Las ventajas de olvidarlo todo

15 de octubre de 2012
15 de octubre de 2012
2 mins de lectura

Cuando yo era un adolescente me jactaba de tener memorizadas dos o tres docenas de números de teléfono, entre amigos, familiares, rollos fugaces y apartamentos por horas (sí, fui un poco precoz). El otro día un tipo que trabajaba en una tienda de Vodafone me confesó que no se sabía ni el teléfono de su novia. Y añadió. “De hecho, no estoy seguro de quién es mi novia si no consulto el esmarfón”.

Ray Loriga publicó en 1999 la muy estimable novela “Tokio ya no nos quiere”, cuyo protagonista trafica con una sustancia que sirve para olvidar y borrar los recuerdos no deseados, aunque su precisión extirpadora no es infalible, lo que da lugar a una trama fascinante y cosmopolita. Nada me extrañaría que Michel Gondry, conocido por realizar los mejores video clips de Björk, hubiera leído el libro de Loriga, pues en 2004 dirigió “Olvídate de mí” (Eternal sunsine of the spotless mind), un guión de Charlie Kaufman en la que una empresa se dedica a borrar recuerdos dolorosos de sus clientes, con inesperados efectos colaterales.

En “Memento” (Christopher Nolan, 2000) se explora una patología que impide al protagonista recordar más allá de unos segundos atrás, por lo que debe servirse de fotografías polaroids con anotaciones manuscritas (todavía no se había inventado el iPhone).

“Blade Runner” y “Total Recall” especulan sobre los recuerdos implantados y falsos, y la imposibilidad de distinguirlos de las vivencias propias, y en el otro extremo conceptual hallamos “Días extraños” (Kathryn Bigelow, 1995) en la que se trafica con un hardware ilegal, una especie de casco neuronal que se alimenta de disketes repletos de vivencias, como el último polvo con tu chica antes de que te abandonara, o la sensación de las olas lamiendo tus pies en la playa… cuando ya no tienes piernas porque te fueron amputadas. Lo novedoso es que los recuerdos son intercambiables y no están asociados a una persona en concreto.

La química nos puede ayudar a recordar de un modo tan eficaz que Patricia Jiménez, desde la redacción de aprendemas, nos dice que “Quizás en un futuro no muy lejano los estudiantes tengan que pasar controles antidoping en los exámenes de selectividad, en las oposiciones o en la universidad, como ya hacen los profesionales del ajedrez”

Nos preocupa la memoria, y por eso el mercado ofrece diversos productos para potenciarla. La industria farmacéutica ingresa muchos millones gracias al Alzheimer, y sus tres medicamentos estrella, a saber: el donepezil (Aricept), la galantamina (Reminyl) y la rivastigmina (Exelon).

La categoría de los nootrópicos agrupa sustancias diversas, también conocidas con las sospechosas denominaciones de píldoras inteligentes, impulsores del cerebro o, para usar el término preferido de las farmacias, potenciadores cognitivos. Un gran negocio, se mire como se mire. (Ahora ya saben por qué el Instituto Noos se llama así).

Desde un punto de vista desmitificador, en RemediosPopulares.com encontramos ¡hasta 15 consejos! para mejorar la memoria, basados en alcachofa, anís, romero, leche de soja, mango, gengibre o ginkgo biloba.

Si pudiéramos recordar de forma milimétrica el dolor que nos causaron muy difícil sería otorgar el perdón, que se basa en que todo se desluce con el paso del tiempo. El olvido es un regalo, una bendición al alcance de unos pocos y un mecanismo de defensa lógico ante las atrocidades del mundo. La selección natural actúa permitiendo a quienes olvidan tener descendencia con éxito, y a los que no perdonan envenenar su existencia y condenar al fracaso su linaje.

Si lo recordáramos absolutamente todo es probable que acabáramos suicidándonos. Y si lo olvidáramos absolutamente todo podríamos empezar de nuevo… aunque nadie nos garantiza que no fuéramos a cometer los mismos errores.

Foto: Blog de Cine

No te pierdas...