Tras una vida dura y con poco conocimiento en nuevas tecnologías, la Red le ha abierto una ventana al mundo a La Prado, una artesana que descubrió su talento con 58 años. Se llama María del Prado Gallego, vive en Puertollano (Ciudad Real), tiene 63 años y desde hace cinco es su propia jefa.
“¡Qué lástima que esto no me haya pasado antes!”, explica riendo a carcajadas mientras recuerda cómo empezó todo esto. ¿Qué es eso que La Prado, como la conoce todo el mundo, querría que hubiera sucedido antes? Pues tener una tienda en internet en la que vende unas camisetas muy especiales que ella misma diseña y fabrica en su propia casa.
Todo surgió hace cinco años, cuando su hijo Fabián le pidió unas camisetas para Milrayas, la empresa de diseño en la que trabaja, con motivo del quinto centenario de El Quijote. Gustaron tanto que mucha gente empezó a pedirle que su madre les hiciera una a medida. Y La Prado, encantada con la idea, se puso a hacer camisetas personalizadas para cada uno. No quedó ahí la cosa porque un hotel de la provincia le encargó unas camisetas que adquirió la mismísima Carolina de Mónaco. Sus creaciones tienen un sello inigualable, mezcla de elementos infantiles con un toque de humor muy socarrón.
“A veces tengo que dejarlo todo y ponerme a coser porque se me ha ocurrido algo. ¡Quién me lo iba a decir a mi edad!”, exclama La Prado, que compagina su trabajo de diseño por las tardes con cuidar a su nieta por las mañanas. Lo suyo es auténtica devoción. Por eso hace las camisetas individualizadas, lo que la gente le pide y exclusivo para cada cliente.
Sin embargo, acepta encargos de algunas de sus prendas ya inventadas y que pueden verse en su web. La Prado, además, trabaja para empresas. Muchas compañías le mandan una idea y ella la convierte en una camiseta.
Confiesa que con Internet no se aclara demasiado y por eso hace buen equipo con su hijo Fabián, que asegura que su madre lo tiene de “becario de comunicación”. Él atiende las peticiones y renueva la web para que “ella se dedique a crear”.
Oír reírse a La Prado es entenderla. Se ríe como las personas que han sufrido y han salido adelante porque saben que la vida es, en buena parte, como tú la inventas. Se quedó viuda muy joven, con cuatro hijos, y tuvo que ponerse a trabajar cuando todo (nada más y nada menos) lo que había hecho en la vida era ejercer de esposa y madre. Hacía arreglos en un taller de costura que tuvo que dejar para cuidar a su padre enfermo.
Esa etapa ya pasó y ahora sus camisetas visten a caras conocidas de la televisión y tienen un éxito increíble en Italia, donde pasó una temporada una de sus hijas y aprovechó para darlas a conocer. “Yo no soy una artista, soy una artesana que se lo pasa pipa haciendo lo que hace”, confiesa esta mujer increíble que define su estilo como “moda manchega chula”.