FEEAS: joyas macabras creadas para no gustar

14 de julio de 2015
14 de julio de 2015
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Las pequeñas piezas centenarias que forman la colección de joyas de FEEAS resultan para muchos macabras, desagradables a la vista. «La palabra ‘belleza’ no me dice gran cosa», dice Remedios Vincent, su creadora, «ya que dependiendo de quien lo pronuncie, de dónde viva, de su condición social,  de su economía y sobre todo de su educación, puede tener significados antagónicos». A ella, que es consumidora de arte en cantidades industriales, le gusta mirar obras que considera «bellas», pero si estas no le aportan ninguna sensación más allá del mero placer de la contemplación, se le borran fácilmente de la memoria. «Dejan paso a otras formas de expresión artística no tan estéticas pero que me hacen reflexionar, pensar, inspirarme o darme una visión personal de la realidad».
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Vincent ve improbable dedicarse en el futuro a crear objetos más alineados con los cánones de belleza: «aunque quisiera, no me veo capaz de hacerlo: si el objeto que me traigo entre manos no es reciclado, antiguo, sucio, imperfecto y único, no me inspira». Y añade, con una nota de modestia: «Para poder crear objetos bellos y ajustados a los cánones de belleza, tendría que ser muy buena joyera y no soy ni remotamente. Ya hay estupendos artistas haciendo piezas de gran belleza y originalidad, no podría igualar su trabajo». Por ahora, gracias a sus piezas «hechas para no gustar» tiene «una diminuta parcela de identidad propia» en la que se siente cómoda y en la que se la respeta.
Más allá de su apariencia macabra, las piezas de FEEAS tienen una gran carga simbólica. Con ellas, Remedios Vincent trata de narrar pequeñas historias cuyas temáticas son poéticas, humorísticas, surrealistas o reivindicativas. Algunas de estas metáforas se entienden de un vistazo; otras solo son comprensibles para ella, que por otro lado es «la principal usuaria de su trabajo». A través de sus creaciones también trata de exorcizar muchas de sus fobias o miedos: de ahí la abundancia de «objetos médicos, todo lo que tiene que ver con prótesis, dientes que se caen, ojos vulnerables o muñecos de porcelana rotos». Para próximos proyectos, está pensando en usar pelo natural, antiguos especímenes para el microscopio, papel y tejidos.
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La artista cree firmemente que los objetos nuevos no conseguirían transmitir esos sentimientos de añoranza, recuerdos, nostalgia o sorpresa que van tan estrechamente asociados a lo que hace. «Todos los materiales que uso tienen un pasado visible y, aunque es difícil que llegue a conocer su verdadera historia más allá de su antigüedad, su procedencia o su función, sí que puedo apreciar las huellas y cicatrices que el paso del tiempo ha impreso en ellos». Ella trata de trabajar con delicadeza para que no se pierdan, para que el que finalmente posea esas piezas pueda sentir también ese rastro. «Por otro lado, me sería difícil encontrar objetos nuevos tan interesantes formalmente, que estén tan bien diseñados, fabricados con materiales tan nobles».
Es innegable que vivimos en un mundo de usar y tirar. El abuso del plástico y la fabricación en serie hacen que los objetos tengan una vida efímera. «Constantemente tiramos y compramos productos nuevos sin plantearnos arreglar, reutilizar o reciclar». Por eso, cuando Remedios Vincent ve objetos que siguen cumpliendo su función a pesar del paso del tiempo, se emociona. «Me dan ganas de reciclarlos e intervenirlos mínimamente para poder lucirlos con orgullo, cual valiosísima joya».
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¿Qué tipo de público se interesa por esas joyas «hechas para no gustar»? Por un lado, hay personas de cierta edad que se sienten sentimentalmente unidas a las piezas porque les traen a la cabeza recuerdos de un pasado en el que objetos como esos formaban parte de su vida cotidiana. Les causan curiosidad, pero «no suelen comprar porque son personas más bien convencionales». Los verdaderos clientes, los que compran las piezas, son de mediana edad y con un poder adquisitivo medio-alto, «ya que el precio no está al alcance de todos los públicos». Ahora está vendiendo al público extranjero gracias a la difusión que le han dado plataformas como Not Just Label. «Este cliente busca piezas arriesgadas y llamativas, que vengan avaladas por prescriptores de tendencias. Demandan piezas novedosas y no les importa pagar por ellas».
Para Vincent, cuya pieza preferida es un colgante que se compone de dos piernas metálicas y una llave en medio, sería «un gustazo» que Jan Svanmajer luciera una de sus joyas, ya que es el artista que más ha inspirado su trabajo. «Pero él no sale en las revistas», se lamenta. «Y ya por soñar, sería maravilloso que el maestro Yohji Yamamoto se fijara en mi trabajo, ya que es de las pocas personas que respeto y admiro en el mundo de la moda. Por lo demás, estaría encantada de encontrarme por la calle con personas anónima llevando una FEEA en la solapa».
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Fotografías sin fondo: Lola Martínez

Taller de FEEAS
Plaza de Guardias de Corps 1 (zona Conde Duque). Madrid

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Patrick Thomas

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