Minions. Esos bicharracos amarillos con sonrisas y dientes gordos. Algunos de ellos desnudos, otros gorditos, con peto azul de fiesta, de currantes, albañiles de Pixar, fieles villanos de Gru.
El próximo President será minion y hablará genial catalán. ¡Ari, ari, ari, minion lehendakari! El próximo pregonero de San Fermín, un par de minions ebrios de animación.
Ferias de pueblo llenas de esos muñequitos. San Roque invadido por miles de muñecos colgantes que si tiras un palillo se quedarán para siempre con tu chica y tu terreno del pueblo. Chicas suspirando por tener su minion, monjes de clausura haciendo galletas del minion afortunado.
«Me hacen reír». «Son tan monos». El minion es sexy por naturaleza. Es gracioso y come bananas. Es la nueva superestrella: cuando Nocilla te saca una colección de vasos es que ya lo has logrado todo en esta vida. Mecánicos del amor, alfareros de la seducción. Profesoras de latín de 60 años suspirando por cruzar el mar en su compañía fiel.
«Hazme minion, Señor, pero hazlo ya», suspira un grupo de visitantes en patinete por las ruinas romanas de Mérida mientras aguantan estoicamente la chapa del guía que acaba de ver un minicorto en su tablet de los muñecos amarillos.
– ¿Pero por qué tienen tanto éxito entre las mujeres? ¿Qué les pasa a las mujeres con este dibujo animado? – se pregunta Punset. Quizá que ha dejado de ser un mero dibujo animado para convertirse en la nueva fantasía de España.
Cuando menos te lo esperas, lo tienes en tu habitación saludándote desde la estantería. Hay una auténtica colonización del minion en el hogar medio español. Ha logrado batir en duelo al torito y a la flamenca de todos los televisores españoles como icono del salón. Es como en su día el mejillón paparamericano. Minion Orgullo Gay. Minion Fucker. Minion piloto de Fórmula 1. Minion peregrino. Minion avestruz.
El animador de campamentos recuerda su experiencia cuando hace dos años «me tuve que disfrazar de este personaje… Por entonces comenzaban a pegar fuerte: perdí 8 kilos del sudor que pasé con ese disfraz formado por una bolsa de basura y unas gafas de buzo que me tapaban toda la cara y provocaban gangrena facial en pleno agosto en un campamento de Santander». Rostros deformados Sloth al ponerte el disfraz Minion.
Hay gente que llora por un cuadro de Van Gogh y otra gente que lo hace por ver a un minion actuar en un cabaret en noche cerrada. ¿Usted qué quiere ser de mayor? Quiero ser el dibujo amarillo sonriente.
«La azafata de Iberia encontró la estabilidad que buscaba cuando empezó a salir con el minion».
«La ingeniera en Múnich encontró la paz que ansiaba cuando empezó a entrar con el minion».
«La que hacía estudios ingleses gozó de todo cuando el minion la invitó a cenar una y otra vez».
«Que se mueran los minions, que se mueran los minions…», cantaba José María Sanz desde el polideportivo de Sobradiel.
Aprendamos, hombrecitos del lugar, de este simpático ser antes de que enamoren (más aún) a todas las chicas. La revolución del minion está aquí y ha venido para quedarse.
P.D. ¡Ya sólo faltaba que el minion tuviera barba y tableta! Banana, banana…