Hace unos meses empezó a circular por la red una entrevista del programa Trendspot con el renombrado diseñador Bjorn Svenson. Las opiniones del fundador del estudio parisino Grafik BS pasaron sin pena ni gloria a pesar de soltar perlas como «siempre he mantenido que el estilo es más importante que la sustancia. Es tan fácil hoy en día visitar distintas páginas en internet y encontrar diseñadores bonitos que puedes usar para inspirarte… El estilo es lo más importante para mi. Escuchas a la gente hablar de la comunicación, generación de ideas y experiencia de usuario pero no, a la gente le gustan las cosas que son bonitas y así es como trabajamos».
«Nos gusta venir por la mañana, investigar, mirar todos nuestros blogs favoritos, refrescar la mente y usar todos estos nuevos enfoques de otras personas para aplicar e inspirar nuestro trabajo».
En realidad el Bjorn Svenson del vídeo no existe. Es un impostor aunque su creadora Amy West piensa que el mundo del diseño gráfico está lleno de personajes similares a este escandinavo engominado y algo engreído. “Hay muchos -no voy a decir nombres-, pero ellos probablemente saben quiénes son”, comenta la diseñadora recién licenciada riéndose.
Según West, Svenson y sus acólitos consideran el diseño como algo en el que lo estético prima por encima de cualquier otra consideración. “Están cegados por las cosas bonitas y prestan poca atención al trasfondo de lo que quieren comunicar».
Todo este entramado forma de un proyecto de fin de carrera de la joven irlandesa. En lugar de hacer una identidad corporativa ficticia o un proyecto editorial, West optó por satirizar el medio en el que se mueve para poner el colofón final a tres años de estudios superiores en artes gráficas en IADT.
La entrevista es solo una de las patas de un estudio ficticio llamado Grafik BS, con sede en París, y que hace unos meses empezó a poblar behance con más de 80 carteles llenos de juegos tipográficos rabiosamente actuales que escondían mensajes humorísticos sobre el triunfo de la estética sobre la sustancia.
El centenar de personas que marcaron su apreciación en la página por su trabajo se lo tragaron. Incluido un ingenuo diseñador parisino en ciernes que contactó con el estudio para pedir trabajo. “También recibí los típicos comentarios de, cómo mola tu portfolio, entra en mi portfolio para ver mi trabajo”, añade la diseñadora irlandesa.
Cada cartel estaba acompañado de una explicación que se repetía una y otra vez. “Este póster ha sido creado sin ninguna otra razón que para mi propio placer. Yo quiero crear bellas piezas de diseño gráfico que contienen imágenes en blanco y negro con tipografía genial (…). No me inquieta que no contenga mensaje alguno”.
Por si no fuera suficiente para alertar al lector sobre la sátira, los pósteres estaban adornados con lemas visualmente elegantes pero con mensajes que decían todo lo contrario.
Este cartel en concreto está escrito en finlandés. Su aspecto limpio rinde reverencia a la maestría de los nórdicos en este ámbito si no fuera por el titular que anuncia que: “Esto es una mierda de perro”.
Este cartel, en cambio, promociona lo que parece una exposición de arte en holandés. Todo bonito en la práctica, hasta que decides traducir la frase principal y te encuentras que dice: «El contenido es irrelevante, siempre y cuando parezca estar diseñado».
Este otro cartel enfatiza una vez más la irrelevancia del contenido, esta vez en francés:
Y si todas las demás pistas no alertaron al lector del estudio ficticio, siempre está el nombre: Grafik BS, siendo BS un diminutivo de Bull Shit.
El proyecto, además de puntuar para su carrera, ha servido de desahogo para la diseñadora en ciernes. West forma parte de una generación que ha crecido con Tumblr y Behance como una de las principales referencias para encontrar cosas nuevas. Herramientas útiles pero en las que a veces se «promociona diseño muy efímero donde se busca solamente lo visual».
A principios de septiembre It’s Nice That reveló el «malvado plan» de West y la joven diseñadora empezó a recibir decenas de emails de estudios londinenses felicitándola por hacer algo que era «necesario comunicar».
Sus profesores no se lo tomaron mal pero «se quedaron un poco de fuera de juego. Creo que se esperaban el típico proyecto de fin de carrera», indica la diseñadora que aprovechó la ocasión para reírse un poco de sí misma. «Sé poco del mundo profesional del diseño pero he estado involucrada lo suficiente en la parte de docencia para darme cuenta de que a veces los diseñadores gráficos nos tomamos las cosas demasiado en serio».
