Hola, soy un robot y estoy aquí para ayudarte, entretenerte, cuidarte…

21 de febrero de 2012
21 de febrero de 2012
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Ahora no se llaman ni C3PO ni R2D2 sino Elvira o Nuka. Tampoco están diseñados para acompañar a los Jedis en sus misiones contra el lado oscuro sino para proezas mucho más del día a día, como ayudar a los niños en las aulas, servir de apoyo en los tratamientos dirigidos a mayores, niños hospitalizados o personas con algún tipo de demencia o discapacidad.

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Hace tiempo que los robots dejaron de ser algo exclusivo de la ciencia ficción y se instalaron en nuestro mundo. La realidad les debió gustar porque su población no ha dejado de crecer: en 2011, el número de autómatas superaba los 10 millones.

Con su presencia en todo tipo de ámbitos, los robots comenzaron a mostrar también su capacidad de adaptación a nuestra sociedad. Incluso sectores tan poco early adopters, como el sociosanitario, empezaron a demandar los servicios de autómatas como Nuka, un bebé foca empleado en terapias con personas mayores.

Su función es similar a la que desempeñaría cualquier otra mascota: activar la comunicación, reforzar la autoestima, relajar o motivar a sus dueños. Solo que a Nuka no hay que alimentarla, ni sacarla a pasear. Aunque sí reacciona cuando es acariciada, hace compañía y resulta de los más achuchable.

Adele Robots es la empresa que está detrás del proyecto: “Participamos junto al  Instituto Nacional de Ciencia y Tecnología Industrial Avanzada de Japón en la difusión del proyecto Nuka, en el que también colaboran  otros países europeos como Dinamarca, Alemania, Holanda, Suecia además de España”, explica Joaquín Martín, cofundador de Adele Robots.

Pese a los buenos resultados de terapias efectuadas con robots como Nuka, su implantación en nuestro país está lejos de ser la deseada por empresas como la de Martín: “En España nos enfrentamos a un desconocimiento en este tipo de herramientas y a poco apoyo desde las administraciones, ya que siguen asociando a la robótica a la ciencia ficción y no a productos que aporten gran beneficio para la sociedad”.

Y sí, el ejemplo a seguir en este sentido siguen siendo sociedades asiáticas, como la japonesa o la coreana: “Allí es fácil ver robots en escuelas ayudando al profesorado o en museos guiando a los visitantes. Consideran a los robots como amigos que están ahí para ayudarles y entretenerles”.

Claro que considerar ‘amigo’ a un autómata solo es posible cuando la robótica ha alcanzado un grado aceptable de humanización. ¡Ojo! Eso no quiere decir que los robots tengan que tener una apariencia humana, advierte Joaquín Martín: “El reto es que los robots sean empáticos, tenga una apariencia amigable. En definitiva, el objetivo es conseguir que la relación humano-máquina sea lo más natural y cómoda posible”.

Un robot en el aula

Otro sector en el que la robótica está dando muestras de gran utilidad es el de la educación. Según Elena Merino, de Minirobots, “la tecnología está cobrando cada vez un papel más importante en la enseñanza”. Y empresas como la suya se encargan de que así siga siendo.

En el caso concreto de Minirobots, lo hace a través de Moway, un robot encargado precisamente de mostrar a los alumnos (desde los de educación secundaria hasta los universitarios) los avances tecnológicos y su aplicación en la sociedad: “Si bien la tecnología avanza a pasos agigantados a nuestro alrededor, la oferta formativa disponible en los centros de enseñanza no lo hace al mismo ritmo, lo que impide a los alumnos comprender situaciones cotidianas y les limita en sus aspiraciones acerca de preferencia en sus estudios futu­ros, ya que no pueden plantearse algo que ni siquiera conocen”.

Según Merino, Moway es capaz de ajustarse a los diferentes niveles de enseñanza y a los sistemas educativos de cualquier parte del mundo así como a los recursos disponibles en cada uno de ellos.

 

Inteligencia Artificial, el mejor complemento

Educación, entretenimiento, cuidados socio-sanitarios… La robótica es aplicable a todos los campos y funciones. Los límites los ponemos nosotros: “Sólo cuando consigamos conocernos perfectamente lograremos crear una Inteligencia Artificial que, basada en los modelos que nos hacen inteligentes, nos complemente. En ese camino, avanzar en nuestro propio conocimiento implica identificar y potenciar nuestras mejores capacidades, así como acotar y suplir nuestras carencias. La tecnología que se produce como resultado de ese continuo aprendizaje debe ser el medio para que la humanidad se libre de actitudes, modelos y estructuras esclavizantes, como por ejemplo el trabajo no creativo, que puede llegar a ser la cárcel más asfixiante”.

Lo dice Diego García Sánchez, co-founder. engineering and product R&D de AISoy Robotics, especializada en robótica social. Su objetivo,  acercar la tecnología a «todos los públicos», creando robots asequibles económica y funcionalmente y, sobre todo, versátiles en su software.

“Es un complicado reto, pero creemos estar un poquito más cerca de este objetivo con nuestro primer producto, AISoy1, una plataforma robótica con un potente hardware (cámara, sensores de luz, tacto, temperatura, inclinación, etc.), y un core software configurable y ampliable mediante un Kit de Desarrollo (SDK)”.

Compañero lúdico-educativo para niños de entre 6 a 99 años, plataforma de desarrollo de aplicaciones, con posibilidad de integración con otros dispositivos (domótica, dispositivos multimedia en red) o mascota para personas mayores, son algunas de las posibles funciones que puede desarrollar AISoy1. “Con él hemos tratado de reflejar el estado del arte en Inteligencia Artificial”.

Empresas como las responsables de AISoy1, Nuka o Moway serán algunas de las que estarán presentes en la 4º edición de Creativity Meeting Point, que se celebrará en Bilbao del 13 al 15 de marzo, y en el que la robótica será uno de los principales temas a tratar.

Foto portada: ChelseaWa bajo licencia CC

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