El fotógrafo español favorito de la NASA

18 de diciembre de 2012
18 de diciembre de 2012
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Hace dos semanas, el fotógrafo Daniel López trepó de noche al punto más alto de la isla de La Palma y dirigió su teleobjetivo hacia el mayor volcán de España, el Teide, a más de 100 kilómetros de distancia, en la vecina isla de Tenerife. Llevaba meses preparando la operación. Según sus cálculos, a la mañana siguiente el Sol brotaría del horizonte justo por detrás del volcán, formando una estampa espectacular.

(Artículo de la revista Materia)

López, ingeniero de formación, dispuso con paciencia una grúa fabricada por él mismo con el motor de un telescopio y esperó toda la noche agazapado en su furgoneta Volkswagen California. Pero cuando amaneció estaba nublado. Y al día siguiente también. Y al otro. No hubo foto del Teide recortado contra el Sol.

“Lo volveré a intentar dentro de seis meses, cuando se repitan las condiciones”, explica López, nacido en Huelva en 1976. Por empeños como este, es el fotógrafo español favorito de la NASA. Sus imágenes y películas time-lapse han sido elegidas 15 veces como “la imagen del día” de la web de la agencia espacial estadounidense. En España, han aparecido hasta en los cupones de la ONCE y en los tranvías de Tenerife. López ha publicado sus fotografías en revistas como National Geographic y su time-lapse más conocido, El cielo de Canarias, ha sido visto dos millones de veces en internet.

El astrofotógrafo inauguró ayer una exposición con su obra, asombrosa y sin ningún ardid digital, en el Centro de Entrenamiento y Visitantes INTA-NASA de Madrid, situado en el municipio madrileño de Robledo de Chavela. A pocos metros se encuentra el Complejo de Comunicaciones con el Espacio Lejano de Madrid, empleado por la NASA para comunicarse con su robot Curiosity, que actualmente rueda por la superficie de Marte en busca de vestigios de vida.

EN BUSCA DE BASURA ESPACIAL

Como el vehículo marciano, López trabaja en solitario. “Normalmente hay que pasar toda la noche con frío y en realidad no se ve nada hasta que tengo las imágenes en el ordenador, así que no se apuntan muchos amigos”, bromea. Además, gracias al uso de delicados motores de telescopios, sus grúas caseras tardan cuatro horas en moverse tan sólo tres metros, logrando desplazamientos de cámara perfectos. Pero el fogonazo de una linterna despistada puede arruinar una jornada de trabajo.

Antes de consagrar su vida a la fotografía, López trabajó cuatro años en el Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC). Durante una época, se dedicó a detectar basura espacial desde el Observatorio del Teide. Ahora forma parte del grupo de astrofotografía del IAC, lo que le da acceso a utilizar sus telescopios, reservados para astrónomos profesionales.

Estos instrumentos cuentan con cámaras similares a las digitales, pero refrigeradas a más de 100 grados bajo cero para reducir el llamado ruido. Además, son cámaras en blanco y negro. Para conseguir una fotografía en color de una galaxia o una nebulosa es necesario hacer tres exposiciones, cada una con un filtro diferente (rojo, verde y azul), en un proceso épico que puede durar 12 horas con el ojo de la cámara abierto, para no dejar escapar ni un fotón de luz.

Sin embargo, muchas de sus fotografías, como una en la que se le ve a él con su coche bajo la Vía Láctea, están hechas con medios muy básicos: una simple cámara réflex digital, un trípode y un disparador. Con esas armas rudimentarias consigue imágenes maravillosas, que han dado la vuelta al mundo aunque, admite, no le dan de comer. Para completar el sueldo López se dedica al ladrillo: a filmar edificios en construcción.

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