Estamos a las puertas de la Navidad y las calles se llenan de luz y color. Tanto, que la luminosidad urbana en las noches de diciembre aumenta entre un 20 y un 50 %. La época con las noches más largas es también, irónicamente, la más iluminada. Esto tiene, por supuesto, cierto atractivo turístico. Solo hay que observar a los orgullosos dirigentes de los ayuntamientos de Madrid o de Vigo. Pero esa iluminación tiene, también, efectos secundarios en los seres vivos que habitan la ciudad.
Las luces de Navidad podrían estar apagando la primavera
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