Lo llaman ‘móvil modular’ pero no lo es

1 de septiembre de 2016
1 de septiembre de 2016
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Imagina que te venden un móvil que no tienes que tirar a la basura cuando se rompe alguna pieza, cuando ya has acudido a la tienda de reparaciones y te piden una cifra que se acerca (y mucho) a lo que pagaste por el propio terminal. Imagina que te venden un teléfono que tiene la mejor cámara cuando sales de fiesta, la batería más duradera cuando sales de viaje y la tarjeta gráfica más potente cuando quieres disfrutar de un videojuego. Imagina que a ese teléfono le puedes añadir y quitar piezas de la forma más sencilla, como si fueran bloques de Lego. Y ahora imagina que esas piezas las ofrecen varios fabricantes, cada uno compitiendo con el resto por brindar la opción más asequible.

Cierra los ojos en el año 2013 y escucha a Motorola, aún propiedad de Google, prometer prácticamente todo esto. Abre los ojos en 2016 y observa el resultado: los smartphones modulares del gigante de las búsquedas, reducidos a una parodia de sí mismos. El proyecto Ara, que tanta expectación causó, convertido en una pantomima del marketing, un reclamo especialmente cruel para vender más teléfonos de usar y tirar. La rueda de la obsolescencia programada sigue girando, impulsada por la mano que se postuló para romperla.

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Pantalla, procesador, batería, tarjeta gráfica, memoria, antenas y sensores. Juntos y bien revueltos para que no puedan vivir los unos sin los otros. La fórmula de cualquier teléfono de esos que llamamos inteligentes se repite en el supuesto modular de Google. Las mismas piezas en el esqueleto y, por toda novedad, unos cuantos huecos (de cuatro a seis) para colocar adornos. Los bloques del Lego son complementarios, casi ornamentales: una pantalla de tinta electrónica, un poco de batería adicional, la cámara que hará los selfis de tus sueños, etcétera. Pero tampoco esperes un etcétera muy largo.

Suma y sigue, pero nada de sustituir lo averiado. Nada de comprar los componentes uno a uno al que los venda mejores, más baratos o incluso más bonitos. Sólo los socios del gigante, de momento, están invitados a la fiesta. Ni rastro de esa idea utópica de libertad que nos formamos pero que, al parecer, jamás nos propusieron. Se ve que fue producto de nuestra imaginación, material de unos sueños que no van a hacerse realidad a corto plazo.

Lo cosa queda en tintes de personalización que más parecen tuning que modding. Al primer teléfono modular marca Google podrás ponerle alerones y subwoofers, quizá hasta pintarle un rayo o una llama hortera en la carrocería. Lo que no podrás cambiar serán las ruedas, las lunas o el motor, no vaya a ser que acudas al taller y no al concesionario cada par de años.

2 Comments ¿Qué opinas?

  1. Tienes mucha razón, lo único que se va a poder cambiar es la cámara. Con la posibilidad de conectar un montón de accesorios que valdrán un ojo y la mitad del otro. Pronostico que esto va ser un fracaso, al igual que fue el “Smartphone modular” de LG

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