Los friganos, o cómo comer gratis

20 de octubre de 2011
20 de octubre de 2011
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Si bien es verdad que la crisis agudiza el ingenio, no es menos cierto que también afecta al estómago.
A pesar de ello, ¿cuántos lectores están dispuestos a rebañar las sobras de las tapas de una terraza, cuando el camarero no mira?. La versión alcohólica es bien conocida, el típico “bebe culos”, que apura las gotas finales de cada cubata o gin tonic, con lo que consigue una dosis extra de líquido fermentado. Pero aquí hablamos de algo más serio: el hambre.
La traducción de “freegans” es fácil, pero no en una palabra, por lo que creo que “friganos” es lo más adecuado, aunque suene rarito.
Hay clubs de friganos que intercambian trucos y experiencias. Recuerdo un documental de la BBC que mostraba a un muy atildado y elegante emo que hablaba a la cámara mientras devoraba los restos de un Twinky de una papelera. No se manchaba las pulcras mangas negras, pero saboreaba con delectación los restos que alguien había desechado unos minutos antes. Porque este es un matiz importante: los friganos no son carroñeros, es decir, no comen alimentos en estado de descomposición o verdaderamente “pasados”. Simplemente aprovechan nuestro sentido de las prisas y del desperdicio.
A nadie se le escapa que todos los turrones caducan en noviembre… Pues es mentira, pero ello garantiza una inyección extra de ventas en navidades. La famosa frase “Consumo preferente” ha sustituido a la más taxativa “Caduca en:”.

Es medianoche, cuando los supermercados de las grandes cadenas tiran a la basura todo aquello que no pueden vender, una horda de misteriosos comensales acecha las puertas traseras. Algunos son personas que han caído en desgracia y que no tienen otra opción. La legislación acerca de la conveniencia o no de comer un alimento es a veces abusiva , y una pera que no sirve para nada en Oviedo puede alimentar a alguien de Malawi. Lástima que no dé tiempo a transportarla antes de que sea definitivamente incomestible.
Los friganos han elegido la opción de comer lo que los supermercados tiran a la basura, no porque no sea comestible, sino porque la legislación no permite su comercialización. Aunque muchos friganos actúan por pura hambre, no faltan los activistas. Los millones de toneladas de comida perfectamente útil que se tiran a la basura cada día en el llamado “Primer Mundo” podrían alimentar perfectamente al Cuerno de África. Sólo en el Reino Unido se estima que en un año 1,4 billones de toneladas de comida acaban en los contenedores. Hay dos factores, la fecha de caducidad o fecha recomendada de consumo, y lo que compramos, cocinamos, medio comemos y tiramos sin consumir del todo, en nuestras propias casas.
La idea clave de los friganos es que es menos asqueroso comerte algo extraído de una papelera o de un cubo de basura que tirar esa misma comida al mismo cubo de basura. Al menos, desde un punto de vista moral.
La cadena Starbucks da instrucciones muy precisas a sus empleados de cómo tirar a la basura TODO lo que sobra cada día (que es mucho, créanme), para que ningún indigente pueda revolver en los cubos y aprovechar las focaccias o los sandwiches o toda la bollería. Por otro lado, Starbucks presume de estar basada en al comercio justo del café. Por supuesto, una cosa es la RSC (Responsabilidad Civil Corporativa) y otra muy distinta, los hábitos cotidianos de las multinacionales.
Para los escrupulosos, cabe señalar que algunos friganos famosos, como Stuart F., afirman que en 15 años de actividad jamás se han puesto enfermos. “No hay ninguna necesidad de comerse algo en mal estado”, aclara. “Hay demasiada comida estupenda en los contenedores, incluso en sus embalajes originales”.
Hay organizaciones especializadas, como Fareshare, que se dedica a recolectar comida que va a la basura (pero que está en perfecto estado) y distribuirla entre personas con problemas. Es el caso de Arthur Potts Dawson, que sirve comidas confeccionadas a partir de alimentos desechados por los supermercados. El nombre de su cadena, que ya es un éxito: “People’s Supermarket”.
Hmmm… Se me ha abierto el apetito ¿alguien se apunta a una excursión a la puerta trasera del Carrefour?
Más info:
Freegans: La rebelión contra la fecha de caducidad
La basura comestible

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