El catolicismo no ha sido ajeno a la aparición de la tecnología digital. En los últimos años hemos visto cómo proliferaban las parroquias con página web o cómo surgían los perfiles de Twitter del Papa o de cuentas relacionadas con la Iglesia. Sin embargo, como los católicos son muy dados a resucitar cosas, en los últimos tiempos la Iglesia ha vuelto a apostar por el papel como soporte informativo.
Cabeceras como L’Osservatore Romano siguen publicando en papel sus ediciones en inglés, francés, español, italiano, portugués y polaco. Las parroquias de todo el mundo continúan imprimiendo estampitas y hojas informativas de diferente periodicidad. Lo mismo sucede con los libros y folletos de las diferentes diócesis. Hay decenas de publicaciones dedicadas al tema, como demuestra la web Medios Católicos y diarios como ABC regalan una vez a la semana Alfa y Omega, su suplemento religioso.
Para los que prefieran contenidos mejor presentados, está la revista Credere, publicación editada por los Paulinos desde 2013, que acaba de ser declarada «Revista oficial del año jubileo» que echa a andar mañana martes 8 de diciembre y vendría a ser una especie de Panorama o Tiempo para catequistas.
La proliferación de todas estas cabeceras puede estar relacionada con las llamadas a la Nueva evangelización realizadas por pontífices como Juan Pablo II y Benedicto XVI, pero su aspecto rancio y anticuado contrasta con los intentos de modernización de un papa como Francisco. Pero que no cunda el pánico. Por algo esta gente es infalible y sabe lo que se hace. Para eso está Il Mio Papa.
Publicada por el grupo Mondadori, propiedad de la familia Berlusconi, pero bendecida por la Santa Sede, Il Mio Papa lanzó su primer número en marzo de 2014, apenas un año después de la entronización de Jorge Bergoglio como Sumo Pontífice.
Su director, Aldo Vital, también responsable de las revistas Tele Più, Guida TV, y TV Sorrisi declaró que la publicación «se dirige al que cree pero también a aquellos que, no creyendo, ven en este hombre una esperanza para el futuro».
Sin embargo, el resultado final de Il Mio Papa no es tan elevado sino mucho más prosaico, siendo un mero producto de exaltación de la figura papal. Una especie de Súper Pop destinada a informar a los fans de todo aquello relacionado con la vida y la obra de su ídolo aunque, después de lo del becerro de oro, tal vez no sea esa la palabra más adecuada en este caso.
Cada semana, Il Mio Papa repasa las actividades de Francisco I de una forma sencilla, atractiva, con mucha foto y utilizando todos los recursos periodísticos existentes (destacados, negritas, asteriscos, despieces…) para hacer de unos textos ya de por sí sencillos algo aún más fácil de leer.
Además, como sucede con publicaciones tipo Bravo, Nuevo Vale o Súper Pop, el contenido se completa con consejos a los lectores sobre temas de actualidad, como el problema de la esclavitud sexual y la trata de blancas, el terrorismo yihadista o consejos para sobrellevar situaciones cotidianas. Por ejemplo, si en Súper Pop enseñaban cómo salir airoso de una comida con los padres de él o ella, Il Mío Papa explica Cómo comportarse en familia según el papa.
Si en las revistas juveniles explicaban cómo se diseñaba la ropa de moda que hacía furor esa temporada, en Il Mio Papa se cuenta cómo se restauran los tapices del Vaticano. Si en Nuevo Vale te enseñaban cómo maquillarte para sacar el máximo partido a tu rostro, en Il Mio Papa enseñan a rezar como Dios manda, valga la redundancia.
No faltan los pasatiempos, ni la sección de televisión donde se repasan las emisiones en las que aparecerá el papa durante la semana, los chistes, ni, por supuesto, la sección de cartas de los lectores.
En dicho apartado, es posible leer la carta de Maria Romani que se lamenta «Qué tristeza ver al Papa vivir en la pobreza y sin embargo otros…», o la de Luisella de Pavia que escribe «El sábado 7 de noviembre he asistido a la audiencia del Papa Francisco en la Plaza de San Pedro (…). Con inmenso dolor he visto que por poco se caía. Gracias a Dios la cosa no ha tenido consecuencias (…). Humildemente me permito sugerir que se recorte un poco el traje talar para que el Santo Padre pueda caminar más tranquilamente».
Tampoco faltan las poesías, como la que remite Anna Crisci, de Caserta, que en verso libre afirma: «No conocía al Padre Bergoglio ni siquiera lo había escuchado nombrar / pero en cuanto escuché el nombre de Francisco, / caí de rodillas dándole gracias a Dios».
Sería un pecado no incluir en una revista de este tipo la típica historia verídica de la que los lectores deben sacar una enriquecedora lección de vida y Il Mio Papa no iba a ser una excepción, aunque a su modo. Si en Nuevo Vale o Súper Pop los testimonios eran del tipo «Me acosté con mi profesor de gimnasia», «La droga acabó con mi relación de pareja», «Me abandonó pero quise tener a nuestro hijo», «Me enrollé con mi primo este verano» o «Me inyecté un porro y perdí la cabeza», en Il Mio Papa son más de «Un joven agricultor con un tumor maligno confía en Virgen durante un viaje a Lourdes y se sana».
Por último, y como no puede ser menos en toda revista de fans, en Il Mio Papa también abunda el merchandising. Entre los diferentes productos que se pueden comprar está el libro L’Anno santo con papa Francesco, la guía imprescindible para el Jubileo; el anillo rosario; la pulsera de doble vuelta con cruz, o el estuche para el rosario con la efigie de Bergoglio. El rosario no está incluido, pero es posible conseguir una amplia variedad de ellos gracias a la colección de fascículos que también se anuncia en la publicación.
Recientemente Il Mio Papa ha licenciado ediciones en Alemania, Polonia, Brasil y Corea (la del sur). Es una pena que no disponga de una edición en castellano. Pero es aún más sorprendente que nadie haya reparado que la fórmula puede ser aplicada a otros muchos personajes de nuestra sociedad.
Ante productos como estos, el modelo de La Circular o Temas para el debate o Los cuadernos de pensamiento político FAES está agotado. Es hora de lanzar una revista como Il Mio Papa. Después de lo de María Teresa Campos, El Hormiguero y lo de Bertín y lo de Calleja, la sociedad española y sus líderes están suficientemente preparados para ello.