Gloria Fuertes: «Nací para puta o payaso, escogí lo difícil»

Os proponemos un juego: ¿cuánto sabéis de Gloria Fuertes? Además de que fue una gran poeta para niños y de que es suya la sintonía de Un globo, dos globos, tres globos, ¿qué más conocéis de ella? ¿Sabéis dónde nació? ¿Sabéis que también hizo poesía para adultos y que es una de nuestras mejores escritoras del siglo XX?

Seguramente no, porque aquella imagen omnipresente de Fuertes en programas infantiles eclipsó a la gran poeta que era. El próximo mes de julio, esta escritora que nació en el castizo barrio de Lavapiés, en Madrid, cumpliría 100 años. Este será el año en el que —ojalá— te vas a hartar de leer reseñas sobre su vida y su obra, una poesía tan llana, tan alejada de versos rimbombantes y artificiosos y tan llena de humor aunque te esté hablando del dolor y la soledad que seguro te sorprenderá.

«Su poesía es personalísima, llena de frescura, lejos de etiquetas y generaciones, con una mezcla de humor y realidad que es único en la poesía española del XX», explica a Yorokobu Alberto Acereda, quien ha sido uno de los estudiosos especializados en la obra de Gloria Fuertes y que hoy, sin embargo, trabaja como senior director de desarrollo de negocios en la División de Educación Global de Educational Testing Service (ETS) en Princeton, Nueva Jersey (EEUU). «Su obra, y en especial su poesía, es una voz fresca, nueva, diferente que hace falta conocer. Su mejor paralelo, a mi juicio, es el chileno Nicanor Parra, el de la antipoesía, con el que comparte gusto por la parodia y el humor».

Fuertes fue una gran comunicadora, opina Paloma Portetta, presidenta de la Fundación Gloria Fuertes.«La poesía para ella era comunicación y pierde sentido si no logras hacer que todos te entiendan. Ella escribía para la inmensa mayoría, con un lenguaje coloquial».

La propia autora confesaba en el prólogo a sus Obras incompletas (Cátedra, 1975) que estaba atraída únicamente por el lenguaje y el saber popular. «Escribo como escribo, / a veces deliberadamente mal, / para que os llegue bien», decía en estos versos de Historia de Gloria (1983).

Y fue ese afán comunicador el que le llevó a participar en tertulias, lecturas de poesía, radio y televisión, especialmente a partir de los años 70, cuando ya está entregada por entero a la literatura y obtiene especial renombre como autora infantil, a pesar de que nunca dejó de escribir poesía para adultos. «Su obra de adultos la leyó siempre. A pesar de todo su éxito infantil, ella leyó siempre y siguió escribiendo, nunca dejó de trabajarla», cuenta Portetta. «Y le hubiera gustado, y esa era la espinita que tenía clavada, ese reconocimiento a su poesía de adultos, igual que sí lo tuvo su poesía infantil. Lo que pasa es que de lo que comía era de la poesía infantil».

«Gloria Fuertes se sintió siempre una niña, una gran niña que fue capaz de conectar con ese mundo de imaginación y fantasía. En el fondo, hay mucho de volver a ese paraíso de la infancia al que aspiramos todos y que Gloria Fuertes vio a través de la lupa de los años terribles de la inmediata posguerra», afirma Acereda para explicar por qué escribía para niños.

Esa continua presencia en televisión y el estar asociada a la literatura infantil hizo que no se la considerara muy en serio como poeta fuera de ese ámbito, aunque no siempre había sido así. «Es cierto que en España en los años 60 y 70 la obra de adultos de Gloria Fuertes tuvo su justo reconocimiento», aclara Portetta. «En las antologías, en muchos casos, era la única mujer que figuraba junto a grandes nombres de la Generación de los 50. En poesía social, sin ninguna duda, tiene un puesto junto con Ángela Figuera. Son las únicas representantes femeninas. Pero llegó la época de la televisión y Gloria se convirtió en una poeta famosa entre los niños. La fama hizo que olvidaran a la poeta de la posguerra, a la poeta social, feminista, pacifista».

Fuertes tuvo siempre una frenética actividad cultural. Fue colaboradora en varias publicaciones y fundó la revista Arquero junto con Antonio Gala, Rafael Mir y Antonio Mariscal. Organizó un grupo poético femenino, Versos con faldas, con Adelaida Lasantas, María Dolores de Pueblos y Acacia Uceta para dar voz a las mujeres poetas y escritoras que no la tenían en la gris España de los años 40 y 50.

Quiso llevar los libros a aquellos que no tenían acceso a la cultura. Para ello no dudó en organizar una Biblioteca Infantil ambulante que se desplazaba por los pueblos para acercar los libros a todo el mundo, independientemente de su nivel económico y cultural. Y nunca, como explicaba la presidenta de la Fundación Gloria Fuertes, dejó de leer su poesía. «Voy por los pueblos, aldeas y provincias de España. A los que no compran libros (porque allí no llega el libro, o el dinero, o la alfabetización), yo, humildemente, les llevo mi libro vivo, en mi voz, cascada y rota, en mi cuerpo, cansado y ágil. Así sé que mi poesía también es oral, así la entiendo y me entienden», escribía Gloria Fuertes en el prólogo de Obras incompletas.

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«Fuertes no sólo tuvo una labor encomiable como impulsora de la literatura y la poesía en su época. Hizo lo que pudo con sus escasos medios, pero gracias a su labor en la televisión pública española llegó a millones de hogares y al corazón de miles de niños y niñas que aprendieron versos y lo lúdico de la literatura gracias a su voz y su imagen, su poesía y su obra», asegura Alberto Acereda.

Y todo con la sencillez de quien se sabe humilde de orígenes y de carácter, con la llanura de quien quiere dejar claro cuál es su mensaje y lo que quiere contar. «Mi obra nunca será oscura, difícil, cerebral, culta», escribía la poeta. «Se puede crear pintura, escultura y música abstracta, pero una casa, un amor y un poema no pueden ser abstractos».

Poeta social, poeta del pueblo, poeta de guardia

A Fuertes no le gustaban los clichés. Huía como alma en pena de cualquier etiqueta que quisieran colgarle. «Ahora una minoría vendrá a catalogarme, a «etiquetarme» o a encasillarme literaria o sociológicamente; la etiqueta se me desprenderá con el sudor de mis versos, y si me encasillan, me escapo», escribía. Y sin embargo, ella misma no pudo evitar definirse como «yoísta» y «glorista» en alusión al carácter autobiográfico de muchos de sus poemas.

Fuertes fue por encima de todas las cosas poeta. Desde niña se definía así, algo que le causó más de un problema con su madre, que no entendía las manías y costumbres raras de aquella niña que, en lugar de educarse para ser una buena ama de casa, prefería escribir versos y practicar deportes.

Fue la única mujer que participó en las tertulias literarias organizadas por Carlos Edmundo de Ory junto con Eduardo Chicharro y Silvano Sernesi, creadores del movimiento postista, al que ella misma afirmó haber pertenecido («Fui surrealista, sin haber leído a ningún surrealista; después, aposta, postista», escribía en Obras incompletas).

Los estudiosos la engloban en la Generación del 50 y en la poesía social. «Lo de la poesía social fue una moda que favoreció a ciertos grupos, como los de la mal llamada Escuela de Barcelona que monopolizó la poesía de los 50 en ese espacio geográfico, intentando aparcar a otros grandes poetas de esa época, particularmente la gran remesa andaluza de poesía. Fuertes tuvo algo de poeta social pero eso es sólo una parte, sin que necesariamente sea lo mejor de su obra», aclara Acereda.

https://youtu.be/dqixacJroFQ

«La preocupación social en la poesía de Gloria Fuertes es patente desde sus primeros libros», explicaba Pilar Monje en su tesis doctoral El humor en la poesía de Gloria Fuertes. «Hay una actitud de rebelión contra las injusticias del sistema social, aunque esta visión deba ser matizada, porque el impacto principal de sus poemas no es moralizar sino llevar al lector a ser testimonio y compartir una amplia variedad de aspectos de la sociedad española».

Esa es una de las cosas que diferencia su poesía de la de otros poetas sociales como Celaya, Hierro o Blas de Otero. A pesar de que todos ellos escribieron poemas nacidos del dolor, del desamor y el amor, que hablaron de las injusticias y las desigualdades sociales, Gloria Fuertes supo conectar con el pueblo mucho mejor que ellos, escribía Sonia Díaz Chacón en Gibralfaro en el año 2009. La propia poeta lo decía: «Antes que contar las sílabas, los poetas tienen que contar lo que pasa».

Ese interés por defender las causas de los más débiles la llevó a escribir en defensa de los homosexuales, de los travestis y de los oprimidos en general. Y no dudó en denunciar injusticias, vinieran de donde vinieran. Fuertes no se casaba con nadie, ni con la derecha ni con la izquierda. «Yo no quería servir a nadie, si acaso a todos», escribía en el prólogo de Obras incompletas.

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Quizá ahí haya que buscar en parte ese olvido hacia su persona que ha imperado desde su muerte. Así lo explicaba Alberto Acereda en su artículo Gloria Fuertes: del amor prohibido a la marginalidad (2002): «Las causas pueden buscarse en que «políticamente» su persona y su obra no fueron ni son utilizables o convenientes. No lo fueron para la izquierda socialista española (en el gobierno desde 1982 a 1996), que ignoró a Fuertes por su colaboración con el franquismo, aunque sólo fuera como secretaria y mecanógrafa del Ministerio de Información y Turismo. Fuertes, además, no escatima en su poesía críticas al falso socialismo como en el poema Al barrio Fortuna, de su último libro. Tampoco Fuertes ha sido una poeta atractiva para la derecha española (en el gobierno presidido por José M. Aznar desde 1996) por la carga social subversiva y contestataria que desprende toda su poesía (y posiblemente también por su sexualidad)».

Y remata: «Gloria Fuertes ve la poesía como humana y, por tanto, social, pero nunca politizada. La poesía aparece en ella como forma de vida, sacrificio vital por el que Fuertes es «poeta de guardia» que vela por la humanidad».

«Escribo como me da la gana»

Gloria Fuertes afirmaba que su poesía, toda su obra, era autobiográfica. «Lo que a mí me sucedió, sucede o sucederá es lo que ha sucedido al pueblo, es lo que ha ocurrido a todos,  y el poeta sabe, más o menos, mejor o peor, contarlo, necesita decirlo, porque necesitáis que lo digamos».

A lo largo de su prolífica obra, abundan los poemas en los que habla de sí, de su vida, de sus sentimientos. Buscaba conectar con el lector, con el público que la veía en televisión o acudía a sus recitales. «Necesitaba decir lo que sentía, decirlo sin preocuparme en cómo decirlo. Quería comunicar el fondo, no me importaba la forma, tenía prisa», escribía. «Mi mundo poético es vuestro mundo; de tanto preocuparme por vosotros continúo olvidándome de mí».

Sin embargo, a pesar de esa entrega, de esa necesidad de comulgar con el mundo, vivía sola y poco ha trascendido de su vida personal. Y no es que se escondiera. Fuertes fue siempre una mujer decidida, sin miedos, que se empeñó en vivir como quería y lo consiguió. Tenía una personalidad trasgresora en cierto sentido. El hecho de dedicarse a la poesía incluso enfrentándose a su madre, da idea de la determinación y fortaleza de su carácter.

Gloria Fuertes rompía moldes incluso en la forma de vestir. De hecho, fue de las primeras en usar falda pantalón y corbata en una época, los años de la guerra civil, en la que no estaba bien visto destacar. «Mujer soltera y lesbiana, mujer libre que optó por un camino personal de silencio en su vida íntima, sin grandes voces y respetando a los demás», dice de ella Alberto Acereda. De su lesbianismo sabemos por lo que dejan traslucir sus versos. Aunque nunca ocultó su condición sexual —quienes más la conocían, quienes formaban parte de su círculo íntimo lo sabían—, tampoco sintió nunca la necesidad de salir del armario.

«Fue una manera de escapar de censuras y de enemigos, de una vida privada que en ese momento no estaba bien vista, con unos amores prohibidos que ya hemos estudiado algunos críticos», explica Acereda.

Fuertes no dudó en hablar de la soledad, el dolor y la injustica, pero lo hizo siempre desde el sentido del humor, desde la ironía. Aparentemente sencilla, casi simple, su poesía esconde un trasfondo mucho más fuerte y serio de lo que la lectura superficial pueda aparentar. «Lo que pasa es que después, como daba ese giro al final, esa nota de humor, no se la tomaba en serio. Pero dice unas cosas que te dejan diciendo «¡madre mía!». Simplemente un guiño al lector, una cosa que te deja desconcertado. También decía que cuando se le ponían los ovarios en la garganta, que es lo que ella quería conseguir, mete también una cosa de humor. En eso sí es un poco postista, la crítica a través del humor. Y muy surrealista también», opina Paloma Portetta.

«El humor le quita al poema “trascendencia”, seriedad, y además, lo hace más asequible», escribía Pilar Monje en su tesis doctoral. «Pero no lo utiliza sólo para llegar mejor a los demás, sino también para burlarse de ella misma: es un humor verídico, un humor madrileño que enlaza con su voluntad de ser payaso».

[pullquote]Nací para puta o payaso,

escogí lo difícil[/pullquote]

«Su poesía para adultos fue al inicio poesía para ella misma, catarsis para autocomprenderse y explicarse. Esa es su gran poesía y la que queda para siempre. La literatura infantil le salió por vía doble: por su genuino amor al mundo de la infancia y por meras necesidades laborales», aclara el profesor de Princeton.

Ella misma definía así su estilo en el poema Telegramas de urgencia escribo:

[pullquote]Escribo, más que cantar cuento cosas.

Destino: la Humanidad.

Ingredientes:     Mucha pena

                               mucha rabia

                               algo de sal[/pullquote]

Para Gloria Fuertes, era necesario, por encima de todo, conmover y sorprender al lector. Por eso prefería los poemas y versos cortos, para conseguir comunicar mejor lo que quería decir.

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Su proceso creativo también lo dejó plasmado en el prólogo de Obras incompletas. «Primero siento, después pienso, en ese sentir-pensar se engendra el poema». La poeta madrileña escribía siempre a mano, preferiblemente por la noche, y sus versos estaban indisolublemente asociados al humo de los cigarrillos que fumaba continuamente —murió en 1998 de un cáncer de pulmón a los 81 años de edad—.

Fuertes hablaba del proceso de creación de un poema como de un parto. «Si el poema se atrasa, es que algo va mal en la madre —en el poeta», afirmaba. «El nacimiento de un poema es en parte como un parto, un parto sin dolor». Así que dejaba fluir los sentimientos, las emociones, para que se convirtieran en palabras.

Decía no tener influencias. «Empecé a escribir como hablaba, así nació mi propio estilo, mi personal lenguaje», decía. Y remataba en otro texto: «A mí no hay quien me influya». ¿Fue por esta llanura en su manera de decir las cosas, en esa simplicidad del mensaje, por lo que apenas se ha mostrado interés por su obra estos años? Alberto Acereda no lo cree así. «En poesía pasa a veces como con el marketing. Gloria Fuertes no tuvo el marketing de otros poetas, por ejemplo los que he mencionado de la Escuela de Barcelona. Pero Fuertes tiene poco que envidiarles a muchos de esos que tuvieron mucha más fama. En otras palabras, que la fama de los poetas en el mismo momento de su vida no corre paralelo con su valor. A eso se añaden también cuestiones ligadas a sectarismos críticos basados en mera ideología».

2017, el año de Gloria Fuertes

Son muchos los actos que se están preparando para devolver a Gloria Fuertes al lugar destacado que siempre debió tener. Llama la atención que haya sido mejor considerada fuera de España, especialmente en EEUU donde se ha estudiado más profusamente su obra adulta, que en su propio país. Es cierto que el haber dado clases allí de Literatura Española («Es la primera vez que piso una universidad, no como estudiante sino como profesora», dijo a sus alumnos el primer día de clase en la Universidad de Buchnell, Pensilvania, donde permaneció dos cursos —de 1961 a 1963— gracias a una beca Fullbright) puede haber favorecido este hecho. Afortunadamente, las cosas parecen estar cambiando.

Desde este mes de marzo, la Fundación Gloria Fuertes comenzará con los actos reivindicando su figura: lectura continuada de su poesía en el Ateneo de Madrid, una exposición sobre su obra donde se mostrarán distintos materiales de la poeta durante toda su vida; una muestra bibliográfica en la Biblioteca Nacional, una mesa redonda sobre su figura en la Feria del Libro, un Curso de Verano de El Escorial…

El Ayuntamiento de Madrid, además, ha aceptado en uno de sus últimos plenos concederle una calle en el barrio donde nació hace 100 años, aunque está por determinar cuál será. Y está prevista la representación de teatro infantil y música basados en la obra de Fuertes durante los próximos Veranos de la Villa.

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Acciones en redes sociales, como la que lleva a cabo El balcón de Gloria Fuertes, de El Asombrario, que publica un poema y una imagen de la autora desde enero y durante todo el 2017; exposiciones itinerantes, reediciones ilustradas de alguna de sus obras y la publicación de otras dos que estaba preparando antes de morir completarán un año de poesía glorista.

Conocer la vida y la obra de Gloria Fuertes, lejos de ser fruto de sentimentalismos y nostalgias de infancia ñoños, es aprender a quererla, a respetarla. Ya adivinó la poeta lo que se avecinaría cuando se pusiera el foco sobre ella. Así lo dejó escrito al final de aquel  prólogo de Obras incompletas que escribió en 1975. «Sé que vendrá un temporal de lluvias de críticas, ensayos, tesis, fuertes alabanzas, fuertes palos o fuertes glorias; dirán que poéticamente soy así o asao, que humanamente soy esto o lo otro, y una se cura en salud anticipando:

[pullquote]Que me llamen lo que quieran

que a mí no me importa nada

mientras que a mí no me llamen

la finada[/pullquote]

 

Fotografías de la poeta cedidas por la Fundación Gloria Fuertes.

4 Comments ¿Qué opinas?

  1. Me encanta que ensalces la figura de Gloria Fuertes. Sin duda lo merece.
    PD: repasa el primer párrafo. Gloria Fuertes no era poeta, era poetisa.

  2. No, es poeta. A Gloria Fuertes no le gustaba el término ‘poetisa’. Ella siempre se definía como ‘poeta’. Por eso he respetado su voluntad. Lo siento por la RAE en esta ocasión. Muchas gracias por tu comentario.

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