Con la salida de la fumata blanca por la chimenea del Vaticano y la elección del nuevo papa-mericano, León XIV, pasamos a una nueva fase en la que los expertos en cónclaves tendrán que buscarse una nueva especialidad para seguir en sus puestos de tertulianos.
Lo de la fumata ha dado para unos cuantos memes que especulan con la causa de tan blanca humareda en los que no vamos a entrar para no provocar las iras de ciertos abogados. Pero esa ambigüedad nos ha hecho pensar en otras palabras relacionadas con la religión que tienen sentado en cada uno de sus extremos a un angelito y a un demonio. Demos un repaso por algunos vocablos que se pasaron al lado oscuro:
Fumata
Bien saben en el Vaticano que una fumata sirve para comunicar a sus fieles cómo va la cosa de elegir papa en un cónclave. Si es negra, no hay acuerdo. Si es blanca, habemus papam.
Pero para una buena cantidad de mortales, una fumata es una reunión grupal para disfrutar de unos porritos en comunidad. Y también sirve para designar a la persona que fuma droja. No, no vamos a indagar qué tipo de fumata salió ayer por la chimenea vaticana, bórralo de tu mente.
Hostia
Vestida de religiosidad, una hostia es esa oblea redonda que los curas consagran ceremoniosamente en las misas y que ofrecen a los fieles para comulgar.
Sin embargo, cuando la palabra se desmelena y toca tierra, lo mismo sirve para soltar tortas como panes («Te voy a dar una hostia que te voy a poner la cara del revés»), que para expresar velocidad («Conduce a toda hostia»), que como exclamación de sorpresa («¡Hostia, un euro!»).
Escatología
La polisemia de esta palabra es fascinante. Lo mismo habla de esas creencias religiosas referidas a lo que la divinidad ha marcado para después de nuestra muerte que de la coprofagia y todo lo relacionado con la mierda. Ahí lo dejamos.
Cristo
Sí, amadísimos hermanos y hermanas, Cristo (en mayúscula) es el nombre del Hijo de Dios.
Pero cuando la minúscula toma posesión, un cristo es un lío, un alboroto y un adjetivo que sirve para denominar el mal estado físico con el que se nos presenta una persona («Está hecho/a un cristo»).
María
Ya, las mujeres no están invitadas al cónclave, a no ser que les lleven la comida y una muda limpia a los señores cardenales, pero en un pequeño listado de palabras religiosas que se han pasado al lado oscuro, no podía faltar esta.
En el lado celestial, María, madre de Dios. En el mundanal mundo, maría, madre de colosales colocones a base de esa hierba prohibida llamada marihuana.
Cirio
No pueden faltar en todo altar que se precie, y cuanto más gordo, mejor. Un cirio es una vela larga y gruesa, destinada a elevar la espiritualidad del creyente cuando acude a un templo.
Pero un cirio también es un lío de cuidado, un alboroto, un jaleo, una trifulca. Adiós espiritualidad.
Cardenal
Tan monos ellos, tan vestidos de púrpura y tan seriotes entrando en el cónclave… ¿Nos fascinaría tanto la elección de un nuevo papa si no existiera toda esa dramaturgia y parafernalia alrededor del evento? En fin, al lío. Un cardenal es ‘cada uno de los prelados que componen el colegio consultivo del papa y forman el cónclave para su elección’, como aclara asépticamente la RAE.
Y también es un moratón, esa mancha moradita y fea que duele que te mueres cuando te das un golpe (o te lo dan, que hay mucho iracundo ahí fuera). ¿A quién se le ocurriría por primera vez la comparación y qué provocó esa asociación de ideas? Mejor lo dejamos ahí.