Sólo hay una cosa peor que ser insomne: querer dormir y que alguien nos prive del sueño. Y si ese alguien no levanta un palmo del suelo, apenas si balbucea y moquea más que ríe, el drama está servido. Teniendo en cuenta que se trata de tu propio hijo, sólo hay una forma de que la situación sea más grave: tener gemelos.
Si bien es algo por lo que tiene que pasar a cualquier padre o madre del mundo, el desarrollador de software Tyler Lund ha encontrado una solución original como pocas. Lund es el orgulloso progenitor de dos muchachos que ya tienen tres meses y que, como todo hijo de vecino, en sus primeras semanas de vida se dedicaban a interrumpir el plácido descanso de sus padres cada noche a golpe de llantina.
«Cuando un desarrollador de software ve un problema, diseña pruebas», explica el propio Lund. Y así lo hizo. Por frívolo que parezca, desarrolló un sistema para evaluar de qué forma podría lograr que sus retoños durmiesen más horas seguidas, en busca de la paz nocturna. Todo, en base a un método frecuentemente utilizado en el marketing y en la programación: el famoso A/B test.
Cuando Google, por ejemplo, quiere probar qué tono de azul es el que más clics atrae en la página de resultados de su buscador, y los diseñadores no se deciden por uno u otro, nada mejor que probar las distintas opciones con diferentes grupos de usuarios para comprobar la recepción del cambio.
Lund explica que es algo que hacen frecuentemente las compañías a la hora de introducir mejoras en sus aplicaciones o páginas web. El color de la tipografía es sólo un caso real. Amazon, por ejemplo, también hace algo similar con la ubicación de su botón de compra. Durante un tiempo significativo, a determinados usuarios se les muestra una opción distinta y se certifica, datos en mano, cuál de los emplazamientos se traduce en más compras en la plataforma.
Sin embargo, aplicar este sistema de pruebas al mundo de los neonatos no es tan sencillo. A menos, claro está, que tengas dos prácticamente idénticos. En ese caso, uno puede ser utilizado para probar cosas nuevas y observar si alguna sirve de algo respecto al otro bebé, que hará las veces de control.
«En primer lugar, hemos probado aumentando la cantidad de comida dada inmediatamente antes de la hora de acostarse», explica el desarrollador, que fue anotando los datos de sus pruebas en una libreta hasta que se le quedó pequeña y se vio obligado a pasar la información a una hoja de cálculo. ¿Cuál fue el resultado de la mayor ingesta de alimento? En principio, nada cambió de forma concluyente.
«Ambos niños parecían empezar a aumentar la duración del sueño a la vez, y los dos dormían casi el mismo rato», cuenta el padre. «Una noche, el incremento de comida fue seguido de un tramo sin precedentes de cinco horas y media de sueño, pero un solo dato en este conjunto de datos era insignificante», explica.
Hierbas y digestiones
El siguiente paso para hackear el sueño de sus hijos fue probar con el elegido como conejillo de Indias a usar agua de gripe. Este invento inglés de finales del siglo XIX tiene cierta fama entre los padres, aunque no es otra cosa que agua con hierbas que, en principio, sirve para calmar los estómagos e intestinos en plena ebullición. En definitiva, para que la digestión del bebé sea pacífica. «Nos hizo ver un pequeño aumento en el promedio, entre 20 y 30 minutos más, aunque podría haber sido debido al aumento natural por la edad», reflexiona ahora el curioso padre.
La clave llegó con la siguiente prueba. Lund y la madre de los gemelos probaron a atrasar el horario de la cena del niño encargado de probar los distintos «tratamientos»: si antes se la daban tres horas antes de ir a dormir, pasaron a dársela con solo hora y media de antelación. «Vimos aumentos de hasta una hora extra de sueño como resultado, aunque no sucedió hasta unos pocos días después del comienzo del experimento», cuenta.
Con sólo 10 semanas, el bebé fue sometido a una última prueba: sus padres intentaron mantenerlo despierto el mayor número de horas posible durante el día para que, finalmente, cayera rendido por la noche. El incremento de horas de sueño fue insignificante y, por otra parte, era demasiado molesto para todos. Así, el hackeo más eficaz había llegado con la suma de un tónico y el cambio del horario de las comidas. Pero no había sido fácil.
«Muchas de estas pruebas no fueron concluyentes», razona Lund, que encuentra la explicación en el tamaño de la muestra usada: solo un niño. «Con el fin de probar con mayor precisión, es posible que tenga que aumentar el tamaño de la muestra. Unos trillizos serían muy útiles para esto», bromea.
¿Y si hacemos una app?
Lund no es el único padre que busca soluciones propias de un programador para criar a sus hijos. El antiguo director general de Vine y actual director de producto de la realidad virtual de Google, Jason Toff, descubrió que su hijo, de 13 meses, se quedaba dormido enseguida si, de fondo, se escuchaba ruido blanco.
Ese sonido aleatorio que hacen, por ejemplo, los televisores cuando no sintonizan ningún canal es un recurso que muchos padres han utilizado para apaciguar a sus pequeños. Tanto es así que en YouTube hay vídeos con horas y horas de este sonido:
Y también hay aplicaciones, sí, pero ninguna satisfizo las necesidades de Toff. «Por desgracia, se necesitan demasiados pasos para reproducir ruido blanco desde iTunes, algo que es más difícil aún cuando estás sujetando a un bebé con el brazo. Y la luz del teléfono a menudo terminaba despertándolo», explica. Así, este estadounidense terminó creando Goodnig.ht, una aplicación para dispositivos iOS que cubría todas sus necesidades.
Una vez abierta la app, esta reproduce ruido blanco sin detenerse. No hace falta seleccionar nada ni tocar mucho la pantalla. Además, se apaga progresivamente porque no hay «nada peor que un bebé despertándose debido a que el ruido blanco se detiene de pronto», comenta. Sólo hace falta indicar que la criatura ha caído en los brazos de Morfeo para que la aplicación se vaya silenciando poco a poco.
Bienvenidos al siglo XXI, donde los móviles duermen niños y los padres juegan a hackear a sus bebés.
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La imagen principal es propiedad de eperales
Completamente engañoso el término hackear aquí…
Completamente de acuerdo.
Bueno… se aprovechan de una vulnerabilidad del sistema para ejecutar un exploit, si eso no es «Hackear», ¿que seria?
[…] Vía: Yorokobu […]