Cuando hace un par de años irrumpió Snapchat en el panorama de las redes sociales, una cosa la hizo destacar entre el resto: la posibilidad de que las imágenes enviadas fueran borradas a voluntad del emisor. Eso, en plena vorágine de preocupación por la privacidad tras los casos de Edward Snowden y Julian Assange, era un buen reclamo promocional. Ahora la app arrasa en algunos sectores de la población, pero no es por eso.
Ese sector de la población son los jóvenes, que lo usan como servicio de mensajería y vía de comunicación. Es cierto que también (y sobre todo) usan WhatsApp, el rey a mucha distancia del resto, pero la sencillez de uso, las opciones multimedia y el hecho de que todos los demás la usan marcan la diferencia.
A fin de cuentas, la fórmula del éxito de lo social es ese ‘donde va Vicente’: si todos están ahí, yo tengo que estar. Si todos lo usan, yo tengo que usarlo. Si no conozco a nadie que use esto, a mí no me interesa. El éxito o la decadencia es una especie de gran efecto llamada en las redes sociales.
Los gurús del ramo lo llaman ‘masa crítica’, y se refiere a que toda plataforma de este tipo necesita una cantidad mínima de gente para funcionar. No es tanto una cuestión de número –que también–, sino de capilaridad: si tus amigos, conocidos, exnovios y familiares están en un sitio, ¿por qué no probar? Es, valga el silogismo, el garito de moda, donde van todos. Claro está que hay gente que huye de donde le conocen, igual que huyen de una red social o app de moda, pero el común de los mortales no somos tan outsiders.
¿Qué pasa cuando una red social deja de tener ese momentum? Básicamente, que poco a poco deja de ser social. Algunas nunca lo fueron, como Google+, donde las actualizaciones hacen eco (y no será porque no tenga usuarios, obligados, eso sí). Otras sí tuvieron peso, pero quedaron en nada.
Orkut, Quora, Tuenti y Google+
Quizá no recuerdes algunos booms del pasado, como Orkut, quizá el primer conato de red social establecida que llegó a España tras arrasar en países como Brasil y que mucho después fue comprada por Google. O de Quora. O, rizando el rizo, el hilo de Quora preguntando si Quora es el nuevo Orkut.
Internet está lleno de salones vacíos donde antaño se apiñaban los asistentes. Los foros de Yahoo, las sesiones de Messenger, las bandejas de entrada de Hotmail… o las listas de usuarios de Tuenti.
El caso de la red social española es el enésimo ‘toque’ de gracia de Telefónica. Tras probar con Keteke (y fracasar) compraron Tuenti en la cresta de la ola y la compañía pasó de ser una de las cunas de talento tecnológico más importantes del momento a vaciarse. Sobrevive, sí, pero ya más centrado en el modelo de negocio telefónico que en su subsistencia como red social.
Era complicado sobrevivir compitiendo con Facebook, pero la cuestión es que hasta hacía poco lo lograba. La cosa es que hace pocos años no había adolescente español sin cuenta en Tuenti, pero el primer problema venía de las sensaciones: Facebook (‘donde estaban todos’) se convertía en un producto aspiracional: pasar de una red social a otra era visto por muchos como el salto de la adolescencia a la adultez, y poco a poco en las facultades el número de estudiantes con cuentas allí iba descendiendo hasta que lo sorprendente era encontrar a alguien allí.
De lo público a lo privado
Esa misma tendencia, y volviendo a Snapchat, sucede ahora por ejemplo con Twitter: además de su problema endémico de monetización (ni los tuits promocionados sirven ni las métricas sociales de la industria televisiva les dan de comer todavía), cada vez menos jóvenes universitarios dicen usar la red de microblogging.
Es obvio que el uso de servicios online no es sustitutivo, pero ante la multiplicidad de ofertas uno tiende a centrarse en unas pocas apps o redes sociales de cabecera. Y en eso, el cambio de red también implica un cambio de uso: pasarse de Tuenti a Facebook implica muchas cosas en privacidad y seguridad, y pasarse de Twitter a Snapchat también implica mucho, en este caso respecto a la forma de contar las cosas y compartir contenido
Porque, si los jóvenes empiezan a dejar de usar Twitter, cuyo concepto parte de publicar y compartir cosas con quienes te sigan, y empiezan usar sólo Snapchat, donde la comunicación es privada, como con cualquier programa de mensajería, ¿quiere decir que el concepto de ‘social’ languidece?
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Foto: Shutterstock
Las redes sociales también caducan
