El día en que Michael Jackson subió a la favela

Dos décadas, 20 años, 7.300 días han pasado desde que un joven Micheal Jackson, ya blanqueado pero con algo todavía de facciones negras, rodó en la favela Santa Marta de Río de Janeiro su famoso videoclip They don’t care about us.

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En aquel entonces fue un acontecimiento sin precedentes, que suscitó un animado debate en la sociedad carioca e incluso llegó a acaparrar las portadas de algunos periódicos.

La razón es que el famoso narcotraficante Marcinho VP se ocupó personalmente de la seguridad personal del ídolo pop. Fue el propio Spike Lee, director y productor del vídeo, quien supuestamente negoció este servicio de seguridad alternativo con el narco.

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En la época fue un secreto a voces, que acabó siendo filtrado por la prensa local y provocando un incidente diplomático. La negociación paralela con los jefes del narcotráfico fue considerada un claro desafío al Estado brasileño, y dejó en evidencia las carencias logísticas de la Policía del país tropical y su incapacidad de controlar el tráfico de drogas en las favelas de Río de Janeiro.

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Marcinho VP no era un delincuente cualquiera. El dueño del morro, como le llamaban, era un personaje tan carismático y peculiar que el cineasta João Moreira Salles, autor del documental Notícias de uma guerra particular, le concedió una beca para que se alejara del narcotráfico y escribiera un libro, algo que le causó problemas con la justicia. El periodista Caco Barcellos, por su parte, lo convirtió en el personaje principal de su libro Abusado – o dono do Morro Dona Marta.

Para muchos, era un narco iluminado que cultivaba ideas de izquierdas, se sentía un guerrillero social, admiraba al subcomandante Marcos, leía al existencialista Albert Camus y practicaba surf en la exclusiva playa de Leme, al principio de Copacabana.

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En una entrevista que concedió a un periodista que se infiltró en la favela durante la grabación del videoclip, pero fue descubierto por sus lugartenientes, Marcinho VP reveló que había mandado pintar un mural de bienvenida para sorprender al cantante y que le había preparado un camerino en una de las casas de la favela.

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En el vídeo del making of se ve a Micheal Jackson rodeado de fans enloquecidos e incrédulos ante la presencia de semejante estrella pop en su comunidad. También se aprecia la precariedad de la favela, una faceta de la Cidade Maravilhosa que las autoridades brasileñas habrían preferido ocultar, ya que Río de Janeiro era candidata a ser sede de los Juegos Olímpicos para el año 2004. De hecho, hubo cierta resistencia a la grabación del videoclip por miedo a que afectara seriamente la imagen de Brasil en el exterior.

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Sin embargo, esa era precisamente la intención del cantante pop: denunciar las injusticias sociales de los más desfavorecidos. Por eso, al principio del videoclip, una mujer de la favela saluda al cantante como a un salvador.

Más de 180 moradores participaron el grabación del vídeo, que también cuenta con la presencia del grupo bahiano Olodum en la ciudad de Salvador. Eso ayudó al grupo a consolidarse como una de las caras más populares de la música brasileña e introdujo un pelín de Axé en la canción de Micheal Jackson.

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Veinte años después muchas personas aseguran haber actuado como extra en la famosa grabación. «Yo estaba allí» o «Yo le conocí» son las frases más escuchadas en los callejones de esta comunidad.

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Santa Marta hoy goza del estatus de primera favela pacificada de Río de Janeiro y se ha convertido en un punto turístico oficial. Cada mes, miles de turistas visitan esta comunidad de la mano de sus guías locales, moradores que han estudiado en la Escuela Oficial de Turismo para ofrecer una visión más humana y más cercana de la favela a los curiosos visitantes.

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En la terraza donde se grabó el videoclip, hay una estatua de Micheal Jackson hecha por el escultor y cartonista Ique, y un mosaico realizado por el mediático y polémico artista Romero Britto. El lugar atrae a centenares de fans del cantante, que no dudan en escenificar performances y flash mob en honor a la estrella fallecida en 2009.

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Lamentablemente, la realidad no suele reservar finales felices ni a las pop stars. Desde su inauguración en 2010, la estatua de Michael Jackson ha sufrido las embestidas de vándalos anónimos en diversas ocasiones.

En abril del año pasado el escultor tuvo que reponer las gafas del cantante, que habían desaparecido misteriosamente. En diciembre, tras la enésima agresión, la estatua fue retirada de la favela y entregada al taller de Ique para una profunda operación de restauración. Ahora que se cumple el 20 aniversario de la grabación del vídeo, la estatua del cantante vuelve al morro de Santa Marta por todo lo alto.

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Por cierto, tanto la canción como el vídeo tienen una historia repleta de anécdotas. En 1995, el cantante fue acusado de hacer apología del antisemitismo por el mismísimo The New York Times. El prestigioso diario estadounidense denunciaba el uso de las palabras jew y kike, que habrían sido utilizadas de forma peyorativa en contra de los judíos.

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También existe una segunda versión del videoclip, que tiene como escenario una prisión estadounidense. Esta versión carcelaria fue grabada en unos estudios de Nueva York tras la visita del cantante a Brasil. Es las menos conocida ya que fue censurada por la cadena estadounidense MTV, supuestamente porque presentaba un elevado nivel de violencia.

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Patrick Thomas

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