Mi abuela era asturiana. Ella tenía una lengua propia que yo la escuchaba hablar con otras vecinas pero no conmigo. Se cuidaba mucho de expresarse con nosotros en otra cosa que no fuera castellano, aunque de vez en cuando se le colaban expresiones como «¿qué faes, o?», «guaja» o «míos fíos».
La lengua asturiana es una de las lenguas minoritarias que se hablan en España y como ellas, deriva del latín. Es, por tanto, una lengua romance con documentación conocida desde el siglo X. «Estuvo presente, en su punto álgido de expansión, en amplias áreas de la Tierra de Miranda (en Portugal), León y Asturias, pero también en zonas occidentales de Zamora y Salamanca», explican desde la Academia de la Llingua Asturiana (ALLA).
«En la parte administrativamente no asturiana de ese triángulo territorial (conocido como dominio astur), el idioma aún tiene presencia, aunque en disminución, en gradaciones diversas. En Asturias, los estudios sociolingüísticos más recientes indican que alrededor de un 25% de la población tendría la capacidad de comunicarse plenamente en asturiano».
Hoy, esta lengua que siempre se ha visto marcada peyorativamente incluso entre sus propios hablantes como propia de gente sin cultura, muy rural, se ha extendido también a los núcleos urbanos. «Vivo en Xixón (Gijón) y en las conversaciones del día a día, en lo coloquial, se oye asturiano de forma muy normal, en todos los ámbitos», corrobora Inaciu Galán, periodista, divulgador y miembro de la plataforma Iniciativa Pol Asturianu. «Yo me expreso siempre en asturiano y la respuesta es muy positiva. Cuando hablas en asturiano tu interlocutor se suelta a hablarlo también, se siente en confianza para ello. Por eso es tan importante que los hablantes que somos militantes lo hablemos siempre. Genera un efecto contagio muy positivo».
No hay diferencias dialectales entre el asturiano de Uviéu (Oviedo), el de Xixón y el de Avilés. «La mayor parte de la población, y, por tanto, de los hablantes, se encuentran en la zona central de Asturies, unos 800.000 de un millón; y el estándar se basa en esa variante, así que el nivel de reconocimiento de los hablantes es alto, teniendo en cuenta que los hablantes de una lengua minorizada, que no han tenido un contacto tan alto con la lengua en su formato escrito, siempre tienen más inseguridades sobre la lengua normativa, que el hablante de una lengua como el castellano no se cuestiona tanto», aclara Galán.
¿ASTURIANO O BABLE?
Cuando le preguntaba qué era lo que estaba hablando con sus vecinas, mi abuela respondía que asturiano. Sin embargo, a mí me enseñaron otro nombre: bable. Y lo que yo creía un glotónimo más de esta lengua minoritaria, un sinónimo, resulta que es un apelativo con matices despectivos que quienes vivimos fuera del Principado desconocemos.
«Se ha enseñado y se sigue enseñando como bable en la mayoría de los libros de texto de Lengua castellana, a pesar de que se ha reclamado a las editoriales en varias ocasiones el cambio», aclara Galán. «Pero lo peor no es eso, sino que se sigue dando la misma idea equivocada sobre el idioma que en el franquismo, calificándolo como «dialecto histórico» y ocultando la vitalidad de la lengua y su carácter de lengua protegida, tanto en Asturies como en Llión (León)».
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Bable, que significa balbucear (lo que ya explicaría por sí solo esa denotación negativa), es un término de origen impreciso y de poco arraigo popular, explican desde la ALLA. «Este término ha variado en su uso y significación para definir al idioma, desde el siglo XVIII [cuando se datan los primeros registros del término] hasta la actualidad; momento en el que ya se utiliza, fundamentalmente, como un marcador peyorativo».
El caso es que el término se empezó a utilizar con orgullo por parte de la Ilustración asturiana. Entonces no había un estigma aparente sobre la palabra bable, aunque es cierto que lo utilizaban solo las clases cultas, porque la población popular nunca lo hizo suyo.
En los años 70 del siglo XX, aclaran desde la Academia, momento de la reivindicación moderna de la lengua asturiana, «la utilización de bable era lógica por dicha tradición ilustrada y por su diferenciación con el esquema denominativo del idioma y la comunidad en la que se habla, esquema que, por otro lado, siempre fue el natural en Asturias. En las décadas posteriores, tras las disensiones habidas en torno a la normalización del idioma, ciertos sectores asturianos, basándose en las variantes geográficas propias de cualquier lengua, empiezan a impulsar la idea de que no hay un bable, sino muchos y que, por lo tanto, resultaría imposible normativizarlo y estandarizarlo».
A partir de ese momento, y a causa de esa oposición a la propia lengua, bable se cargó de connotaciones peyorativas, «pues circulaba cada vez más con el objetivo de desposeerla de utilidad», explican desde la ALLA. «Hoy en día, en franco retroceso, su uso reducido suele apuntar bien hacia el desconocimiento, bien hacia la confrontación con el proceso de recuperación lingüística. Por lo tanto, la denominación más fiel, más científica, genuina y segura sigue siendo asturiano».
Esto es algo que corrobora también Inaciu Galán: «Podemos decir que nunca ha sido popular entre los hablantes para referirse a su lengua propia. Además, en las últimas décadas, el término bable se ha usado como elemento de desprestigio para el idioma, entre otras razones porque desconecta al hablante del término identitario, que lo reconoce como de Asturies. Algo parecido intentan hacer ahora con el término llingua, que no es más que lengua en asturiano, pero lo usan desde la extrema derecha para atacar al asturiano desligándolo del término identitario, porque saben que es una estrategia que les ha funcionado. Los hablantes no se identifican con «yo hablo la llingua«, pero sí con «hablo asturiano»».
HABLAR ASTURIANO ES DE INCULTOS
Que mi abuela no quisiera hablar conmigo en asturiano no solo obedecía al hecho de que yo no fuera capaz de entenderla, sino a que había asumido que su lengua no estaba a la altura ni al nivel que la mía. Una vez más, como ocurre con otras lenguas minoritarias como el extremeño o el aragonés, la estigmatización social las pone en jaque. Esa discriminación lingüística es el resultado directo de la diglosia.
Y aunque históricamente ha habido procesos de reivindicación y apropiación del asturiano por parte de algunos estamentos sociales de prestigio (Gaspar Melchor de Jovellanos fue uno de ellos, junto a su círculo de eruditos de Xixón), no consiguió que las clases más altas lo adoptaran, como sí ocurrió en Cataluña con el catalán. El asturiano quedó relegado, por tanto, a la oralidad, sin institucionalización y, en algunas épocas, incluso perseguido.
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No fue hasta 1974 cuando comenzó el moderno movimiento de reivindicación lingüística asturiana. El panorama ha mejorado, pero aún quedan prejuicios que superar. Al fin y al cabo, como señalan desde la Academia de la Llingua Asturiana, los estereotipos y estigmas lingüísticos y sociales se caracterizan por su gran resiliencia y por su capacidad de adaptación al paso del tiempo.
«Una población como la asturiana, tradicional y eminentemente rural y obrera, hoy terciarizada, lleva siglos recibiendo un mensaje lingüístico autodiscriminatorio desde sus propias figuras e instituciones de poder: lengua menor, propia de la baja cultura y vinculada al analfabetismo. La reproducción de esos estigmas por parte de la población puede darse de infinidad de maneras, desde el autoodio más enérgico, hasta la consideración del asturiano como un objeto merecedor de conservación solo en un formato museístico sin utilidad real».
Pero fue a partir de los años 80 del siglo XX, como indica Inaciu Galán, cuando los asturianos empezaron a mirar de nuevo a su propia lengua con orgullo y dejaron de considerar que hablarla era hablar mal.
«Hoy en día, tras 40 años de asturiano en las escuelas y la aplicación de algunas políticas de normalización social, presencia en medios de comunicación, música, literatura, etc., ese estigma se ha convertido en un cierto prestigio en algunos ámbitos. Por contra, seguimos viendo cómo se rompe la transmisión intergeneracional».
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Y este último, el de la transmisión intergeneracional, supone un verdadero reto. «Muchas familias ven cómo educan a sus hijos e hijas en asturiano y cuando llegan a la escuela pierden su lengua por la presión ambiental, porque todo se da en castellano menos la propia asignatura de asturiano, si la hay. Necesitamos herramientas más potentes para conseguir que se transmita la lengua. Sobre todo, una mayor presencia en la escuela, pero también en la parte del ocio de los niños y los adolescentes. Hace falta mayor voluntad y también, por supuesto, implicar a un mayor porcentaje de la población en la voluntad firme de que sus hijos sigan hablando asturiano».
YO FALO ASTURIANU
Sin embargo, hay interés por conservar y potenciar su propia lengua por parte de sus hablantes gracias a que «es la lengua de casa». Tal y como indica Galán, «para la mayoría de asturianos, en mayor o menor medida, según los casos, es su lengua propia o lengua familiar o la menos ambiental… Por lo tanto, no es raro que se interesen por su propia lengua, sobre todo cuando está en contraste con otra que ocupa los espacios de prestigio».
Señala Galán algo que quienes somos monolingües no siempre somos capaces de entender, y es la relación de esos hablantes de lenguas minoritarias con su propia lengua. Alguien de Madrid o de Ávila no se plantea cuándo usar el castellano y cuándo no, no hay espacios en los que tenga problemas por usar su lengua. La usa y punto.
Pero «para un hablante que vive en un situación de diglosia, que suele conocer las dos lenguas, con más o menos capacidad para separarlas y distinguirlas según el caso, cada momento de la vida diaria es un continuo escoger entre las dos, un continuo usarlas en distintos registros, un continuo tabú, y en muchas ocasiones, sentir vergüenza de su propia lengua por la represión a la que ha sido sometido, generando en la sociedad un complejo de inferioridad sin el que es muy difícil analizar la situación del idioma de forma correcta».
Los carreros del tiempu, Marta Mori (Impronta, 2023) pic.twitter.com/70hNiJrnQ9
— Poesía n’ast (@Poesianast) June 17, 2023
En otras comunidades autónomas, el nacionalismo o los movimientos políticos regionalistas han ayudado a prestigiar su lengua autóctona, pero no ha ocurrido lo mismo en Asturias, donde este tipo de movimientos políticos no se ha dado. «Existe una fuerte identidad propia, eso sí. Pero el papel del nacionalismo político ha sido poco relevante para la cuestión, más allá de marcar algunos caminos que luego han asumido los partidos estatales en Asturies», aclara el periodista y divulgador.
De ahí la importancia de organismos como la Academia de la Llingua Asturiana, a la que Galán reconoce un papel importante en la parte normativa en cuanto al proceso de normalización del asturiano. Pero también de plataformas como Iniciativa pol Asturianu, que, en sus propias palabras, «ha sido importante para crear discursos y generar consensos», aunque reconoce que es un trabajo lento y que sin el apoyo de un gobierno detrás, la cosa se complica.
LA IMPORTANCIA DE LA COOFICIALIDAD
Una de las maneras de proteger una lengua minoritaria es lograr la cooficialidad. Tal y como recuerdan desde la ALLA, en el marco legal español y europeo vigente en materia lingüística, «la cooficialidad de un idioma busca proteger, equiparar y dar a sus hablantes el amparo administrativo y jurídico necesario para que hagan uso pleno y efectivo de su libertad lingüística en todos los ámbitos de la vida, sin consecuencias ni condicionantes».
Por tanto, se trata de alcanzar la igualdad de derechos, a pesar de las utilizaciones políticas que se han hecho sobre esto. La Academia piensa que la conservación y el desarrollo del patrimonio lingüístico asturiano es imprescindible para garantizar su supervivencia, no solo como elemento cultural clave en su territorio, sino también porque forma parte de la diversidad lingüística de la humanidad.
«Es justo esto, el reconocimiento legal y efectivo de la libertad de uso del idioma, acompañado de las necesarias políticas normalizadoras, lo que puede suponer una palanca de cambio válida hacia la disolución de todos aquellos dañinos estigmas», concluyen desde la Academia de la Llingua Asturiana.
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Iniciativa pol Asturianu, explica Inaciu Galán, «no pelea exactamente —o no solo— por la oficialidad, sino por darle futuro al asturiano, garantizar que se transmite el idioma a las nuevas generaciones».
Para este miembro de la plataforma, «la oficialidad es simplemente una herramienta; muy importante, imprescindible, pero eso, una herramienta. En el marco de la Constitución española de 1978 las lenguas que no son oficiales no existen, son «modalidades lingüísticas», que no significa nada, que no están presentes con normalidad, más allá de algunos ámbitos anecdóticos. Sin oficialidad no hay derechos lingüísticos completos, como se puede ver en Asturies, donde con la protección parcial que tiene el idioma, con el Estatuto de Autonomía de 1981 y la Llei d’Usu y Promoción del asturianu de 1998, los hablantes seguimos teniendo problemas para hacer nuestra vida en asturiano».
Y por ahí van muchas de las actividades de Iniciativa, por hacer propuestas, denunciar discriminaciones, buscar acuerdos y consensos alrededor del asturiano. «Hacemos seminarios, cursos, documentales, presencia en la calle, campañas de normalización y todo tipo de acciones» que van dando sus frutos.
También la Academia actúa de diversas maneras para proteger e impulsar el asturiano. El Día de les Lletres Asturianes es quizá el acto más llamativo, pero también desarrollan una labor de investigación, jornadas internacionales, cursos de formación multitemáticos que organizan en colaboración con la Universidá d’Uviéu bajo el marco de la Universidá Asturiana de Branu (UABRA), publicaciones científicas, y otras iniciativas, como el Centru de Terminoloxía Asturiana TERMAST, que recoge propuestas de vocabularios temáticos y técnicos preparados por expertos y que se pueden consultar online.
LO QUE SOLO TU LENGUA PUEDE EXPRESAR
Que mi abuela aparcara el castellano que teníamos en común para dejar escapar algunas expresiones en su asturiano materno obedecía, muy probablemente, a una manera de entender el mundo que solo podía expresar en asturiano.
«El asturiano, igual que cualquier otro idioma, no está ni menos ni más capacitado para expresar unas realidades específicas», aclaran desde la ALLA. «Con esto no se quiere decir que los hablantes de asturiano, tanto los monolingües como los plurilingües, igual que los de otras lenguas, no puedan sentir una subjetividad propia, identificándolo como una vía comunicativa más eficiente o sugestiva que otras. De hecho, no es difícil recoger las opiniones públicas que algunos creadores han formulado en este sentido, indicando que, a su modo de ver, el asturiano es una lengua especialmente manejable o inspiradora».
Pablo Rodríguez Medina pic.twitter.com/V4lXeaGjnp
— Poesía n’ast (@Poesianast) May 16, 2023
«Nuestra lengua está unida a nuestra forma de ser y de ver el mundo», opina Inaciu Galán. «Para los asturianos y las asturianas hay muchos conceptos que, significando lo mismo en castellano y en asturiano, tienen unas connotaciones totalmente distintas, nos llevan a vivencias y a conceptos muy concretos de nuestro día a día, de nuestra cultura. Una lengua no es solo una herramienta de comunicación, como se dice mucho desde una visión utilitarista, es también un elemento aglutinador de una sociedad, uno de los elementos más transversales que tenemos. Es un patrimonio que debemos cuidar y trasmitir para que lo siga siendo en el futuro».