Las Culpass: feminismo murciano hecho con cariño

21 de diciembre de 2016
21 de diciembre de 2016
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Cosido con cariño y rabia desde Murcia. La ropa de Las Culpass entra en una deliciosa contradicción desde su etiqueta, que resume con esta frase el leit motiv de la marca. Pero la contradicción más importante, la que hace a estas dos jóvenes diseñadoras ir a trabajar cada día, ha sido la de fundir dos conceptos tan antagónicos como moda y feminismo.

«No tienen por qué serlo», rebaten al unísono Alexandra Cánovas y Martae Martínez. «Aunque a veces lo son», concede Cánovas, «en realidad empezamos por eso: nos gustaba la moda y no nos sentíamos identificadas con las publicaciones, los desfiles y los escaparates».

Cánovas y Martínez se interrumpen, se interpelan, se ríen. Se nota que aman lo que hacen, que creen cada palabra de lo que dicen, con la boca y con la aguja. Llevan cinco años desarrollando un discurso que se intuye coherente y bien armado. Dando charlas, planeando desfiles, cosiendo y desafiando con cada pespunte los pilares de la moda. Rompiendo las costuras.

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Las cosas ahora son más fáciles, menos rupturistas que cuando empezaron. Es verdad que en los últimos años el discurso feminista se ha colado en algunos desfiles, se ha domesticado para aparecer en el centro de la cultura pop.

Las Culpass mencionan la influencia de las Pussy Riot, el discurso de Emma Watson en la ONU, los mensajes de divas del pop como Beyoncé o desfiles como el de primavera verano 2015 de Chanel. Pero conceden también que parte de estos actos responden a una apropiación despolitizada y edulcorada del feminismo, lo que se ha venido a bautizar en España como #Feminismochic. Nada en contra, eso también puede estar bien, pero ellas hacen otra cosa.

Lo que hacen Las Culpass es una colección inspirada en la menstruación. Faldas para hombres. Bolsos hechos a base de sujetadores reciclados. Lo que hacen Las Culpass es auténtico. Puestos en antecedentes, podríamos decir que más que nadar entre dos aguas, ellas navegan entre agua y aceite, dos elementos que no se mezclan, no se comunican, a pesar de que podrían (y quizá deberían) estar relacionados.

Aún así aseguran que no les han caído muchas críticas, ni desde el mundo del feminismo ni desde el de la moda. «De hecho creemos que participar un poco en los dos mundos en muy necesario», asegura Cánovas. «Nos movemos en un ambiente más underground, donde la gente está ya muy informada, y en otro menos concienciado, más clásico, para que no se queden con la idea de que el feminismo es un cartel concierto de Beyoncé». Así han alternado sus charlas en centros sociales con su participación en la Semana de la moda de Murcia, su colaboración con el festival Zorrifest con su presencia en tiendas de ropa convencional.

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A pesar de que el éxito comercial empieza a arrancar ahora, el mediático fue instantáneo. «Lo primero que hicimos fue el bolso riot», recuerda Martínez, «formaba parte de una colección que se llamaba Todos mis gallos, y era básicamente todo lo que queríamos decir. Pero era un poco… era todo un poco cutre. Cogíamos unos leotardos, los tintábamos, les poníamos un parche… Era muy experimental, muy artístico».

La calidad llegaría más tarde pero el germen ya estaba allí. Las empezaron a sacar en blogs, les invitaron a entrevistas y charlas. «Nos sorprendió muchísimo que la gente quisiera escucharnos», reconocen, «eso te motiva un montón».

Había un público dispuesto a escuchar, así que estas dos jóvenes murcianas se pusieron manos a la obra, perfeccionando su técnica y afinando el discurso. «Nos dijimos, vamos a explorarlo todo individualmente, y empezamos con una colección sobre la obsesión con la estética, sobre la transformación del cuerpo para adaptarse a los cánones». Revolucionaron la Murcia Fashion Week con un desfile en el que las modelos salían con la cara vendada, simulando el postoperatorio de una intervención estética.

Las CulpaSS. Bolso Riot PRIMARIOS (+Pistoleras) from las culpass on Vimeo.

Los asistentes se quedaron bastante descolocados, pero la verdadera sorpresa vendría unos días después. La ropa se estaba vendiendo. «Era poco», reconoce Cánovas, «igual hacíamos dos piezas por diseño, pero estaban bien hechas y empezamos a vender». También empezaron a pensar que podrían vivir de esto.

Siguen pensándolo, aunque por el momento es una certeza bastante incierta. Con siete colecciones más a sus espaldas, Las Culpass han aumentado la tirada a unas pocas decenas de prendas por diseño, han disparado su presencia en tiendas y mercadillos. El suyo, de momento, no es un negocio boyante, pero sí les apasiona, que es más de lo que pueden decir la mayoría. Reconocen que ser diseñador en España no es fácil, pero ellas siguen al pie del cañón. Cosiendo, con cariño y rabia, desde Murcia.

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