Es muy humana esa sensación de encontrarse al borde de algo y querer entrar, saltar, formar parte; ya sea lo observado deseable o peligroso. Quizá el lector sienta ese magnetismo al observar la serie fotográfica Swimming pool y no sepa exactamente por qué. Su autora, Mária Švarbová, da algunas pistas sobre los motivos que pueden provocar esa atracción: «Es la armonía de todos los objetos: todos los elementos van bien juntos. Lo humano es parte del espacio. La serie es estética y no perturba. Los colores establecen el estado de ánimo. Es nostalgia en un espacio estéril».
La fotógrafa ha tomado una piscina y la ha despojado de lo superfluo. Solo ha dejado líneas simples, luz tenue, ondas sutiles y los gestos leves de algunos seres humanos (pocos). El resultado de este proceso de purificación no es tanto una piscina como la esencia de una piscina. Una vez eliminado lo accesorio, la imagen resultante desprende paz y armonía e invita al espectador a sumergirse en ella.
Las fotografías de Švarbová son el resultado de restar más que de sumar. «Me encantan las líneas minimalistas y no me gustan los objetos no funcionales. Elijo espacios minimalistas y trato de fotografiar “limpio”». Confiesa que prefiere esas líneas sencillas también en su vida privada: «me dan libertad».
Mária Švarbová no construye esas atmósferas oníricas de tonos pastel con Photoshop. «Trato de conseguir esos colores en el momento del disparo. Photoshop es solo un toque final», aclara. Y, a pesar de eso, sus fotografías no tienen apariencia de ser demasiado elaboradas: «Trato de hacerlas fácilmente. No me gustan las fotos donde el espectador puede ver un gran esfuerzo. Muchos fotógrafos buscan el “efecto wow” y yo creo que eso es un error», confiesa.
Ella prefiere seguir el consejo de un amigo suyo, que le sugirió que hiciera las cosas con «sencillez de corazón». Todas sus fotos, que realiza mano a mano con un equipo de colaboradores «con mucho talento», siguen esa máxima de búsqueda del impacto a través de la simplicidad. La fotógrafa está muy satisfecha por la aceptación de su obra tanto por el público general como por los profesionales, aunque declara, con un toque de modestia, no estar segura del porqué de esta admiración.
En esos escenarios, mitad de otra época y mitad de otra dimensión, se entrevén los estudios en restauración y arqueología que ha cursado la fotógrafa y, más allá de los títulos académicos, su fascinación general por épocas pasadas. «Amo los viejos tiempos. Ahora me estoy focalizando en el comunismo checoslovaco: el diseño en esa época es minimalista y atemporal». Sobre los escenarios donde realizó esta serie, Švarbová cuenta que «las piscinas más viejas tienen un look retro, pero son también muy higiénicas, limpias y todavía funcionales. Definitivamente, me siento atraída por los tiempos pasados».
En el momento en el que esa estética retro se encuentra con las nuevas tecnologías no se produce un choque, sino una fusión conveniente y natural: «Instagram y las redes sociales son una gran vía de representación de uno mismo», dice. Švarbová no tiene miedo de que su trabajo quede sepultado bajo la ingente cantidad de fotografías no profesionales que se publican cada día. «Puedo compartir mi trabajo con mucha mucha gente y ellos pueden ver mi punto de vista. Me gusta inspirar a la gente con mi trabajo».
«Mis fotografías son una sucesión de escenas cortas en las cuales la frontalidad y la ausencia de contrastes eliminan toda dimensión narrativa».
Mária Švarbová
Gracias!
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