En el siglo XIX, Thomas de Quincey reflexionaba acerca de la escabrosa atracción que provocan en el ser humano los detalles del crimen. La sangre y las vísceras quedaban para los morbosos, pero el individuo culto buscaría algo más, algo más elevado en esos oscuros sucesos.
Así, De Quincey pensó que, ya que el mal estaba hecho y que el crimen se había consumado, ¿por qué diablos no podemos sacar algo bueno de ello? En Del asesinato considerado como una de las bellas artes, el autor inglés despoja al hecho de humanidad y maldad para convertirlo en metodología, ejecución y estética. No es la única vez que, en la historia, crimen y arte han tratado de bailar agarrados.
3 asesinos que cambiaron la historia de la creación
Caravaggio, Marlowe y Gesualdo: tres asesinos que cambiaron la historia del arte. Descúbrelo en este curso http://bit.ly/3asesinos #TresAsesinos
Posted by Yorokobu on jueves, 23 de noviembre de 2017
Caravaggio, como sabrás, es un pintor italiano considerado como el primer gran exponente de la pintura del Barroco. Es uno de los artistas más influyentes de la historia a pesar de que, según algunos, no hubiese quien le aguantara.
Decía Floris Claes van Dijk, contemporáneo a Caravaggio, que el italiano era «una persona trabajadora, pero a la vez orgullosa, terca y siempre dispuesta a participar en una discusión o a enfrascarse en una pelea, por lo que es difícil llevarse bien con él». Que un puñal del pintor acabase en el cuerpo de alguien era un acto más habitual de lo deseable.
Christopher Marlowe es uno de los autores más importantes de la literatura inglesa. La historia cuenta que era tan amante de la bronca como de las letras. Como Caravaggio, también fue un asesino y, por estas cosas que tienen la reyertas, murió apuñalado en 1593, a los 29 años. O no.
La Teoría Marlowe explica que aquella muerte fue fingida y que tuvo la intención de evitar que Marlowe compareciese a ajustar cuentas ante los tribunales. De hecho, se afirma que Marlowe siguió escribiendo y que comenzó a firmar sus obras con otro nombre: William Shakespeare.
Carlo Gesualdo, príncipe de Venosa y conde de Conza, fue otro genio aficionado a la sangre. Más allá de su talento compositivo, de su biografía podría destacarse su cercanía al dolor –a provocarlo y a sufrirlo–.
Asesino, como Caravaggio y Marlowe, acabó con la vida de su mujer, María de Ávalos, cuando esta le fue infiel. La mató porque era suya y, de paso, mató también a su amante, que no era suyo pero andaba por allí.
Perdió a sus dos hijos cuando aún eran niños: se le imputó la muerte del primero. Aunque no ocurrió lo mismo con la del segundo, consideró que aquello era un castigo del sádico Señor y trató de redimirse a través del masoquismo. A Gesualdo se le encontró muerto tras una de estas veladas de zurrarse la badana. ¿Suicidio? ¿Asesinato por parte de sus compañeros de juego? Quién lo sabe.
El caso es que tres asesinos son, en parte, responsables de la evolución de la historia de la creación. En enero, la Fundación Montemadrid con la colaboración de La Casa Encendida y Yorokobu, la revista que suscribe, organizan el curso Tres Asesinos: Caravaggio, Marlowe y Gesualdo. La belleza del mal.
Para el director del curso, el músico y escritor Xavier Güell, esto va de «la violencia, la desesperación, el querer trascender la obra llegando a abrir las carnes de sus espectadores. Esa necesidad de estar al límite y no solo llegar al límite sino traspasarlo».
Pues eso, creación y vida al límite. Don’t try this at home.
Y como no te hemos dado mucho la chapa con contenidos de Yorokobu en la homilía de arriba, aquí te dejamos cinco historias más para que eches el fin de semana
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Vaya… Que genial