Frío. Por dentro y por fuera. Un Moscú gélido. Desde sus propias entrañas. Desde la oscuridad que aflora en las ciudades cuando la luz se va. Es la ciudad que busca Salvi Danes cuando sale con su cámara por la capital rusa. Es el lugar donde, “envueltos en polvo, pasaban volando resonantes cambios y, en ellos, sobre sacos, tendidos con las barrigas hacia arriba, iban unos hombres”. Eso relataba Mijaíl Bulgákov en Maestro y margarita.