Jan van der Heyden: el pintor que se convirtiรณ en el padre de los servicios municipales modernos

Solemos dejarnos llevar por los cantos de sirena de lo lejano, lo estrambรณtico, lo exรณtico, lo extraordinario y lo รฉpico. Sin embargo, a poco que aprendamos a mirar los objetos mรกs cotidianos, llegaremos a dirigir epรญtetos muy similares a una simple cafetera o una cama.

Nuestra mirada, acomodada a la rutina, deja de percibir el lustre de lo que nos rodea, como el Tyrannosaurus rex es incapaz de percibir lo que no se mueve; o como decรญa Rafael Sanchez Ferlosio, lo รบnico que hace diferentes a las ciudades es el rรณtulo de las estaciones.

Para capturar de nuevo lo rutilante de lo mรกs cotidiano hay que contemplar de un modo tan nuevo que debemos recurrir a algunos trucos. El mรกs eficaz consiste en dibujar lo que estamos viendo, porque ello nos obliga a fijarnos en todos los detalles sin dejarnos ni uno (bรกsicamente, si nos dejรกramos uno, no podrรญamos dibujarlo).

Este truco lo solรญa emplear el crรญtico de arte y escritor del siglo XIX John Ruskin cuando viajaba. No importaba que el dibujo fuera bueno o no, lo decisivo era examinar cada detalle y plasmarlo en una hoja en blanco. El filรณsofo Alain de Botton habla del proceso en El arte de viajar en estos tรฉrminos :

En el proceso de recrear con nuestra propia mano lo que estรก ante nuestros ojos, se dirรญa que nos movemos naturalmente desde una posiciรณn de observadores de la belleza en sentido laxo a otra en la que adquirimos una profunda comprensiรณn de sus partes constitutivas y, por ende, recuerdos mรกs certeros de ella.

El proceso tambiรฉn es bidireccional. Es decir, si nos acostumbramos a pintar las cosas mรกs cotidianas, nuestros ojos se entrenarรกn de tal modo que tambiรฉn seremos mรกs capaces de repensar la propia cotidianidad. Por ello, nadie mejor que un pintor experto no en pintar paisajes majestuosos o arquitecturas onรญricas, sino en plasmar objetos anodinos para reinventarlos.

Fascinaciรณn urbanita

Pintar lo cotidiano tambiรฉn te empuja a arrancarle brillos a lo urbano frente a la naturaleza, inherentemente bucรณlica. Jan van der Heyden lo sabรญa bien, por ello sus ojos no se dilataban tanto frente a un bosque o una montaรฑa nevada, sino ante el crecimiento desaforado de la ciudad en la que vivรญa, รmsterdam, durante el siglo XVII.

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La exquisita planificaciรณn urbanรญstica, los nuevos canales, los bosques de mรกstiles del puerto, las estrechas fachadas de los edificios, la sede para el gobierno municipal, los puentes majestuososโ€ฆ todo le parecรญa a Van der Heyden digno de su admiraciรณn. Por ello se convirtiรณ en el mรกs grande pintor de paisajes urbanos de la รฉpoca; la versiรณn urbanita de Rembrandt.

Su estilo era tan detallista que podemos observar cada ladrillo de cada edificaciรณn. Probablemente, para alcanzar tal grado de detalle se ayudaba de una lupa y otras herramientas mรกs propias de un entomรณlogo que de un pintor. Con todo, no buscaba la precisiรณn topogrรกfica, sino la idealizaciรณn de la ciudad, de modo que hacรญa concesiones adaptando la arquitectura al entorno para obtener una composiciรณn mรกs armรณnica.

Su mirada, de hecho, se extendiรณ a otras ciudades, buscando siempre aquel detalle que le resultara extraordinariamente ordinario. Sรญ, su tema predilecto fueron varias vistas de รmsterdam, pero tambiรฉn vistas de otras ciudades holandesas, flamencas y alemanas. Van der Heyden tambiรฉn creรณ fantasรญas arquitectรณnicas completamente imaginarias, llamadas capricci, como An Architectural Fantasy (1670).

Tal era en entusiasmo del pintor ante los hitos arquitectรณnicos que le rodeaban que, progresivamente, empezรณ a plantearse si tal vez podrรญan mejorarse y hasta protegerse de los imponderables. Una idea que se le grabรณ a fuego, nunca mejor dicho, cuando se produjo un incendio en un viejo edificio municipal, en la plaza Dam.

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Contra el caos y la fragilidad

Si las ciudades representaban el orden y la entereza frente al caos y la fragilidad de los entornos naturales, Van der Heyden decidiรณ que no bastaba con representar la ciudad y lo cotidiano en un lienzo, sino que debรญa protegerlo. Asรญ fue como empezรณ su carrera como padre de los servicios municipales modernos.

El fuego era el enemigo principal de las ciudades, asรญ que su primer invento fue la manguera de cuero para apagar incendios, y mรกs tarde tambiรฉn perfeccionarรญa la bomba de agua hasta concebir la primera autobomba eficaz. No contento con ello, fundarรญa un departamento de bomberos y tambiรฉn lo dirigirรญa.

Para mejorar las tรฉcnicas de extinciรณn de incendios, se dedicarรญa a escribir crรณnicas exhaustivas de ochenta fuegos originados en la ciudad a fin de mejorar los mรฉtodos de control y extinciรณn.

La iluminaciรณn nocturna tambiรฉn fue un objetivo importante de Van der Heyden. Por esa razรณn, inventรณ la farola de alumbrado pรบblico. Las 2.556 farolas que empezaron a iluminar los canales de รmsterdam, de hecho, fueron instaladas por su iniciativa. Ademรกs, estudiรณ cuรกl podrรญa ser la distancia รณptima entre farolas para que la gente pudiera pasear de noche y no tuviera miedo de sufrir un atraco, o quรฉ combinaciรณn de aceites era mรกs idรณnea para usarse como combustible en las mismas.

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A fin de fabricar todas las farolas, autobombas y otros inventos de Van der Heyden en serie, concibiรณ la que podrรญa definirse como la primera lรญnea de ensamblaje del mundo, lo que permitiรณ que trabajadores no cualificados fueran capaces de producir las partes necesarias de cada producto.

Para vendรฉrselos al gobierno municipal a gran escala, al mismo departamento que รฉl dirigรญa, fundรณ una empresa con su hermano. El รฉxito fue tal que muchas ciudades de Europa empezaron a usar sus inventos para mejorar la geografรญa urbana. A Van der Heyden empezรณ a conocรฉrsele como el Leonardo da Vinci neerlandรฉs.

Van der Heyden era capaz de imaginar quรฉ necesitaban las ciudades para ser mรกs confortables, seguras y prรกcticas porque su mirada se paseaba durante horas, dรญas y meses en todos sus detalles mรกs cotidianos. Detalles que pasaban desapercibidos, pero que รฉl necesitaba radiografiar punto por punto para, posteriormente, plasmarlos en un lienzo.

Por ello es lรณgico que en sus obras casi nunca haya gente. La ciudad es la protagonista. Porque ella estaba puesta al servicio de la gente, era el ecosistema en el que uno podรญa vivir confortablemente y prosperar.

La pasiรณn de Van der Heyden estaba focalizada en las estructuras externas, en el hรกbitat, un locus amoenus que aspiraba ser una metrรณpoli moderna. Una transformaciรณn hacia la civilizaciรณn inspirada por el amor a los detalles nimios. Porque el entorno tambiรฉn favorece la forma de ser y de pensar de sus habitantes (la nociรณn de puntualidad, por ejemplo, no naciรณ hasta el desarrollo del reloj moderno).

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Por eso, quizรก, fue la propia metrรณpoli la que propiciรณ el nacimiento de determinadas ideas en la cabeza de Van der Heyden que, a su vez, retroalimentaron la metrรณpoli. Asรญ tampoco es tan extraรฑo pensar que el concepto de hogar como espacio personal, รญntimo y privado posiblemente haya surgido en este lugar y momento de la historia, como recoge el arquitecto Witold Rybczynski en un libro delicioso que hace hincapiรฉ en la contemplaciรณn de lo mรกs cotidiano: La casa. Historia de una idea.

Ajustando las lentes de Van der Heyden en vuestros ojos, pues, la prรณxima vez que viajรฉis, viajad por una ciudad (aunque sea la vuestra). Incluso id mรกs allรก y explorad el interior de vuestro propio hogar al modo en que lo hizo el tambiรฉn pintor y escritor francรฉs en su cรฉlebre libro Viaje alrededor de mi habitaciรณn.

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#142 Primavera / spring in the city

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Patrick Thomas

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