«Nada viene, las cosas, buenas o malas, suceden porque alguien las provoca. HUMANSDID nace de la convicción de que aún podemos elegir». Cada lunes te contaremos dos ideas y tendrás que elegir una de ellas con tu voto. ¿Empezamos a cambiar las predicciones?
1Al calor del dato
El calor residual de un centro de datos abastece hasta el 70% de la calefacción de un hospital.
En el distrito 21 de Viena, un centro de datos genera calor, mucho calor… Y, mientras lo habitual sería dejar que ese calor se pierda, como sucede en miles de infraestructuras similares alrededor del mundo, las reglas del juego están cambiando.
Wien Energie, la mayor empresa pública de energía de la ciudad, y Digital Realty, uno de los operadores de datos más grandes del país, han puesto en marcha un sistema para capturar ese calor residual, canalizándolo hacia el Hospital Clínico de Floridsdorf, a menos de un kilómetro de distancia. Su objetivo: cubrir hasta el 70% de sus necesidades de calefacción a partir de una fuente que, hasta ahora, no se usaba.
La infraestructura es sencilla: bombas de calor, redes térmicas e intercambiadores. Nada revolucionario. No se trata de nuevas tecnologías, sino de nuevos enfoques que, en vez de generar más energía, aprovechan la que ya está circulando. Con un presupuesto de 3,5 millones de euros y un plazo de ejecución de 18 meses, el proyecto evitará la emisión de hasta 4.000 toneladas de CO₂ al año, como parte de una estrategia más amplia: que Viena alcance la neutralidad climática en 2040.
Una muestra de que la colaboración entre el sector público y privado puede generar soluciones innovadoras y sostenibles en el ámbito energético: reduciendo emisiones, disminuyendo la dependencia energética y abaratando los costes de operación del hospital. Pero, sobre todo, evitar seguir haciendo lo de siempre: desperdiciar lo que ya existe.2Sombrillas sostenibles
Parasoles tratados con dióxido de titanio que eliminan contaminantes como si fueran árboles urbanos.
Las terrazas de España no son, a simple vista, el lugar donde esperarías encontrar una solución ambiental. Pero ahí están: entre mesas, sillas y cañas al sol, unas sombrillas capaces de capturar contaminantes del aire como si fueran árboles.
Una iniciativa impulsada por el fabricante Ezpeleta, que nos lleva a la siguiente cuestión: ¿puede un objeto cotidiano convertirse en parte activa de la regeneración urbana?
La respuesta está en el tejido. Las sombrillas están tratadas con dióxido de titanio, un material que, al activarse con la luz solar, descompone gases contaminantes como óxidos de nitrógeno y metano. Su efecto es comparable al de dos árboles en funcionamiento constante, y se estima que cada parasol neutraliza el equivalente a lo que emite un coche diésel recorriendo 20.000 km al año.
El plan no es anecdótico, hablamos de una estrategia concreta: reemplazar todo el mobiliario exterior por materiales reciclados y activos, con el objetivo de reducir hasta 2.650 toneladas de CO₂ en el conjunto de su red de terrazas. La iniciativa está certificada por el International Photocatalyst Standards Testing Centre, lo que garantiza su eficacia incluso en condiciones de baja radiación solar.
En este caso, la tecnología tampoco es nueva. Pero lo interesante —como en tantos otros casos— es la decisión de aplicarla en lo cotidiano (como nuestro activismo). Una sombrilla no salvará el planeta, pero, a través de pequeñas decisiones bien orientadas, sí podemos empezar a cambiar nuestra escena.




