calidad y esmero califica los establecimientos en base a la sostenibilidad del pescado que sirven.
“Los océanos se enfrentan a multitud de desafíos por culpa de los humanos”, explican desde Fish2Fork, “y aunque la sobrepesca es solo uno entre la polución o el calentamiento global, es el que tiene el impacto más obvio”.
Según estima el último informe bianual SOFIA (State of World Fisheries and Aquaculture), de la organización FAO (Food and Agriculture Organization of United Nation), el 32% de las especias comerciales están sobreexplotadas. Este porcentaje, el más alto desde el inicio de la serie cronológica, está dividido en un 28% de sobreexplotadas, un 3% agotadas y un 1% en recuperación. Una de las especies que más preocupan ahora en Fish2fork es el atún de aleta azul que, además de sufrir por la pesca ilegal, es capturado en mayor medida que lo que la ciencia recomienda en la mayoría de los países.
Con una acertada metáfora visual, la mejor calificación que Fish2Fork puede dar son cinco sanos pescados azules. ¿La peor? Otras tantas raspas rojas peladas hasta la monda. Para obtener la máxima puntuación, además de demostrar que todo el pescado que sirven está capturado de manera sostenible, los restaurantes deben tener programas de mejora e informar a los clientes dónde y de qué manera han capturado el pescado. “Nos cuidamos mucho de no hacer ningún tipo de proclama falsa”, advierten desde la organización, pero aclaran que un restaurante no tiene elección sobre si aparece o no en Fish2fork aunque sí opción a réplica en una sección de la evaluación llamada “They say”.
La web, tras nacer para el mercado del Reino Unido, se ha ido expandiendo a otros países: Bélgica, Francia, Suiza, EE UU y España. “Nos parece lógico centrarnos en zonas donde se consume gran cantidad de pescado”, explican, “así que ir a España tenía sentido”. De los 89 restaurantes patrios evaluados, solo 20 están dentro de lo sostenible, siendo el máximo calificado con cuatro pescado y medio el restaurante Pepe Pintos, de Palma de Mallorca. De los 79 no sostenibles, hay 10 que se llevan las cinco raspas rojas. “Es evidente que es España aman su pescado”, reflexionan desde Fish2fork, “pero mucha gente no se da cuenta que la vida marina no es infinita”. ¿Qué hacer entonces para conservarla? “Muy sencillo: solo comprar pescado sostenible”.