En la oscuridad del escenario, un foco apunta con su luz a una mesa de despacho y unas sillas blancas. Que lo que estamos viendo es una consulta lo deja claro el personaje que entra en escena, listado en mano, para tratar de ordenar la visita de unos hipotéticos pacientes.
Se presenta como Norma Lidad y tras enumerar los casos clínicos que justifican su presencia, queda claro que la consulta a la que asistimos es la de una sexóloga. Pero no una cualquiera, la nuestra es una payasa, y como tal va caracterizada. Una sexóloga. Y una payasa. ¡Bum! Primera ruptura de esquemas para el espectador que no sabe muy bien qué es lo que va a ver.
Lo normal es un monólogo que muestra, en clave de humor, los problemas y tabús que giran en torno a la sexualidad de las personas. Una manera rompedora de hablar de sexualidad desde una perspectiva diferente y sorprendentemente lúcida.
Está producida por la compañía teatral Menudas Pájaras, formada por María Garvía, como productora, y la sexóloga y clown Núria Cano, máster en Sexología por la Universidad Camilo José Cela de Madrid y sexóloga en Lasexologia.com.
NO LO LLAMES TEATRO, LLÁMALO TEATROSEXUALIDAD
Lo que Garvía y Cano hacen sobre las tablas no es teatro sin más, sino treatrosexualidad. «La compañía nace para romper conceptos de sexualidad que hemos aprendido mal o que hay que desaprender, o darles una vuelta», aclara Núria Cano. «Para nosotras, hacerlo a través del teatro era el medio perfecto, sobre todo para llegar a más gente».
Porque entienden que hacer esa labor de pedagogía es fundamental y no debe limitarse al ámbito de una consulta, y hacerlo a través de las risas y del humor era el mejor camino. El humor, dice Garvía, «permite tratar temas que son un tabú, y al reírte los acercas a la gente para que resulte más fácil hablar de ellos».
«Y también porque yo soy la primera en reírme de muchas de mis mierdas, de muchas de mis miserias y de muchos de mis problemas», añade Núria Cano. «Creo que eso es honesto. Yo parto de mí y lo que os voy a contar es que soy una payasa en apuros (porque en la consulta yo lo paso muy mal, intento ayudar a gente, hay veces que no llego, que se me van, que no puedo…). Al final, cuando te ríes de todo eso, te relajas. Es como decir, mira, estoy fatal, pero qué buen rato he pasado y qué bueno poderme reír de esto».
EDUCACIÓN SEXUAL, LA BASE DE TODO LO DEMÁS
La educación sexual es el primer planteamiento de esta comedia y a partir de ahí, la payasa anfitriona lleva al espectador de un problema relacionado con la sexualidad a otro, invitándole a reflexionar sobre todo el bagaje que llevamos aprendido.
Mejor dicho, mal aprendido. Porque una pobre y mala educación sexual como la que se ha puesto en práctica hasta no hace tanto tiempo es la base de muchos conflictos que acaban en la consulta de Núria Cano.
Esa mala educación que nos lleva a desear ser normales cuando nos enfrentamos a un problema sexual, sin tener muy claro qué es lo normal, si es que ese concepto existe. Y lo malo es que la cosa no ha mejorado mucho en los últimos años, aunque la sexóloga y clown no se atreve a hablar de involución, sino más bien de politización.
«De repente, el feminismo, temas relacionados con la sexualidad, se han metido en la política y ahora es la guerra. Eso ha hecho que muchas acciones, leyes… se estén frenando o no se esté apostando por ellas. Se está convirtiendo en un arma arrojadiza entre partidos políticos y es algo [la educación sexual] que no se está atendiendo al final».
[pullquote]«Todo lo que se sale de la norma hay que nombrarlo, porque sigue siendo invisible»[/pullquote]
Sin embargo, sí ve como algo positivo que cuando los sexólogos acuden a los institutos a dar charlas ya no se limite todo a hablar de anticonceptivos, sino que en esos encuentros se amplíe el temario para hablar también de violencias, del amor, del clítoris… Y que incluso estas charlas se produzcan en primaria.
Pero esa educación sexual no debe restringirse solo al ámbito escolar. Para María Garvía el entorno del menor es también fundamental. Por eso es importante hablar de otras sexualidades distintas a la normativa; mostrar otras formas de amar y de amor para que todo sea visto con naturalidad. «Todo lo que se sale de la norma hay que nombrarlo, porque sigue siendo invisible», concluye.
Aunque existe otro problema a la hora de hablar de sexo con los hijos, y es el de la vergüenza que sienten algunos padres para hablar de ello en familia, junto con la inseguridad que provoca no saber cómo hacerlo. «A veces, las familias que se revisan más son las que más se comen la olla porque piensan: “¡Ay!, no sé si esto es ahora, si lo tengo que decir así, cuánta información le doy, porque sé muchas cosas”. Y se convierte en una patata caliente, y al final no se hace. Y esa es la pena también», concluye Cano.
EL ABORRECIDO Y OMNIPRESENTE PATRIARCADO
Entre jijís y jajás, el monólogo va transcurriendo con fluidez. Llegados a este punto, la impoluta payasa de blanco se ha ido desquebrajando y descomponiendo a medida que se planteaban los conflictos. La sonrisa no se pierde, pero cuánto cuesta mantenerla al hablar del patriarcado. Aquí la cosa se pone algo más seria.
Culpa del patriarcado es que consideremos raro todo lo que se sale de su férrea y rígida norma. Y aunque somos cada vez más conscientes del papel negativo que ejerce en la sociedad, corremos el riesgo también de normalizarlo a base de repetirlo.
[pullquote]«A veces, externalizar el patriarcado no te hace darte cuenta de que está en ti, y de que tú también, de vez en cuando, tienes ideas racistas, machistas»[/pullquote]
«A veces, externalizar el patriarcado no te hace darte cuenta de que está en ti, y de que tú también, de vez en cuando, tienes ideas racistas, machistas. Y es más fácil sacarlo fuera y echarle la culpa a otro, pero es verdad que todas aquí nos hemos criado en esta sociedad», opina María Garvía. «Es cierto que hay cosas que están tan manidas que las normalizamos y vivimos con ello. Pero es una trampa».
«Claro, por eso me gusta hablar del patriarcado, pero aterrizarlo en ejemplos concretos», puntualiza Núria Cano. «Como en ese momento de la obra en el que digo “sientes la penetración como si te metieran el dedo en una herida y lo hacías por complacerle a él”, o “te enfadas porque ella te dice que pares”; son ejemplos reales de patriarcado que yo veo en la consulta. Y eso es lo interesante de nombrarlo, porque a lo mejor la palabra la colocamos ahí, como un ente que yo no soy y que yo no perpetúo, pero también lo interesante es hacerlo así, ver en qué se está manifestando en cosas cotidianas. Porque lo cotidiano es donde mejor vas a sentir ese reflejo».
Este sistema de entender y gestionar las relaciones sociales y sexuales golpea a todo tipo de personas. Y los problemas de violencia en la pareja, la falsa concepción del amor romántico o de verse obligados a cumplir con ciertos estereotipos de género también se dan en parejas del mismo sexo. «Al fin y al cabo, la educación es la misma para todas las personas, aunque luego cada uno tenga sus particularidades», confirma Cano.
EL COLECTIVO INVISIBLE
¿Y qué pasa con la sexualidad en personas con diversidad funcional, otro de los temas que se atreve a tocar Lo normal? ¡Ah!, ¿pero tienen sexualidad? La pregunta, lejos de lo que pudiera parecer, es mucho más frecuente de lo que se piensa. Si el sexo es complicado y algo tabú entre personas sin discapacidad, mucho más con este colectivo.
«Es un colectivo que sufre mucho respecto a su sexualidad porque es invisible», corrobora la sexóloga y clown. «Ya partiendo de la invisibilidad, de que tú no tienes sexualidad, ni siquiera me planteo que tú puedas tener esto o pertenecer a esto, imagínate la cantidad de violencias que viven. Porque es terrorífica y une a cualquier tipo de discapacidad, ya sea auditiva, visual, física, intelectual… Los coloca ahí, en esa invisibilidad. La sexualidad es un terreno que no te pertenece; y luego ya cada cual tiene sus particularidades respecto a eso».
Sin embargo, no todo es negativo. «Es verdad que estas personas están cogiendo cada vez más posición y más altavoz para que podamos escucharlas», aclara Núria Cano. No obstante, siempre hay un pero: «todavía queda mucho hasta que digamos, hostia, es verdad, todas las personas tenemos sexualidad, y ahí entra TODAS las personas y TODAS las edades. Es un terreno de juego donde podemos participar cualquiera. Falta mucho trabajo ahí».
HABLAR DE SEXO ¿ES SOLO COSA DE MUJERES?
El monólogo va llegando a su fin. Entre risas y chistes, hemos aprendido a reírnos de nuestras mierdas, como dicen las componentes de Menudas Pájaras, y salimos renovados con la idea de que es posible vivir una sexualidad diferente, más sana, más inclusiva y más normal.
Pero aún queda una pregunta en el aire. ¿Son solo las mujeres las que hablan de sexo abiertamente, las que se enfrentan a cara descubierta a los problemas que surgen e impiden disfrutar de una sexualidad sana? ¿Es la de sexólogo una profesión eminentemente femenina? ¿Acaso los hombres tienen miedo de tratar estos temas con naturalidad?
«Nunca lo había pensado», se sorprende Núria Cano. «Quizá, históricamente, todo lo que pertenece al mundo privado nos ha pertenecido más a las mujeres; todo lo relacionado con la intimidad, con las emociones… Y esto nos ha colocado más en puestos de trabajo que tienen que ver más con las personas, con el acompañamiento, con el cuidado…».
[pullquote]«El mundo sexual del hombre es hermético total, es decir, cuando tienen un problema, aquí me quedo yo con esto. Pero luego, públicamente, sí son mucho de “me hago pajas”, “hablo de esto y de lo otro”»[/pullquote]
Sexólogos hay, confirma, y cada vez más, aunque es verdad que aún existe esa brecha. Sin embargo, al asistir a congresos profesionales, son los hombres quienes ocupan los puestos directivos, «aunque esto está poblado de señoras», se queja María Garvía. Por «esto» entiende el campo de la sexología.
«Esto también tiene que ver con el género masculino/femenino», analiza Núria Cano. «El mundo sexual del hombre es hermético total, es decir, cuando tienen un problema, aquí me quedo yo con esto, y me lo cuentan a mí porque no tienen más remedio. Pero luego, públicamente, sí son mucho de “me hago pajas”, “hablo de esto y de lo otro”. Creo que las mujeres estamos haciendo cambios; en lo público también nos estamos manifestando».
Otra cuestión es si esa mayor exposición y manifestación pública no estará generando demasiada presión para que las mujeres se sientan en la necesidad de cumplir con ciertos estándares que se presuponen; como el hecho de sentirse obligadas a follar mucho, aunque eso no vaya con muchas de ellas; por simple postureo.
Y aunque no es fácil para nadie, sea del género que sea, hablar públicamente de sus inseguridades y de sus problemas sexuales, a una mujer le cuesta menos que a un hombre hacerlo. Eso es, al menos, lo que puede observar ella en su consulta. «También tiene que haber algo por ahí relacionado con cómo hemos construido el género y cómo se nos ha legitimado por género a cada uno», plantea como posibilidad.
El telón cae y las risas dan paso a los aplausos. La payasa se despide de su peculiar consulta. ¿Habrá conseguido sanar al público? Que respondan quienes hayan asistido a esta peculiar terapia.