El próximo 9 de junio se estrenará una obra musical interpretada por la Orquesta Filarmónica Cervantina de las 25 Villas. Es un homenaje que no tendría mayor importancia si no fuera porque llega con 400 años de retraso. Y porque está dedicado a una mujer de esa ciudad que, en 1624, consiguió la primera orden de alejamiento de su marido por malos tratos.
Su nombre era Francisca de Pedraza. Huérfana y criada en el convento de las carmelitas descalzas, fue entregada en matrimonio a Jerónimo de Jaras, quien, al poco tiempo de casarse, comenzó a golpearle de forma cruel y sistemática.
Ante tanta violencia, las opciones de Francisca eran prácticamente nulas. No podía regresar al convento, pues ello supondría atentar contra un sacramento divino como es el matrimonio. Le quedaba el suicidio, pero eso supondría dejar a sus hijos en manos de un hombre alcoholizado y colérico que jamás demostró el menor afecto hacia ellos.
Entonces, la expupila de las monjas complutenses optó por un camino que nadie había recorrido antes: solicitar ante la justicia ordinaria la orden de divorcio y alejamiento de su marido. Estupefacta ante tanta osadía, dicha justicia se inhibió del caso traspasándolo a la jurisprudencia eclesiástica, argumentando que al tratarse de un vínculo tan sagrado, debía de ser ella quien llevase el caso.
Pero la Iglesia vivía momentos convulsos. Ese mismo año, Dinamarca acababa de ordenar la muerte de todos los sacerdotes católicos. Tal vez por eso fue comprensiva con Francisca y se atrevió a aconsejarle al marido que fuese «bueno, honesto y considerado con la demandante, y no le haga semejantes malos tratamientos como se dice que le hace».
De nada sirvió la sentencia, por supuesto, salvo para aumentar el número y la brutalidad de las palizas de Jerónimo que, en alguna ocasión, la dejaron casi difunta. Pero Francisca, lejos de rendirse, consiguió entonces que el asunto pasase a una tercera jurisdicción, la de la Corte de Justicia de la Universidad de Alcalá de Henares.
Y entonces se produjo el milagro. Álvaro de Ayala, presidente del tribunal, impresionado por el cuerpo lleno de moretones que aquella mujer, que además había perdido el hijo durante una de las palizas recibidas, decidió aplicar una sentencia ejemplar.
Francisca conseguía no solo el divorcio y la orden de alejamiento solicitados, sino que su marido fuera condenado a devolver la dote recibida en el matrimonio además de la orden de que ni él ni nadie de su entorno pudiera acercarse o causarle el menor perjuicio a la demandante.
Por primera vez, tras tantos siglos de maltratos institucionalizados y gracias a la Universidad en la que estudiaron Nebrija, Lope, Quevedo, Loyola y todos los demás protagonistas del Siglo de Oro, se hizo justicia.
Esta historia pasó al olvido durante siglos, pero recientemente fue descubierta por Ignacio Ruiz, catedrático de Derecho en la Universidad Juan Carlos I. Por eso ahora, para resaltar y difundir la figura de Francisca de Pedraza, acaba de crearse una suite sinfónica contando su vida.
La estructura musical de dicha suite se asemeja al guion de una película, relatando los sufrimientos, el dolor y las palizas de su marido, pero también el valor, el coraje y la posterior victoria en los juzgados de esta tenaz luchadora.
El estreno de la obra tendrá lugar en la iglesia de los Remedios, en Guadalajara, el próximo 9 de julio. Ese día, casi 400 años más tarde, se conmemorará la determinación de aquella mujer. Pero también, la primera ocasión en que un jurado dictó una orden de alejamiento ante un caso de violencia de género tan innegable y despiadado.
Te puede interesar también: Francisca de Pedraza, la primera mujer que se ‘divorció’ en España