Nada como un pez para parodiar al humano. Muchos creen que este animal nació para acabar sumergido en una fritura, pero, en su historia, han desempeñado cargos más ilustres. Los peces han permanecido, durante siglos, en las paredes de los templos más sagrados. Han sido dioses, mensajeros en sueños y encarnaciones de ideales. Hasta hay criaturas divinas cuyo cuerpo empieza en mujer y acaba en pez.
“El pez es un animal con un gran significado simbólico. Es el símbolo de la deidad en el océano. Es símbolo de la fertilidad y el amor. Afrodita nació de la espuma del mar. El pez dormido es el símbolo del inconsciente. De manera general, el pez simboliza seres y emociones, amor y paz. El pez es conocido por ir creciendo a lo largo de toda su vida y siempre mantiene los ojos abiertos”, explica Anne-Catherine Becker-Echivard. “¿Quién mejor que un pez podría utilizar en mis escenas para hablar de la comedia humana?”.
En esa pregunta retórica va implícita la explicación de su serie Les tempes modernes (Tiempos modernos). En 1997 la artista plástica fotografió al primer pez. Era el inicio de un serial de fotos, absolutamente trabajadas hasta su más pequeño detalle, para hablar de la actualidad, el mundo, sus paradojas y su insensatez. “Mis temas tratan a menudo sobre política. Abordo asuntos relacionados con la industria y el hiperconsumo, nuestra sociedad enferma por las drogas, la injusticia…”, indica la fotógrafa. “Estos temas me afectan profundamente. Ser artista implica una responsabilidad de cuestionarse cosas e incluso denunciarlas”.
[pullquote]“Mis imágenes hablan a niños y adultos de cualquier país. Es un lenguaje universal, algo así como El principito”[/pullquote]
Becker-Echivard dice que sus fotografías “hablan directamente a cada persona que las ve, con independencia de su educación o conocimiento en el campo del arte”. “Mis imágenes hablan a niños y adultos de cualquier país. Es un lenguaje universal, algo así como El principito”, añade.
Cada escena encierra un mensaje (aunque, según la autora, “pueden generar emociones muy distintas. Algunos pensarán que son divertidas y a otros les causará un shock”) y cada foto empieza con una serie de dibujos. De ellos saldrá el definitivo, el que se convertirá en foto. Pero hasta que eso ocurra pueden pasar dos o tres meses. En ese tiempo se construye la instalación a escala 1:1 de la planta, los muebles y todos los objetos que aparecerán en la imagen.
“La instalación mide entre 2 o 3 metros de ancho y 1 o 2 metros de largo”, especifica la artista alemana. “Empezamos a hacerla y, mientras, investigo los trajes que voy a utilizar y todos los elementos del escenario”. En total, serán unas 3 o 4 fotos al año, con la ayuda de dos asistentes.
Cuando todo está listo, planean la luz. Y cuando la luz es buena, compran el pescado. Los visten y los sitúan en el papel de su personaje. Entonces se produce el disparo y una nueva entrega más de Tiempos modernos.
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