El eterno sueño de hablar una lengua universal

lenguas inventadas

A estas alturas de la película, decir que las lenguas son instrumentos de comunicación es más obvio que ponerle garbanzos a un cocido. Esa intención de facilitar el entendimiento entre hablantes de diferentes lenguas ha llevado al ser humano en no pocas ocasiones a tratar de encontrar un idioma universal que pudiera ser comprendido por todos independientemente de cuál fuera su lengua materna. Lamentablemente, seguimos sin encontrar la piedra filosofal lingüística que lo logre.

Inventarse una lengua no es algo exclusivo de la literatura o del cine. Son de sobra conocidos el klingon de Star Trek, el na’vi de Avatar o las lenguas que Tolkien se inventó para sus sagas de El Hobbit y de El señor de los anillos. Evidentemente, todas ellas obedecen a fines artísticos y sus hablantes son tan ficticios como ellas mismas (salvo frikis excepciones). Pero hubo otros intentos por crear un idioma universal que pudiera ser hablado por seres humanos de carne y hueso.

Buena parte de estas lenguas universales artificiales se basaban en conjugar palabras, estructuras gramaticales, etc., tomadas de lenguas naturales. Pero precisamente por eso, por no resultar naturales, no consiguieron prosperar e imponerse entre los hablantes. Igualmente, la complejidad de algunas de ellas no hacía muy atractivo su aprendizaje. Y que no cuenten con un bagaje histórico y cultural detrás, esas cositas que hacen que sintamos un idioma como nuestro (y que por algo se llama lengua materna) como sí tienen las lenguas que hablamos hoy en el mundo, tampoco jugaba mucho a su favor.

Sea como fuere, vamos a hacer un repaso por algunas de ellas.

LINGUA IGNOTA

Hay quienes creen que la lengua inventada más antigua del mundo fue esta, la lingua ignota que vio la luz en el siglo XII por obra y gracia de la célebre Hildegard Von Bingen, abadesa, filósofa, lingüista, escritora, médica y todo lo que te puedas imaginar, incluso sexóloga.

Lingua ignota podría traducirse como lengua desconocida en latín. Muy probablemente fuera la abadesa Hildegard su única hablante, lo que viene a ser un yo me lo guiso, yo me lo como lingüístico en toda regla. ¿Y qué tiene que ver entonces la individualidad de esta mujer y de su idioma con el objetivo comunicativo que mencionábamos al principio, si no hay hablante con el que interactuar? A ver, comunicarse sí que pretendía, pero no con los mortales sino con Dios, aunque esto es más bien una suposición, porque nunca dejó escrito con qué intención la creó.

El alfabeto de este idioma místico estaba formado por 23 letras, las litterae ignotae. Ella misma describió parcialmente su invento (básicamente, se limitó a enumerar 1011 palabras) en Lingua Ignota per simplicem hominem Hildegardem prolata, del que se conservan dos manuscritos. Sería, pues, una especie de glosario organizado jerárquicamente, donde primero aparecen palabras referidas a Dios (aigonz), a los ángeles (aieganz) y a lo divino en general, seguidas de otras referidas ya a cosas más terrenales como hombre (jur), mujer (vanix), partes del cuerpo, días de la semana, enfermedades, etc.

lenguas inventadas

Estudiosos como D’Ambrosio creen que esta lingua ignota podría estar relacionada con la lengua romance que se hablaba en el valle del río Mosela (la actual Renania-Palatinado en Alemania), lugar al que viajó varias veces para predicar la palabra de Dios. Aunque lo de la abadesa parece, más bien, un latín medieval inventado. Un my way del Medievo, vaya. Solo se conserva un texto escrito en lingua ignota, aunque, en realidad, habría que decir que son frases en latín salpicadas de algunas inventadas por la monja.

O orzchis Ecclesia, armis divinis praecincta, et hyacinto ornata, tu es caldemia stigmatum loifolum et urbs scienciarum. O, o tu es etiam crizanta in alto sono, et es chorzta gemma.

(Oh, Iglesia del mundo, armada de la mano divina, y embellecida por jacintos, tú eres el bálsamo de la gente y de la ciudad de las ciencias. Oh, o tú eres también adornada en música sublime, y eres gema brillante).

SOLRESOL

De la Edad Media, saltemos al siglo XIX, el más prolífico en lo referido a lenguas universales inventadas. El esperanto, del que no vamos a hablar en este artículo porque ya está más visto que Pretty Woman en la 1, fue una de ellas.

Pero si hay que mencionar una lengua universal original y musical, sobre todo musical, esa fue el solresol. Imaginamos que el nombre ya te habrá dado una pista de por dónde van los tiros. Efectivamente, el solresol parte de las notas musicales.

Su creador fue el músico e inventor francés Jean-François Sudre y tiene la particularidad de que, además de hablarse, puede cantarse, silbarse o tocarse con la gaita, si se quiere. Las notas musicales son las únicas siete letras de su alfabeto, pero que no te engañe esta escasez de fonemas, porque tenía mucha más versatilidad de la que parece. Por ejemplo, podía escribirse sobre un pentagrama, con números del 1 al 7, con las iniciales de las notas, con los colores del arcoíris, con señas

Las palabras se dividían en categorías de significado según la primera sílaba o nota musical. Por ejemplo, las que empezaban por sol- tenían significados relacionados con las artes y las ciencias (solresol = lenguaje). Si empezaban por solsol-, se referían a enfermedades y a medicina (solsolredo = migraña). Y el poner las sílabas de una palabra al revés podía convertirla en su antónimo: fala = bueno o sabroso, pero lafa = malo.

El solresol fue bastante popular y contó con un buen número de seguidores entusiastas, entre los que estaba Boleslas Gajewski, que publicó en 1902 la Grammaire du Solrésol. Pero el ya mencionado esperanto le comió el terreno. Bye bye, solresol…

Una frase como Me gusta la cerveza y el chocolate (sí, somos de gustos básicos, qué le vamos a hacer) quedaría como Dore mifare dosifare re dosisoldo. Si quieres entretenerte un rato jugando con el solresol, aquí tienes un traductor.

LENGUA UNIVERSAL DE SOTOS OCHANDO

De España procedía el creador de esta lengua universal, Bonifacio Sotos de Ochando, sacerdote liberal, gramático y lingüista. La creó en 1845, pero se presentó en 1852.

El bonifanciano, como también se conocía a este idioma, es una de las lenguas filosóficas, es decir, aquellas creadas para reflejar algún aspecto de la filosofía, particularmente sobre la naturaleza o el lenguaje. Y dentro de estas lenguas filosóficas estarían las taxidérmicas, entre las que encajaría la de Sotos Ochando. Las taxidérmicas se llaman así porque se construyen de tal forma que reflejen un árbol de conocimiento, donde las palabras con raíces comunes representan conceptos relacionados. De esta manera, al menos, lo explica la Wikipedia.

La lengua universal del sacerdote español fue bien acogida en su momento. Así se desprende, por ejemplo, de un artículo de Concepción Arenal para el diario liberal La Iberia publicado en 1857. En él, recogía lo que opinaba una comisión de la Sociedad Lingüística de París sobre la lengua universal de Sotos Ochando:

«Fácil le ha sido al señor Sotos el hacer resaltar las cualidades tan numerosas y diversas que distinguen a su lengua universal, y las incalculables ventajas que resultarían de su adopción. Por lo mismo nos ha sido fácil también el convencernos de que esta lengua es como dice el autor regular en su construcción, clara, sencilla, fácil, muy armoniosa, muy rica, y que satisface a todas las necesidades de nuestra época y se presta a todos los progresos que el porvenir puede ofrecer».

«Se sabe además, que es esencialmente analítica, pues que el nombre de cada objeto contiene su definición, y eminentemente filosófica, es decir, razonada en todas sus partes. Es, pues, un instrumento del mayor valor para analizar, clasificar y fijar los principios de las ciencias, y para rectificar el juicio, pues que es imposible acostumbrarse a hablar y a razonar en una lengua analítica y filosófica, sin adquirir el hábito de un raciocinio exacto en todas las materias».

Sin embargo, y a pesar de los elogios, nunca debió contar con demasiados hablantes y cuando llegaron otras lenguas construidas como el volapuk y, una vez más, el esperanto, le comieron el terreno.

VOLAPUK

Menefe bal, püki bal («una lengua para una humanidad»), ese era el lema de este idioma inventado por el sacerdote alemán Johann Martin Schleyer en 1880. Schleyer la construyó a partir del alemán, el inglés y el francés con el propósito de que sirviera como lengua universal.

Mal no debió ir la cosa, porque se estima que llegó a alcanzar unos 100.000 hablantes, que no es moco de pavo. Incluso se organizaron tres congresos en torno a esta lengua, lo que da idea del buen recibimiento que tuvo en su momento. Sin embargo, todo se fue a pique a partir del tercer congreso sobre volapuk que tuvo lugar en París en 1889.

Para entonces, incluso se había creado una Academia Internacional del Volapuk en 1887 con el fin de conservarla y pefeccionarla. En aquel último congreso, el director de la Academia propuso una serie de reformas, y se armó el lío entre los más progresistas y los más conservadores, entre los que se encontraba su creador, Schleyer. El sacerdote alemán consideraba al volapuk como algo de su propiedad y se negó rotundamente a admitir ninguna enmienda.

Esto, unido a cierta complejidad del idioma, lo llevaron a su práctica desaparición. ¿Y adivinas quién se llevó el gato al agua? Efectivamente, el esperanto.

Volapuk, por cierto, está formado por los términos ingleses deformados world y speak.

INTERLINGUA

Si escuchas hablar interlingua, probablemente descubrirás que la entiendes muchísimo mejor que cualquiera de las lenguas que hemos tratado aquí. Y eso es así porque está formada por palabras de lenguas romances como el italiano, el español, el portugués y el francés, y también por otras procedentes del rumano, el inglés, y en menor medida, el alemán y el ruso. Más pretensión de ser universal será difícil de encontrar.

Lo bonito de esta lengua inventada es que es fruto de la colaboración de varios lingüistas y filólogos europeos y estadounidenses. Después de la I Guerra Mundial, la concienciación de que hacía falta una lengua común internacional se hizo fuerte. Tanto que se creó la International Auxiliary Language Association en 1924, financiada por la rica heredera estadounidense Alice Vaderbilt Morris y su marido.

Así explica cómo funciona la interlingua el lingüista Carlos Valcárcel, que tiene un canal en TikTok para hablar de interlingua, en una entrevista para el diario República:

«Para crear la gramática, eligieron la más simple, la inglesa. Para el vocabulario compararon las palabras primitivas y derivadas con raíz latina en todos los idiomas con el objetivo de elegir o crear una que se entendiera fácilmente en todos ellos. Hicieron encuestas entre varios profesores de primaria de países diferentes, que votaron las que se entendían mejor».

«Por ejemplo, todas las que acaban en -ción en español, acaban en -zione en italiano y en -tion en inglés. En interlingua se usa la terminación inglesa», continúa la explicación. «Con otro léxico fue más complejo, pero al final consiguieron reunir un vocabulario que nuestro cerebro traduce automáticamente. Después, con el tiempo, se han tenido en cuenta también palabras del alemán y del ruso».

La primera gramática se creó en el año 1951 y el primer diccionario inglés-interlingua. Y según se explica en esa misma entrevista para República, «entre la década de 1950 y principios de la de 1980 interlingua se utilizó en varias ocasiones para aclarar fórmulas químicas y presentar resúmenes de diversos estudios científicos, pero también en algunos artículos de una treintena de revistas científicas y académicas».

La IALA se disolvió a mediados de los años 50, pero hoy sigue vigente otro organismo que se encarga de proteger y promover esta lengua universal, la Union Mundial pro Interlingua.

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Patrick Thomas

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